Epidemias cambiaron a Monterrey, afirma arquitecto

El brote de covid-19 en Nuevo León y las medidas aplicadas recuerdan a lo sucedido con la viruela, el cólera, la fiebre amarilla y la gripe española, las cuales reconfiguraron la ciudad, aseguró el especialista Héctor Domínguez.

Entre 1833 y 1849, la ciudad se expandió hacia el cerro del Obispado. Foto: Archivo.
Gustavo Mendoza Lemus
Monterrey /

La historia de cómo creció el centro de Monterrey podría narrarse gracias a la bonanza económica y la presencia de catástrofes naturales, pero también a las epidemias que han azotado la ciudad en sus más de 400 años.

Tomando como referencia el libro Sombras sobre la ciudad, de Hernán Salinas Cantú, el arquitecto Héctor Domínguez del Peral realizó un análisis sobre la transformación de Monterrey debido a epidemias como la de la viruela (1798), el cólera (1833), la fiebre amarilla (1898) y la gripe española (1918).

A través de un artículo de 11 páginas, titulado No es la primera, ni será la última, Domínguez del Peral retomó los testimonios de las cuatro grandes epidemias que han azotado Nuevo León y sus implicaciones urbanísticas y arquitectónicas.

“Es interesante cómo el uso de ciertos inmuebles, que hoy son monumentos, fueron para contener las epidemias. Cómo de la hoy Casa de la Cultura se propagó la fiebre amarilla”, relata Héctor Domínguez del Peral, quien restauró la Cineteca Fototeca de Fundidora.

La Estación del Golfo fue utilizada en 1891, como un lazareto para aislar a los contagiados de la fiebre amarilla que llegaban a Monterrey vía ferroviaria; sin embargo, la estrategia no funcionó y se convirtió en un foco de propagación.

La viruela fue la primera epidemia registrada como tal en el Nuevo Reino del León para 1798. Con solo el hospital de Nuestra Señora del Rosario (actual Museo Estatal de Culturas Populares, en Barrio Antiguo) se tuvo que habilitar otro al norte, en las afueras de la ciudad.

Así, lo que hoy conocemos como Colegio Civil Centro Cultural Universitario, se convirtió en el hospital Real Provisional. 

La ciudad trataba de crecer hacia el norte debido a la epidemia, tras mil 26 fallecimientos de un total de 43 mil habitantes en Nuevo León.

Sin embargo, la repoblación del norte quedaría pendiente. Con la llegada del cólera, en 1833 y después 1849, la ciudad continuó su desarrollo ahora hacia el cerro del Obispado. 

Pero la transformación más importante llegaría con la frontera hacia Estados Unidos, producto de los conflictos bélicos. 

Las medidas de higiene de la época recomendaban la limpieza de los ojos de agua de Santa Lucía; se prohibió la descarga de desechos por las incipientes empresas y se evitaron las reuniones sociales en iglesias, teatros y cárceles.

Sin embargo, la última gran epidemia registrada fue la llamada gripe española de 1918, que mató a 5 mil 15 personas en todo el estado y a mil 528 tan solo en Monterrey.

En este periodo también se cerraron cantinas, tiendas y mercados, además de imprimir mil ejemplares sobre higiene. 

El texto de Domínguez del Peral se acompaña con los recuentos de Hernán Salinas Cantú, así como citas a trabajos de Mario Cerutti e Isidro Vizcaya.

También se incluyen planos de la ciudad en diversas épocas.

“Son planos que hicimos nosotros para el INAH hace algunos años, son copias de planos históricos que no son facsimilares, pero que hicimos en dibujos a mano”, expresó el fundador de Olinka Arquitectos.

Ahora, con la emergencia sanitaria del covid-19, la ciudad adopta medidas de seguridad e higiene que recuerdan mucho a las emitidas siglos atrás.

“Ahora también Monterrey, en general la humanidad, tendrá que replantearse muchas cosas. Mientras que la fiebre amarilla viajó en trenes de vapor, esta epidemia viajó en asientos de primera clase”, finalizó.

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