Alberto Ruy Sánchez: “Quiero hacer una invitación a pensar”

FIL 2019

A través de su poemario más reciente, Dicen las jacarandas, el autor nos empuja a reflexionar acerca de la relación entre el ser humano y la naturaleza.

Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951) (Foto: Nina Subin)
Héctor González
Guadalajara /

Para Alberto Ruy Sánchez (Ciudad de México, 1951), el acto poético nace del asombro y la contemplación. En días en los que apenas hay tiempo para detenernos a observar, el escritor hace de la pausa una impostura. A través de su poemario más reciente, Dicen las jacarandas (Era), nos invita a reflexionar acerca de la relación entre el ser humano y la naturaleza, pero desde la creación de un lenguaje particular: el de las flores.

Así como los japoneses incorporaron los cerezos a su tradición literaria y filosófica, el también director de la revista Artes de México propone un ritual que hagan, a partir de las jacarandas y de un conjunto de imágenes, una forma de estar en el mundo.

“La poesía bien llevada nos brinda la posibilidad de penetrar en dimensiones humanas profundas, así como de repensar nuestro lugar en la sociedad”, apunta Ruy Sánchez. Sus palabras son la rúbrica del texto con que Aurelio Asiain define el poemario: “un libro íntimo pero en el que alienta una utopía colectiva: el anhelo, vuelto ya proyecto, de una ciudad digna de sus jacarandas”.

—Me da la impresión de que un libro como Dicen las jacarandas nace de una suerte de ejercicio ritual.

La aparición de las jacarandas cada año representa el surgimiento de algo excepcional. Aunque ya sabemos que de manera anual florecen, su nacimiento no deja de parecer milagroso. Me parece que el ritual que detectas consiste en mirarlas y en dar cuenta, a partir de la poesía, de ese asombro.

—Un asombro que se hermana con el placer de la contemplación.

Doy cuenta del asombro por medio de la poesía. A lo largo de mis libros, e incluso en la revista Artes de México, he intentado sumar al placer de contemplar el placer de comprender. En Dicen las jacarandas me interesaba atribuir un lenguaje propio a las jacarandas, para después explorarlo desde sus distintos ángulos.

—¿Por eso estructura el libro con diferentes registros?

Así es, el primer planteamiento aborda el surgimiento y las diferentes hipótesis sobre cómo llegaron las jacarandas a México; esto es importante porque a partir de esta exploración me permito hablar de la migración. Después dedico una sección a una filosofía del árbol y hago una antología de las reacciones de varias personas, muchas de ellas escritoras y escritores, acerca de estas flores. Por último, quería hacer una invitación a pensar, admirar y a tener una atención sostenida sobre las jacarandas, de la misma manera en que los japoneses la tienen sobre los cerezos. Creo que si conseguimos dar este paso podríamos ser mejores ciudadanos y mejores personas.

—¿En qué medida el libro tiende un puente con la cosmogonía japonesa?

Más que pensar en un universo, quería invitar a pensar en una acción. El florecimiento de las jacarandas tiene algo de maravilloso y significativo. Cuidarlas es cuidar nuestra sociedad y cuidar nuestro lugar en ella.

—Y también una reivindicación de la pausa y la observación, algo que en esta época parece en desuso.

Por eso hago énfasis en la importancia de la atención sostenida. De ahí viene el ritual de la mirada y la atención. La poesía que más me interesa es aquella que tiene relación con la naturaleza y que nos invita a pensar en nuestro lugar en ella. Naturaleza-Ciudad-Persona.

—¿Esta reflexión parte de un “deber ser” poético?

Más que una obligación, la poesía nos sirve para esto, o, mejor dicho, nos permite hablar de este tipo de cosas desde un ángulo al que no llegan otros géneros. En la poesía cabe todo porque es el origen de todos los lenguajes.

—Por eso la aspiración poética en su narrativa y en sus ensayos…

No es que me preocupe por una aspiración poética, lo que sucede es que mi relación con el mundo está mediada por el asombro y la reflexión. Así como en mi libro La luz del colibrí contaba la historia del amanecer, aquí también hay una historia que va del primer asombro y la llegada de las flores a México a una compresión más amplia que incluso se transforma en un lenguaje.

—¿La poesía nace o tiene su origen en esta capacidad de asombro?

La poesía nos brinda la posibilidad de penetrar en dimensiones humanas muy profundas. El reto consiste en encontrar el camino a seguir. En lo personal, ya tengo muchos años trabajando mi forma de entender el acto poético; sin embargo, es un trabajo de todos los días y personal para cada poeta.


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