Pasó casi una década para que la historia que Urzula Barba Hopfner (Guadalajara, 1982) empezó en 2016 encarnara en su primer largometraje, Corina (2024), pieza delicada de orfebrería cinematográfica.
Sostenido su personaje por la actuación vital de Naian González Norvind (Nuevo orden, Leona), la productora, editora, guionista y hoy directora tapatía volvió a hacer mancuerna con Samuel Sosa, con quien escribió su corto de 2018, también con nombre de mujer, Camila, y proyecta su segundo filme.
“No tenía muy conscientes ciertos rasgos de Corina, pero supongo que tiene que ver con mi historia personal. Yo me llamo Urzula. Desde niña me han dicho que mi nombre es muy fuerte, y quería hablar de una mujer que tuviera esa característica de la valentía”, dice en vísperas de su cumpleaños en enero.
Esa mujer, Corina, es una joven que vive con su madre, con agorafobia ambas, encerrada en una cuadra de la que no se atreve a cruzar la línea amarilla pintada en la banqueta; sólo sale a la calle para trabajar en la sección de libros de un diario local, donde corrige textos eróticos ambientados en el oeste.
“Ser valiente no significa no tener miedo. Sin duda, Corina es un personaje que tiene miedo, pero logra enfrentarlo a través de la valentía. Quería hablar de un personaje con esos rasgos, con un nombre fuerte”, añade en la entrevista la directora y también editora, que ha trabajado como parte del equipo editorial de Abel (2010) y César Chávez (2014), ambas de Diego Luna.
Ella, Urzula, sufrió hace algunos años un par de ataques agorafóbicos y le pareció interesante cómo los sistemas del organismo pueden paralizarse ante lo que perciben como amenaza que tal vez no existe.
“Me resultó muy atractivo cinematográficamente delimitar el espacio en el que vive Corina para, también cinematográficamente, hablar del miedo”, añade Barba Hopfner, ganadora ya de varios premios con su ópera prima en su paso por festivales, desde su estreno en Guadalajara en junio pasado.
Realizada durante la pandemia casi toda en la ciudad natal de Barba Hopfner, Corina está protagonizada por Naian González Norvind, y con un reparto que incluye a Cristo Fernández, Mariana Giménez, Laura de Ita, Ariana Candela, Carolina Politi, Mónica Bejarano, Ruth Ramos y Elena Gore.
Es curioso cómo la película trata sobre la agorafobia, pero Corina se la pasa afuera de su casa.
Mi película es ciento por ciento ficción. El tono no es realista ni naturalista. Toda Corina está ficcionada: en la utilización de colores, en el tono, se puede apreciar la completa ficción. Y la agorafobia también está ficcionada; la más común es el miedo a salir de tu casa, la que sufre Corina es una agorafobia que ella misma delimitó. En un flashback vemos que su mamá (Carolina Politi) empieza a pedirle que su mundo sea delimitado de alguna forma, y Corina decide no salir de la línea amarilla de la banqueta de la cuadra en la que vive, sus piecitos nunca cruzan esa línea amarilla, lo cual me resulta sumamente cinematográfico. El encierro es personal, ella genera su propio parámetro. Corina sufre burlas en su trabajo. Es una chica diferente y su agorafobia es llevada a lo cinematográfico con texturas y visualmente muy rica.
¿Cómo logró ese reparto para una ópera prima?
Absolutamente todos los actores hicieron casting. Trabajé con Michelle Betancourt como directora de casting y fue una colaboración muy fructífera y bonita. Ella leyó el guión, platicamos acerca de los personajes, del rango de edad, ciertas características ligeramente físicas. Pero, más bien, era importante para mí partir de algo que yo viera en el casting. Y ahora a la distancia me doy cuenta que todos los chicos que quedaron comprendieron la historia de forma sensible y a sus personajes de forma creativa, algo que fue elemental ver en todos ellos.
Naian González Norvind da la impresión de ingenuidad, candidez, pero siempre hace papeles muy fuertes. Corina no fue la excepción.
Me resulta muy importante abordar personajes femeninos complejos, con muchísimas características. Así vivo a mí misma y así vivo a las mujeres que me rodean. A veces puedes tener miedo; a veces, debido a las circunstancias, puedes ser un poquito tímida; pero, en otros momentos, conectas con tu valentía, con tu enojo. Corina es un personaje complejo, con rango, puede ser extremadamente amorosa con su mamá, pero ella sabe que necesita romper cierta lealtad familiar y buscar su destino.
¿Eso le ocurrió a usted en su paso de la edición a la dirección?
Esta respuesta me cuesta un poco de trabajo, porque tendría que hablar de la intuición, de la inspiración y también de una búsqueda creativa, artística, en sí misma. El montaje, durante más de dos décadas, ha sido muy, muy generoso conmigo; me he logrado explorar como artista, como creadora, pero también como colaboradora. Y desde que estuve en la escuela de cine (Centro de Capacitación Cinematográfica), y probablemente desde antes, ya sentía la urgencia por la dirección. Hay una necesidad básica por la creación, por la exploración. Supongo que sólo era cuestión de tiempo para encontrar la valentía de dar el salto de la edición a la dirección.
Y, en su faceta personal, ¿qué encontró en el ámbito de la dirección?
Corina me ha dado muchísimos regalos, experiencias, amistades, colaboraciones creativas que por siempre llevaré en el corazón. Uno de los regalos más grandes que me dio la película es darme cuenta que, para que las cosas fluyan en mi vida, necesito tener el corazón abierto, conectar con una especie de confianza, para poder desde un lugar sin prejuicios escuchar a mis colaboradores y tener una apertura y una presencia para estar detrás del monitor cuando los actores están actuando en set. Eso ha sido fundamental en el proceso de Corina: saber que necesito mantener el corazón abierto para que las cosas en mi vida avancen de la forma en que yo deseo y anhelo que avancen.
El contexto en que vive Corina está inmerso en la literatura, ella quiere ser escritora. ¿Por qué decidió que la literatura estuviera detrás de su personaje? Corina está obligada a corregir novelitas eróticas ambientadas en el oeste, pero su cultura es otra. ¿Qué tiene que ver con usted?
La literatura es fundamental para mí. En el caso de Corina, como lectora se relaciona con absolutamente todo. Como escritora, debido a su personalidad, ella está encasillada en el tipo de literatura que mencionas, con un giro cómico: es una chica que todo mundo percibe como demasiado tímida, la dejan en el peldaño más bajo. Pero era importante que el personaje no se autoconmiserara, que no sintiera lástima por ella misma dentro de su agorafobia. Y eso se lo brinda la literatura, que le permite explorar el mundo desde otro lugar. Corina vive su soledad y su encierro con acceso a las riquezas del mundo que la literatura nos brinda. Ahí me puedo identificar con el personaje, gozo muchísimo de mi soledad, de pronto me paso un poquito de estar sola, estoy demasiadas horas detrás del monitor escribiendo o editando, y mi vida nunca la he considerado como con algún faltante. Y siento que se debe al arte, a la aproximación a las artes plásticas y, sin lugar a dudas, a la literatura.
La película transcurre décadas atrás, cuando no había ni celulares. Hoy todo es visual. Los nuevos públicos privilegian lo visual. ¿Cómo le ha ido a su Corina con esta situación?
Estrenamos Corina en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara en 2024. Y me llamó mucho la atención que gente de 28 años para abajo está adoptando a Corina como ninguna otra generación, están conectando con el filme de forma muy conmovedora. Siento que, como sociedad, vivimos ciclos y de pronto nos podemos alejar de algo y luego regresamos. Me ha llamado muchísimo la atención que las nuevas generaciones se están aproximando a los objetos físicos de antes con mucha curiosidad: a los casetes de los 90, a los vinilos de los 70 y 80; ya ven el objeto como algo nostálgico, con mucha curiosidad, como objeto artístico incluso. Tengo fe en que como sociedad, humanidad, vamos a regresar a los libros, tampoco creo que nos hayamos alejado tanto, la literatura es parte de nosotros.
En el lema del poster de Corina tachan “cambiar” y ponen “editar”. “Siempre puedes cambiar editar la realidad”. ¿Cuál es la diferencia entre ambas para usted?
“Cambiar” tiene una connotación negativa, como si algo en tu vida estuviera, en esencia, mal. Siento que “editar” viene con una connotación de aceptación. Para dirigir nuestra vida hacia donde queramos, tiene que haber un juego entre la aceptación y el agradecimiento que ya vivimos para de ahí generar un estado creativo y formar nuestro propio camino, como bien sugiere el poster: “editar nuestra realidad”.
¿Qué editaría de la realidad como artista, usted con tanta experiencia como editora?
Estoy muy agradecida por todo lo que está pasando con Corina. El público y la prensa se están aproximando con muchísimo cariño. Me encantaría más bien decir que no cambiaría nada, estoy profundamente agradecida con mi momento presente. Quisiera este momento para agradecer. Vienen muchas cosas muy padres, tengo un guion para mi segunda película, que me tiene muy entusiasmada y completamente aterrada también, en el que sigo colaborando con Samuel Sosa; y un proyecto de serie con el que quiero colaborar con grandes escritores y directoras también. Estoy muy entusiasmada.
AQ