Elsa Cross: el mundo es un leve parpadeo

Literatura

En la poesía de la autora de ‘Nepantla’ convergen la filosofía, los mitos, los cultos mistéricos, creando verdaderas revelaciones a través de una obra única y singular.

Elsa Cross, poeta mexicana. (Foto: Jorge Carballo)
León Guillermo Gutiérrez
Ciudad de México /

Hablar de la poesía de Elsa Cross es hablar de una vasta obra iniciada hace seis décadas donde la poesía ha sido mediadora y depositaria de una búsqueda fundamentalmente poética, intelectual y espiritual, poesía donde convergen la filosofía, los mitos, los cultos mistéricos, creando verdaderas revelaciones a través de una poesía única y singular. Como señala Angélica Tornero, la poesía de Elsa Cross es la “Alquimia para alcanzar el misterio”. Su primer libro, una breve plaquette, Naxos, apareció en 1966, y de ahí se han sucedido más de treinta títulos. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y se encuentra en innumerables antologías nacionales e internacionales. Recientemente obtuvo el Premio Internacional Alfonso Reyes, y el Premio Mazatlán de Literatura. Son muchos los críticos y estudiosos que se han ocupado de su quehacer poético. Álvaro Mutis ya había reconocido su importancia y escribió:

“Hay en esta poesía una presencia del mundo que nos rodea, de la naturaleza y sus misterios, que se ha hecho cada día más rara y menos profunda en los poetas de nuestro continente. La poesía de Elsa Cross tiene una condición visionaria que es para mí esencial en la poesía llamada a permanecer en la memoria de los hombres”.

Elsa Cross, en su libro Nepantla (Era, 2019), escribe a manera de epígrafe la definición de la palabra de origen náhuatl: “en medio; estar en medio”. El extenso poema está dividido en cuatro apartados; tres de ellos integrados por nueve poemas, el otro en siete. Cada poema está infundido de una atmósfera atravesada por el mito, el símbolo, la imagen, por obra de la belleza de la palabra. El poema es el lugar de encuentro donde “Los caminos se cierran / o se abren” […] pero también “donde aquí es allá / adentro es afuera / arriba es abajo”, y que en sí encierra una multiplicidad de significaciones más cercanas a una duda o afirmación existencial. De todos es conocida la erudición de Elsa Cross, hago la referencia, porque la poeta, doctora en filosofía, en sus traducciones y libros de ensayos ha puesto de manifiesto su profundo conocimiento de la cultura y poesía de Occidente y de Oriente. En su obra poética el mundo helénico y el del lejano oriente, particularmente el de la India, son de capital importancia. También ha estado presente la cultura prehispánica, la que permea el sentido de este poema.

Ahora bien: en medio, estar en medio, nos remite a Dante Alighieri, quien inicia el primer canto del infierno de la Divina Comedia con estas palabras: “En medio del camino de nuestra vida me encontré por una selva oscura, porque la recta vía era perdida”. El poeta Carlos Pellicer, dirá en los versos que inauguran su primer libro, Colores en el mar y otros poemas, a la manera de Alighieri: “En medio de la dicha de mi vida / deténgome a decir que el mundo es bueno / por la divina sangre de la herida”. Para los dos poetas la medianía de la existencia colectiva e individual, es vista desde ópticas muy diferentes, mientras que para el primero es una selva oscura, para el otro significa la dicha de su amor por Cristo. Alighieri y Pellicer dejan testimonio poético de una reflexión, que bien podría ser universal, porque: en medio, estar en medio, es una constante de la experiencia de la vida humana. Como escribe Elsa Cross, siempre estamos: “Entre el comienzo y el fin”, “Entre lo que se sabe / y lo que no”, “Entre lo que aparece / y se disipa”.

Elsa Cross, abre el poemario con los versos: “No aquí / No todavía allá”. Nuestra asociación es inmediata con el rey poeta, Nezahualcóyotl, quien canta: “No para siempre en la tierra: / solo un poco aquí”. La misma poeta señala: “Algunas de las imágenes están en deuda con el trabajo de Antonio García de León, ‘El Dios de maíz: perspectivas teóricas de un mito de sobrevivencia’”. Pero su poesía va más allá, la dualidad permite estimar el valor preciso de las cosas, así leemos: “se avistan las dos orillas / sin llegar a ninguna”. De esta forma el sentido gira hacia “ese espacio intermedio”, donde: “No aquí / No todavía allá”, se vuelve una incógnita, en un estar en medio. Y qué es estar en medio, puede ser de tiempo o de espacio, pero creo que se ajusta más bien a un estado del ser, que siempre está en proceso, ya sea de una revelación, de una experiencia iniciática, entre la vida y la muerte. Es el saber y el sentir que en la palabra Nepantla se encuentran: “sellos no descifrables / en esos sedimentos de conciencia” […] “Entre lo que se llena / y se vacía”. La poeta nos lleva a arduos cuestionamientos de ese estar en medio, donde la resolución es la infinidad de posibilidades. De ahí: “Nepantla / entre la luz y el párpado / entre el blanco / y la flecha / entre el pez volador/ y la gaviota”.

Nezahualcóyotl pregunta: “¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?”, mientras Elsa Cross pregunta: “¿Y somos lo que se queda / o lo que se va? ¿Una vaina vacía / o semillas flotantes / que remontan la noche?”. Los dos poetas cuestionan la vida en la tierra como única existencia. No sólo eso, Cross afirma: “La intolerable belleza/ de la muerte”, y más adelante: “Nacen las cosas enamoradas de su muerte”. Lo instantáneo de la vida lo condensa en un verso a manera de aforismo: “El mundo es un leve parpadeo”.

Leer Nepantla de Elsa Cross, nos recuerda a Baltazar Gracián, quien dice: “Llevar sus cosas con suspensión”, lo que en palabras del jesuita del siglo XVII: “Aun en el darse a entender se ha de huir la llaneza”. Porque la poesía de Elsa Cross está alejada de toda llaneza: los mitos, los símbolos e imágenes requieren de más de una lectura para que entreguen su significado y dimensión, en una poesía cada vez más depurada, más contundente. Paradójicamente, complejidad y sencillez se convierten en las aguas que juntan las dos orillas del río.

El libro compuesto por treinta y cuatro poemas, tiene el acierto de la concisión del lenguaje, que junto con el verso breve le dan un lejano parecido a la poesía oriental, también en su intención sintética y profunda. A lo largo del libro transcurren incesantes el sueño y el río, la vida y la muerte. Quizás la última parte con la que cierra la segunda división resume la preocupación poética y filosófica de todo el poemario. Dice así:

A la mitad del río

gira el sueño fragmentado

                                      en las aguas revueltas

rompe simetrías

nace y muere en lo oscuro

                                      a cada instante

     Sueño o entresueño de esta vida

                    ese instante

entre lo que termina

                          y lo que no acaba de empezar.

Para terminar, no puedo pasar por alto el cúmulo de aves e insectos presentes en el poema: gaviotas, luciérnagas, mariposas, pájaros, colibríes, alcaravanes, águilas, abejas, libélulas, loros; los que imprimen en el poema un sentido casi alado, metafísico.

AQ

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