E. P. Thompson, historiador cáustico y delicado

Ensayo

Figura sin par en el pensamiento de izquierda, fue uno de los líderes más prominentes del movimiento pacifista en el siglo XX.

E. P. Thompson, historiador y pacifista británico. (Especial)
Carlos Illades
Ciudad de México /

La obra de Edward Palmer Thompson (1924-1993) resiste el paso del tiempo. Muy leída y celebrada, sobrevivió al colapso socialista y a la llamada crisis de la disciplina histórica favorecida por el giro lingüístico. La historia del trabajo de las “últimas dos décadas puede interpretarse como un diálogo con Thompson”, escribió hace varios años William H. Sewell Jr. Ni una muerte prematura ni la condición de outsider de un campo del saber marcadamente conservador le impidieron a Thompson ser el historiador contemporáneo más citado. Tal vez muy pocos coincidirían hoy con la temeraria sentencia de Tony Judt dictada en 2006: “nadie que lo lea, podría considerar seriamente a E. P. Thompson”.

Militante comunista desde 1942, enlistado en el Ejército en la Segunda Guerra Mundial, tutor de inglés en el Departamento de Extensión Universitaria en la Universidad de Leeds desde finales de los cuarenta, cofundador de la New Left Review en 1960, en Halifax el historiador oxoniense y su esposa Dorothy Towers se incorporaron al Grupo de Historiadores del Partido Comunista (1946-1956) que reunía en torno de la editora y activista Donna Torr no únicamente a historiadores universitarios sino a docentes de todo el país, algunos de ellos futuras luminarias de la historiografía mundial. La intervención de la Unión Soviética en Hungría (1956) fue la cisura que disolvió al Grupo de Historiadores del Partido Comunista, hizo que sus miembros más destacados —salvo Maurice Dobb, Hobsbawm y Arthur Leslie Morton— abandonaran el partido y que Thompson modificara su perspectiva historiográfica.

Para entonces, Thompson había diagnosticado las causas de “la Gran Apatía”, ánimo dominante en la sociedad británica, y brindado la posible salida del marasmo: de un lado, los intelectuales se habían retirado del activismo político; del otro, el movimiento obrero se burocratizó. También advertía el profesor extramuros “la esclavitud del alma humana hacia la banalidad material”, si bien veía la esperanzadora “emergencia del humanismo socialista como una fuerza intelectual y política efectiva en el mundo comunista”. Con ello, el hombre y las mujeres reales recuperarían la centralidad en “la teoría y la aspiración socialista”.

En el periodo 1948-1965 Thompson enseñó como profesor extramuros, fue responsable de la educación para adultos en North Riding, e impartió cursos de extensión cultural sobre historia social y literatura inglesa en la Workers Educational Association. Los reportes sobre sus dieciséis años como profesor extramuros hablan de un hombre irónico, autocrítico, pragmático, generoso y entusiasta. Quienes entonces convivieron con él lo recuerdan “como un brillante activista originario de Yorkshire, apuesto, apasionado y sumamente dotado para la oratoria y, según los alumnos de las clases nocturnas, un ‘camarada alto y fuerte’ excesivamente cargado de energía nerviosa, que explicaba los poemas de William Blake”.

Las tutorías académicas hicieron a Thompson viajar largas distancias a lo largo de Yorkshire, las cuales le sirvieron para consultar los archivos locales donde reunió una formidable base documental para sus estudios sobre la sociedad inglesa de los siglos XVIII y XIX, mientras que en el Museo Británico consultaba libros y documentos. Cuando iba a Londres a investigar, el profesor extramuros llegaba a la casa de Perry Anderson en Tailbot Road. Un día, cuenta éste, “al volver a casa una tarde en las últimas semanas de 1962, me encontré una botella de vino en la habitación vacía, con una nota debajo. Edward Thompson terminaba la redacción de La formación de la clase obrera en Inglaterra”.

Thompson, Raymond Williams, Michel Barratt-Brown y Stuart Hall publicaron May Day Manifesto 1968, documento de protesta contra la política del gobierno laborista. Aunque alejadas geográficamente otras causas merecieron su atención y tocaron su sensibilidad, como la tragedia chilena del 11 de septiembre de 1973, que lo llevó incluso a escribir un poema en homenaje a Salvador Allende donde destacó su compromiso con los trabajadores, la gente pobre de “los altos pastizales andinos”, haciendo suya su derrota: “el fracaso te asemeja a nosotros, a nuestra clase de hombre”. Durante el relanzamiento de la Guerra fría en los ochenta, el historiador oxoniense se incorporó de tiempo completo al movimiento pacifista europeo del que llegó a ser uno de sus líderes más prominentes. El compromiso lo alejó por una década de la historiografía. A pesar de que había retrasado considerablemente sus investigaciones —decía—, “no me arrepiento de ello: estoy convencido de que el movimiento pacifista contribuyó en gran medida a la desaparición de la Guerra fría, que había descendido como una nube contaminante sobre todos los campos de la vida política e intelectual”.

Al finalizar la década de 1980, Thompson estuvo hospitalizado en Nueva York por un mal en su sistema inmunológico que contrajo en sus constantes viajes en favor de la causa pacifista. Una breve mejoría le permitió trabajar por un tiempo en universidades de Canadá (Queens) e Inglaterra (Manchester). Sin embargo, estaba gravemente enfermo, lo que lo obligó a interrumpir reiteradamente sus investigaciones. En el jardín de su casa en Upper Wick, cerca de Worcestershire, encontró la muerte el 28 de agosto de 1993 a los 69 años de edad. Dos historiadores eminentes de generaciones distintas, quienes lo conocieron, trataron, admiraron, disfrutaron y padecieron su habitual acidez y mal genio, ofrecieron un testimonio de sus inmensas capacidades y de su aporte a la historiografía de la segunda mitad del siglo XX. Eric J. Hosbsbawm escribió en el obituario de Thompson que “tenía la capacidad de producir algo que era cualitativamente diferente de lo que escribíamos los otros y que es imposible medir en la misma escala. Llamémosle simplemente genio”. Para Perry Anderson “la maravillosa variedad de timbre y ritmo que, en sus mejores momentos, domina la escritura de Thompson —apasionada, alegre, cáustica y delicada, considerada y coloquial— no tiene par en el seno de la izquierda. Asimismo, el logro estrictamente histórico de la serie de estudios sobre los siglos XVIII y XIX… constituye, quizá, el producto más original del corpus de la historiografía marxista inglesa al que han contribuido tantos eruditos de talento”.

Carlos Illades

Profesor distinguido de la UAM y miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia. Autor de ‘Por la izquierda. Intelectuales socialistas en México’ (Akal, 2023) y de ‘La revolución imaginaria. El obradorismo y el futuro de la izquierda en México’ (Océano, 2024).

AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.