Ana Blandiana (Timișoara, 1942) recibió este viernes 25 de octubre en Oviedo el premio Princesa de Asturias en Letras 2024, por una prolífica obra en poesía, narrativa y ensayo de una autora cuyo nombre estaba prohibido por la dictadura comunista de Rumania antes de ser conocido por su literatura.
La intelectual rumana compartió con otros paladines de la libertad y opositores a las dictaduras en sus países la ceremonia de premiación encabezada por los reyes de España y la princesa Leonor: el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, en Artes, y la cineasta y artista gráfica iraní Marjane Satrapi, en Comunicación y Humanidades, además del político y escritor canadiense Michael Ignatieff, entre otros.
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La catedrática de la Universidad de Salamanca Viorica Pâtea, a quien en principio se debe poder leer en español a la autora de Estrella predadora (1985), La arquitectura de las olas (1990) y El reloj sin horas (2016), gracias a sus traducciones con su colega y exalumna Natalia Carbajosa, recuerda que en la Rumania comunista todo mundo conocía a Ana Blandiana, era la poeta que todos leían, cuyas obras circulaban en lo underground cuando eran prohibidas por alguna de las dos dictaduras que enfrentó.
Por ejemplo, fue prohibido el libro de cuentos como Proyectos del pasado (1982), que hoy publica la editorial española Periférica. Sólo hasta que la autora ganó el premio Herder en 1982 y fue a la Universidad de Viena a recogerlo, recibió un telegrama en el que se autorizaba la publicación, por el temor de las autoridades rumanas de que Ana Blandiana se quejara en Occidente de la censura sufrida.
“Lo que la salvó fue la solidaridad de intelectuales alemanes e italianos que protestaron”, dice Pâtea.
En charla con Laberinto, la profesora de Filología Inglesa da coordenadas sobre la obra de Blandiana, quien es igualmente presidenta de honor del PEN de Rumania y miembro de la Academia Mundial de Poesía.
“Sus primeros libros de poesía son Primera persona del plural (1964) y El talón vulnerable (1966), que publicó juntos Visor (2021). En ellos exalta la sensualidad de la vida. (En ‘Hechizo de luna’) escribe: ‘Soy la mujer más bella porque llueve (…) Soy la mujer más hermosa porque sopla el viento’. Incluso, ahí hay inflexiones metafísicas. Y, luego, en El tercer sacramento (1969-Visor, 2024), se intensifica esa línea y búsqueda metafísica que inicia, porque toda su poesía es mística y metafísica”.
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Viorica Pâtea, que emigró a España en 1977, empezó a finales de los ochenta a traducir la obra de Ana Blandiana, primero con su segundo libro de cuentos: Proyectos del pasado (1982, Periférica, 2008).
“Es una prosa mágica, del realismo mágico. Es el mejor libro que puede explicar la historia de Rumania desde que se instala el gobierno comunista (1944) hasta los años de Nicolae Ceaușescu (de 1967 a 1989). Y empecé a traducirlo porque también es una prosa muy poética”, recuerda la académica.
Pero no fue fácil encontrar una editorial en España. Hasta después de la caída del Muro de Berlín en 1989, los sellos empezaron a interesarse por los países de Europa del Este. Y Pâtea escribió a un amigo crítico literario, que le recomendó acercarse a Periférica, entonces una editorial nueva y vanguardista que fundó Julián Rodríguez en 2006 y quien, desgraciadamente, murió a los 50 años en 2019.
“Les escribí. Y a la vuelta de correo me dijeron que les gustaban mucho los cuentos, pero querían publicar sólo uno. Pero Proyectos del pasado es un ciclo de cuentos, 12. Es como Dublineses, de James Joyce, o Winesburg Ohio, de Sherwood Anderson. Y les contesté: No se puede, ellos forman unidad; no se puede publicar solamente uno. ¿Por qué, por el mismo dinero, no publicáis todos? Y sí, lo publicaron. Después publicaron el segundo libro de relatos, que se llama Las cuatro estaciones y que es una prosa tipo Franz Kafka, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar. En fin, realismo mágico, lo fantástico es subversivo. A través de lo fantástico se podían expresar unas realidades de manera indirecta, igual que en la poesía”, explica la traductora de ambos volúmenes.
Ana Blandiana se opuso a las dictaduras de Gheorghe Gheorghiu-Dej (1947-1964) y de Nicolae Ceaușescu (de 1964 a 1989) y —según Pâtea—, en más de seis décadas de actividad literaria y política, ostenta el récord de tres prohibiciones en Rumania, porque el régimen la consideró, antes de devenir escritora, “hija de un enemigo del pueblo” al ser su padre un sacerdote ortodoxo, un preso político.
De hecho, se considera que el régimen dictatorial de Dej fue peor que el de Ceaușescu.
El origen del seudónimo Ana Blandiana
A los 17 años, Otilia Valeria Coman mandó un poema suyo a un concurso literario de la revista Tribuna ya con su seudónimo de Ana Blandiana, pero por la condición de su padre, las autoridades de la dictadura escribieron una carta a la publicación en donde advertían que a esa autora no se le imprimiría.
“Antes de ser conocida como poeta, Ana Blandiana ya era un nombre prohibido. Así que cuando finalmente debutó una segunda vez, en 1964, ya tenía una aureola entre la gente de que era alguien que había sido prohibida”, subraya la catedrática, que también explica el origen del seudónimo.
El seudónimo de la autora proviene de que Blandiana es el nombre del pueblo de su madre; y Ana, porque rimaba con Blandiana. Y también porque Ana es un nombre simbólico en el folclore rumano.
“Mucha de la literatura rumana es oral e identitaria, es muy importante decirlo. Dentro del folclor, hay una balada acerca de El maestro Manole, un artesano o artista que tiene que construir un monasterio. Pero todo lo que construye de día, se derrumba de noche. No sabe qué hacer. Y recibe así una visión, una señal, una voz que le dice que lo que tiene que hacer es un sacrificio. Y él está de acuerdo en sacrificar a la primera criatura que ve el alba. Pero esa persona es su mujer, que le lleva comida. Entonces, él la empareda, acaba el monasterio y se tira del tejado. Se suicida”, comenta Pâtea.
El sentido de esa balada, agrega la filóloga, es que no hay creación sin sacrificio, es necesario para ello.
“En La arquitectura de las olas (1990), Ana Blandiana escribe ‘Balada’, un poema en el cual ella se identifica con ese maestro Manole. Y en él es tanto la sacrificada Ana como el Manole que tiene que sacrificar a Ana. Y ella se sacrifica de alguna forma por el testimonio que da al escribir acerca de la realidad y de la vida en un Estado totalitario”, explica la traductora y prologuista también de Un ángel manchado de hollín (Galaxia de Gutemberg, 2021), que reúne los libros de Estrella predadora (1985), La arquitectura de las olas (1990) y El reloj sin horas (2016) y poemas de la revista Amfiteatru (1984).
La obra de Ana Blandiana es sui generis, al destacar tanto en la poesía como en la narrativa y el ensayo.
La escritora rumana refirió a Pâtea que cuando la realidad era demasiado fea y demasiado opresiva como para ponerla en poemas, empezó a escribir prosa, aunque se trata de una prosa muy poética igual.
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La especialista en escritores como los románticos ingleses y los estadunidenses Sylvia Plath, T. S. Eliot y Ezra Pound indica que su compatriota también tiene cuatro libros de lo que se llama egoprosa.
“Tiene Falso tratado de manipulación —dentro de esta egoprosa que es un tipo de meditación narrativa, memorialística filosófica— en el que analiza qué es el fenómeno de la manipulación desde el punto de vista conceptual, pero ilustrado con incidentes concretos de su vida. Y, vamos, también es un panorama de la historia de Rumania, de un país totalitario. Y lo que enseña es el mecanismo de cómo funciona un país y cómo también opera la manipulación ideológica. Es un libro de unas 500 páginas”.
Otro libro, sin traducción al español aún como es el caso anterior, es Mi hermano el mundo, que son las experiencias que ha tenido Ana Blandiana fuera de Rumania, como su ida a China o a Francia en el 68.
“Mi hermano el mundo no es un libro de viajes, sino más bien choques culturales. Ana Blandiana es una prosista, una ensayista muy prolífica”, adelanta Viorica Pâtea.
Su más reciente publicación es Más que el pasado, el diario que escribió la intelectual rumana de agosto de 1988 al 12 de diciembre de 1989, el último año de la dictadura. Su publicación, de hecho, fue en septiembre de 2023 para hacerla coincidir con el primer día registrado en el diario: el 31 de agosto.
“Más que el pasado ha sido premiado y es considerado el libro más importante, porque es un documento verídico de la vida bajo la dictadura que hasta aquellos que han vivido esa época han olvidado. Ella misma dice que, leyendo ese diario, había olvidado lo que había vivido”, añade Pâtea.
Sobre por qué todavía no hay traducción al español de ninguno de esos volúmenes, la principal responsable de que se conozca en España y América de la hoy Premio Princesa de Asturias, responde:
“Porque yo he querido traducir primero toda su poesía. Y ahora voy a empezar con la prosa, aunque sí he empezado con la prosa, con sus cuentos, porque eran más fáciles de publicar que la poesía”, dice Pâtea, profesora de literaturas inglesa y estadounidense.
¿Cómo es la conexión de Ana Blandiana, una autora rumana, con el llamado realismo mágico?
Sus cuentos son de realismo mágico. Pero Mijaíl Bulgákov, el autor de El maestro y Margarita, también es realismo mágico. ¿Por qué? Porque en Estados de dictaduras, el realismo mágico es subversivo con la ideología dominante y puede, precisamente porque es mágico y no es realista, expresar unas verdades que de otra forma no las puedes poner, no las podrías decir. En Rumania no hay un término para esto. Antes se decía fantástico o maravilloso, pero yo creo que esto ya es un género.
La narrativa y la poesía de Ana Blandiana son diferentes. ¿Cómo fue traducir ambos géneros?
Su narrativa es muy difícil de traducir. Escribe como William Faulkner: una página es una frase. Y el rumano se presta a eso porque es la lengua romance más parecida al latín, que tiene sufijos que marcan el caso. Y el rumano es igual, hay sufijos para el artículo, para el sustantivo. Otra cosa es que en rumano el gerundio se puede usar con más libertad que en el español. Por ejemplo, cuando tradujimos la prosa de Ana Blandiana, rompemos las frases en varias, las hacemos más cortitas porque en español no hay forma de continuarlas.
Hay algo en que se parecen su prosa y su poesía. La poesía son visiones y la prosa también tiene visiones poéticas. Su narrativa es una prosa muy poética en la que busca la exactitud de la sensación y de la impresión. Parece casi una analista que analiza cada sensación, cada impresión, cada experiencia que tiene. Y esto es lo que hace un poeta: busca la exactitud, la anatomía de la sensación.
En alguna entrevista Ana Blandina dice que no se podía imaginar escribiendo en un mundo donde no estuviera obligada a oponerse. ¿Cómo cambió con la libertad que volvió a Rumania?
Creo que se ha hecho más desengañada. Escribe versos sobre temas más universales, como el tiempo que pasa. Pero hay mucha desilusión. Y también como un despertar a la limitación humana, a la forma en la que nos traicionamos a nosotros mismos, al consumismo que denuncia. Y tiene también una preocupación con el tiempo.
Esta desilusión, ¿a qué la atribuye?
Yo creo que al materialismo en general. Y a la ilusión de la libertad... Ella suele citar mucho una frase de Lech Walesa, que decía que una cosa que descubrió de la libertad es que la palabra en libertad significa menos que en la dictadura. Y es verdad. Es decir, los poetas en los países comunistas eran líderes de opinión. No había partidos políticos. Lo que decían ellos era importante para todo el mundo.
Por eso la importancia de poetas en la URSS como Anna Ajmátova o Osip Mandelstam. Mientras que ahora, cuando la vida es normal, ya los poetas no tienen tanta importancia. Y por eso la importancia de la palabra ha disminuido. Y también la forma en la cual se puede ser manipulado también en libertad. La libertad también indica la libertad para hacer el mal. Que es otra cosa que se descubre.
En Un arcángel manchado de hollín se cita al crítico Alex Ștefănescu, que llama a Ana Blandiana “una inesperada Juana de Arco” en Rumania. Ahora que recibe el premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. ¿Qué diría usted que es Ana Blandiana en Rumania?
Para tener una Juana de Arco tienes que tener un pueblo que te reconozca como Juana de Arco. En un Estado democrático, los héroes son otros: los políticos, los deportistas, los cantantes…
ÁSS