Históricamente, la temática lesboerótica ha sido explorada mayormente en la poesía. No así en la narrativa o el teatro. La escritora Artemisa Téllez cuenta que a pesar de existir muchas dramaturgas lesbianas, no se explora tanto el tema erótico ni las experiencias lésbicas en el teatro.
¿Por qué se da este fenómeno? En entrevista, la también investigadora explica que “la poesía permite cierta ambigüedad, es el lugar a donde llegan primero tanto los poemas lésbicos como los gays o muchas otras pulsiones, identidades, preferencias que no han sido socialmente aceptadas y que dentro de la poesía pueden pasar un poquito bajo el radar para que las entienda el receptor adecuado, pero que no generen escándalo o censura”.
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Si bien se tiene registro de la poesía lésbica desde Safo, cuando se habla de los inicios de la narrativa lésbica —apunta— tenemos que situarnos en el siglo XX. En su labor de investigadora, Téllez se dio a la tarea de rastrear cuentos para reunirlos en el libro Hasta que comienza a brillar: Antología del cuento lésbico mexicano, no todos centrados en el lesboerotismo, pues afirma que esta es sólo una posibilidad dentro de la literatura lésbica.
Muchos de ellos surgieron en los talleres que imparte, que van desde cuento gótico, iniciación al cuento, cuento de terror, microficción o cuento erótico, pero también a través de 20 años de lectura en una constante búsqueda de cuentos escritos por mujeres.
“Iba encontrando estos cuentos como quien encuentra un tesoro, porque muchos de ellos pertenecen a colecciones completas de temática lésbica, pero otros los descubrí por casualidad al leer autoras específicas. Es un tema que me interesa mucho, así que fui coleccionando mentalmente esos cuentos, marcándolos con notas o separadores. Cuando surgió la oportunidad de hacer esta antología, ya tenía una base muy sólida, casi un índice en mi cabeza”.
La antología tiene cuentos escritos a partir de 1979. Antes de ese año la escritora sólo encontró “Raquel Rivadeneira” de Pita Amor. Sin embargo, no fue posible incluirlo debido a temas de derechos de autor: “Pita tiene muchos herederos, y coordinarse con todos era complicado dentro de los tiempos editoriales. Decidí dejarlo fuera porque no quería retrasar la publicación por un solo cuento”.
Entre el texto de Pita Amor y el de Beatriz Espejo, que es el primero en la antología, hay un enorme vacío narrativo. Tampoco se tiene registro de novelas en ese periodo; “la primera novela lésbica mexicana se publica hasta 1989. Eso refleja un silencio significativo en la narrativa de esa época”, apunta Téllez.
La escritora cuenta entusiasmada que en el camino de ir conformando la antología, llega la oportunidad de publicar con Penguin Random House, lo que se traduce en un tiraje que permite llegar a un público más amplio: “como escritora de muchos años, (considero que) el tiraje es la mayor oportunidad de un libro porque no importa la difusión que le des a un libro de cinco ejemplares, lo van a tener cinco personas. Creo que ningún libro lésbico la ha tenido antes, al menos en México; aquí estamos hablando de miles de copias distribuidas por todo el país. Eso significa que más personas podrán comprarlo, regalarlo o incluso tropezarse con él por casualidad en una librería”.
Lo anterior, dice Téllez, es maravilloso sobre todo para las jóvenes porque antes era un reto conseguir un libro con temática lésbica, ahora “puedes ir a una librería a comprar un cuaderno de caligrafía o un Baldor y toparte con esta antología”.
Sobre reunir escritoras de diferentes generaciones, explica la antologadora, hay un gran valor histórico. Actualmente muchas de las autoras de estos cuentos están vivas lo que da la oportunidad de que dialoguen sobre sus obras y sus contextos, “esto no será posible en unos años. Algunas autoras ya tienen más de 80 años, y reunirlas en un solo libro permite preservar ese momento histórico. Además, facilita el trabajo de futuras generaciones que quieran conocer o investigar la literatura lésbica mexicana”.
Además de poner en foco lo que muchos detractores de la representación llaman “falsa inclusión y que vean que no es un capricho elegir un personaje lésbico; que vean que esto tiene más de 40 años de historia. No hay falsa inclusión, había una falsa exclusión, que más que falsa es deliberada”, finaliza la escritora.
PCL