La historia la hacen los reyes y la historia de los reyes ha hecho el mejor teatro. Sófocles a la mexicana, David Gaitán trasladó su Antígona de escenarios de la UNAM al más milenario foro romano de España, en medio de la pandemia de covid-19, para inaugurar la 66 edición del Festival de Mérida 2020, el miércoles 22 de julio.
Una función de leyenda a la que asistieron con tapabocas, como todo el público, los reyes Felipe VI y Letizia, acompañados por la princesa Leonor y la infanta Sofía, una familia real que se emocionó y disfrutó con la tragedia de la hija y hermana de Edipo, que desde hace 2 mil 460 años cuestiona por todo el mundo el poder autoritario y la existencia misma de las monarquías.
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“Un par de semanas antes del estreno bromeábamos: ‘Deberíamos invitar a los reyes de España, sería muy bien que esta obra fuera vista por ellos. Deberíamos mandarle una invitación a la Casa Real’. Y literalmente, un día después, nos llegó la noticia de que los reyes de España estarían en el estreno”, narra en entrevista el joven director y dramaturgo mexicano.
Él fue el encargado de abrir el primer festival en Europa desde la declaración de pandemia en marzo pasado, en una producción heroica de El Desván Teatro, a través de Domingo Cruz, con las actuaciones de Irene Arcos, Fernando Cayo, Isabel Moreno, Jorge Mayor, Clara Sánchis, Elías González y un coro de 60 tebanos sobre un escenario de más de 50 metros.
¿Qué representó para usted la asistencia de un monarca y la familia real a su Antígona, una tragedia que se desata por el autoritarismo de un rey, Creonte?
"Había muchos temas que tenían una resonancia particular, sobre todo tomando en cuenta el momento específico que vive la monarquía española, los escándalos de corrupción que salieron recientemente. Claro, es una obra que está cuestionando la existencia misma de la monarquía, que, en voz de varios personajes, la crítica como estrategia política, como forma de gobierno, como gesto antidemocrático", responde David.
"Entonces, pensar que de facto están los reyes ahí viendo Antígona, tenía una dimensión muy particular. Nunca habíamos estado en una situación así, vaya, ni los españoles ni menos yo. Mirar cómo este texto toma una relevancia distinta con la conciencia de que está siendo escuchado en vivo por estas personas, la certeza de que estas palabras llegan sin intermediarios a estas personas, eso era muy emocionante", agrega.
Gaitán (Ciudad de México, 1984) refiere su encuentro con Felipe VI y su familia al bajarse el telón de su adaptación a la tragedia de Sófocles, que había estrenado en 2015 en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario de la UNAM y que llegó a la capital de Extremadura para cinco funciones con auspicios del festival de Mérida, el Teatro Español y la embajada de México en Madrid.
“Los reyes fueron a conocer al equipo. El rey, la reina, las infantas estuvieron con nosotros unos 10, 15 minutos, quizás. Todo fue muy amable, muy político también. Nos dijeron que les gustó mucho la obra. El rey hizo comentarios sobre la modernidad de la versión; la reina nos felicitó mucho. Platicando con las niñas, con las infantas, sobre qué les había parecido la obra, sí estaban muy contentas. Insisto, todo dentro de un cierto protocolo bastante constreñido, todo con una buena educación, digamos".
“Nadie entró en conversaciones complicadas ahí, era muy difícil hacerlo; demasiada gente, demasiado forzado el llevar una conversación, por ejemplo, sobre qué opinaban de que al final de la obra todo el pueblo mata al rey, que son, por supuesto, las preguntas casi morbosas que de pronto uno tiene en la cabeza pero que no se activaron. Sí que sus comentarios fueron educados, bien recibidos, con una política muy correcta, digamos”, expone el director, dramaturgo, actor y psicólogo de formación.
Según Gaitán, el rey comentó que había disfrutado mucho la obra, valoró la adaptación y reconoció que no era una versión clásica del mito, sino una reinterpretación en busca de relacionarla con el presente.
En medio de una pandemia que ha costado la vida hasta ahora a poco más de 646 mil personas en el mundo con alrededor de 16 millones de contagios globales, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida 2020, que dirige Jesús Cimarro, se inauguró no obstante sin los malos augurios de Tiresias: aunque la Antígona mexicana fue la número 13 en la historia de la fiesta dramática extremeña, a la inauguración llegaron los reyes por primera vez en 66 ediciones, el público, ávido de dramas, colmó con tapabocas y distancia social el Teatro Romano, patrimonio de la humanidad de hace 2 mil 15 años, además de que Gaitán y Arcos, que interpretó a la tebana, estaban de cumpleañeros en otras funciones.
¿Cómo vivió esa función con la gente, los reyes, con tapabocas?
"Justo el estar saliendo de la pandemia era muy emocionante. Es muy esperanzador que la gente, incluso reyes, quiere ir al teatro aun si tiene que usar un tapabocas en la función. Ese gesto me resultaba conmovedor: ver a la gente que sí quería regresar, que había que respetar medidas de seguridad, pero deseosa de ir, reunirse y ver gente en tercera dimensión y experimentar la aventura de la teatralidad. Para mí fue un gesto optimista aun cuando están lejos de ser las condiciones ideales. También fue muy gratificante descubrir que nos podemos comunicar con el público, a pesar de tanta tela y tanto plástico, que uno temería que fuera una barrera insalvable. Mi experiencia fue luminosa, no pesimista", señala.
Gaitán refiere que su equipo y elenco debían tomarse la temperatura en cada ensayo, hacerse todos el examen del coronavirus antes, estar pendiente de los estados de salud de todos, ensayar con caretas o tapabocas, decidir si el coro de 60 actores debía o no usar tapabocas y qué distancia mediar entre ellos.
“Reparaba en cosas en que nunca reparaba. Antígona e Ismene son hermanas, y tenía que decidir como director si podía pedirles en algún momento que compartieran un vaso o frenar eso y tomar otro camino. Eso fue la mayor complicación, además de estar conscientes de estar navegando en un terreno tan nuevo para hacer una cosa muy vista, en un espacio como el teatro romano cuyas dimensiones son hasta risibles por lo gigantesco que es. Todo el tiempo la conversación era qué tan cerca debían estar los actores, con tapabocas o sin tapabocas, la multitud, cómo se iba a leer eso, cuál era el mensaje de la función, los mensajes político y social. Había muchos más filtros de lectura que lo habitual”, recuerda.
¿Cómo asume la doble ironía de que la tragedia con el Edipo de Sófocles parte de una epidemia de peste y concluye con la prohibición del rey Creonte para que Antígona entierre a su hermano muerto, en relación con la actualidad, en la que sufrimos una pandemia y la gente no puede enterrar apropiadamente sus muertos?
"Es una ironía muy poderosa. Cuando hablábamos que teníamos que ajustar la obra a partir de lo que estamos pasando, decíamos que la peste siempre la pensamos como una metáfora de la realidad y pocas veces la pensamos como un mal literal. Ahorita el covid-19 es una peste, nuestra peste, de manera trágicamente muy literal. Y frente a eso, el no poder enterrar los cuerpos, efectivamente está pasando por la peste. Pero yo asocio mi Antígona mucho más a la enorme cantidad de familias en México que van haciendo excavaciones personales y privadas para tratar de encontrar los restos de sus hijos e hijas desaparecidos, solamente por la necesidad de darles sepultura. En efecto, es una ironía muy poderosa", concluye el dramaturgo.
yhc