Museos: la hora de la definición

Artes visuales

Reforzar vínculos con las comunidades, hallar nuevas formas de acercarse a sus públicos, pensarse como espacios de reflexión, son algunas tareas que enfrentan en la nueva normalidad.

Fachada del Museo Universitario del Chopo. (Foto: Mónica González | MILENIO)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

A principios de junio, el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, reiteró la importancia de los museos como un espacio de cura de los afectos. A mediados de abril, el especialista András Szántó explicó por qué los museos debían ser los primeros en reabrir y cómo este hecho nos ayudaría a recuperar el sentido de normalidad.

A finales de mayo reabrió The Museum of Fine Arts Houston, el primero en suelo estadunidense; el 1 de junio, los museos del Vaticano; el Museo del Prado lo hizo el 6 con 33 por ciento de su aforo normal; el 8 de julio la National Gallery de Londres abrió sus puertas. En cambio el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio postergó el regreso planeado para finales de julio y aunque no hay fechas oficiales, el MET ya anunció su reapertura para el 29 de agosto, mientras que en la Ciudad de México el pasado 7 de agosto la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anticipó la reapertura, una tan abrupta como el cierre. Sin embargo, la UNAM ha anunciado que los museos universitarios y las actividades presenciales regresarán escalonadamente, dos semanas después del semáforo amarillo, muy pocos, como el Soumaya y la galería multimedia, instalada en el Monumento a la Madre, donde se exhibe la muestra “Van Gogh Alive The Experience”, le tomaron la palabra y la red de museos del INBA e INAH reabrirá el 19 de agosto.


El idioma del siglo XXI

¿Cómo han cambiado estos espacios? El impacto variará de un museo a otro, sobre ello charlamos con Tatiana Cuevas, directora del Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) y Pacho Paredes, director del Museo Universitario del Chopo.

Quizá lo que tenemos que asumir es que “no va a cambiar”, sino que, como afirma Paredes, “cambió de manera inmediata cuando entramos al confinamiento”. Como se ha analizado en distintos foros nacionales e internacionales, webinars y conferencias, no se trata “simplemente” de migrar a la web. Esta crisis, como señala Szántó, más que crear nuevas condiciones, está acelerando innovaciones y la necesidad anteponer una definición de museo que hable el idioma del siglo XXI, como ha insistido la curadora danesa Jette Sandahl, presidenta del comité permanente sobre la “Definición de museo, perspectivas y posibilidades” del Consejo Internacional de Museos (ICOM), que en septiembre de 2019 presentó una propuesta que se incluía los términos justicia social, igualdad global y bienestar planetario; se argumentó que era “demasiado política” por lo que la votación pospuso… Sin una definición actual, la institución museo se está enfrentando a esta pandemia. Una experiencia que sacudido al término museo en su genérico y en su especificidad, en lo operativo, lo económico y en ¿su función?

De acuerdo con Paredes, es necesario diferenciar entre los museos públicos y los privados “y luego a los museos de masas y a los que no basan su economía material y simbólica en torno a una audiencia masiva”. Tanto el Chopo como el MACG son museos públicos, sin fines de lucro, el primero universitario y el segundo perteneciente a la red de museos del INBAL.

Tatiana Cuevas comenta que “más allá de lo que tenemos que resolver en términos de protocolos, primero está el reforzamiento, más que replanteamiento, de nuestra misión como agentes de vinculación social, de enseñanza, de reflexión y generadores de un pensamiento crítico. En este momento que nos está tocando vivir se está cancelando de la idea el museo como mausoleo y preservador eterno de una memoria anquilosada; si bien esto ya se viene revisando desde hace décadas, al igual que el enfoque del museo como plataforma de educación, hoy el MACG se propone como un nodo de encuentro, de reflexión y de construcción de conocimientos en común”. Que a partir del encierro tuvo que reflejarse en el espacio virtual.

En el Chopo, explica Paredes, “aprovechamos ciertas líneas de trabajo que ya teníamos enunciadas. Desde 2012 planteamos una página web no como un boletín informativo sino como una plataforma donde suceden cosas, con el ideal de que las exposiciones se extendieran. Con el confinamiento de inmediato reactivamos archivos de registro de actividades pasadas, como la charla con Nick Cave o los diálogos de Magali Lara con los protagonistas de su generación realizados en paralelo a la muestra. Asimismo, desarrollamos acciones virtuales específicas como Romper el tiempo. Diálogos desde el aislamiento, una serie de conferencias de practicantes y teóricos de las artes vivas de distintas partes del orbe, a quienes desde fechas muy tempranas se les pidió se grabaran a sí mismos reflexionando entorno a situación de estas artes vivas en la pandemia y su futuro. Migramos los talleres libres a la web y diseñamos nuevos, como el de Twitter ficciones, y tutoriales, por ejemplo, para bailar vogue, como corolario de “Elements of Vogue”, muestra clausurada el 8 de marzo. Otra línea de trabajo fue una serie de acciones participativas como la convocatoria para retratar los pájaros desde las ventanas, a partir de la pieza ‘Vuelo a la jaula abierta’ de Jerónimo Haggerman o el concurso de pintura infantil, ‘Mi experiencia desde el confinamiento’, que partió de la idea de que para los niños dibujar es una manera de reordenar cognitiva y emocional las experiencias, con la intención de ayudar a sobrellevar la situación”.

Si bien, como señala Cuevas, este tipo de experiencias ya se venían analizando, “la migración de nuestros programas a la virtualidad implicó un cambio importante, que nos ha hecho repensar cuestiones tan básicas como que los materiales que manejábamos y generábamos para las redes eran una invitación, un llamado o un complemento para las exposiciones, nos vimos encaminados a generar contenidos que no suplieran la experiencia del espacio, porque la experiencia de contemplar una obra, nunca se podrá suplir, pero sí creamos recorridos que permitieran tener un enfoque distinto al físico, que incluyeran un análisis o un comentario del curador, o como en el caso de Luis Felipe Fabre que subimos una lectura de poesía para acompañar a los materiales desplegados en la exhibición. La tecnología nos ha ayudado a potenciar nuestra labor; aunque ya nos pasaba que en un conversatorio llegaban 20 personas pero estaban conectadas 150. Ahora, esta vertiente se confirma como una plataforma de contacto fundamental para exponer materiales, contenidos, líneas de pensamiento y de conversación. Para nosotros es una oportunidad para analizar desde otro sitio, así cuando podamos abrir nuevamente al público, nos tocará ser estos espacios donde no sólo cumplamos protocolos, como se hará, sino que busquemos potenciar una reflexión en lo físico y en lo virtual sobre lo que significará a partir de ahora la convivencia social y la experimentación de un espacio museístico en lo individual”.

El confinamiento desafió, como señala Paredes, “nuestras condiciones y limitaciones diarias desde los custodios, los trabajadores de base que cuidan al museo, la limpieza que implica sanitizarlo recurrentemente aunque esté cerrado, el reto que ha enfrentado el área administrativa... Nuestras primeras semanas fueron intensas para asegurarnos de que todos pudieran quedarse en casa, el trabajo fue épico, inauguramos en la red, la pieza de Marco Rountree, y en cuanto regresemos. lo haremos en el museo, nos queda claro que seguiremos desarrollando una línea complementaria de lo presencial bajo la lógica que ya veníamos trabajando desde 2012, y a su vez vislumbramos que tendremos que desarrollar actividades de programa público de reflexión y de formación, siempre considerando que somos un museo de proyectos colaborativos y participativos con las distintas comunidades. Creemos que va a haber mucha reflexión en torno a la práctica de las artes visuales, vivas y de los espacios independientes”.


El museo y la comunidad

Los museos están cambiando, no sólo por la hibridación entre los espacios físicos y virtuales, sino también por la recuperación de su identidad territorial. Este entrecruzamiento obliga a profundizar el concepto museo, dice Tatiana, “como un espacio de retroalimentación en donde ya no nos consideramos como agentes que tenemos la única voz y que damos una interpretación sobre lo que está desplegado en los muros, sino que estamos invitando al público a hablar, a dar su opinión. Cuando tomé la dirección nos propusimos ampliarnos para ser un museo de barrio y vincularnos con la comunidad inmediata y, entendiendo la complejidad de esta ciudad, encontrarnos con el entorno para construir una comunidad real que pueda sentir que el museo es suyo, un espacio de intercambio de ideas, para conocer, para aprender y para contribuir. Queremos que la sociedad se involucre no sólo en la visita o en la aportación monetaria, sino creando una colaboración activa que genere experiencia y reflexión... Ser un espacio que aprecias porque te ayuda a generar ideas”.

Esta necesidad de trabajo colaborativo con las comunidades que rodean al museo —y otras que se encuentran en él— ha sido un principio del Chopo desde los ochenta, cuando este trabajo comunitario, como menciona Pacho, quizá no fue resultado de una acción programática “sino de una sensibilidad al momento histórico y contexto inmediato político, social y territorial. Un museo en el norte de la ciudad, siempre abierto a las ofertas culturales de la zona asociadas a los movimientos sociales y de género y subculturales, acciones que tuvieron una respuesta muy potente por parte de los públicos, que a partir de 2012 propone un programa estratégico y una misión y visión que implica un cruce de todas sus áreas de trabajo y reflexión en torno a y con las distintas comunidades con las cuales entramos en relación a partir de proyectos específicos”… O de otros como “Alrededor del museo”, que impulsa la economía local y forma parte del programa transversal “Qué pasa en el barrio”, que trabaja colaborativamente con comunidades de barrio simbólicas.

“Estamos trabajando con la conciencia de ser agentes activos en el mantenimiento de una circulación económica en el medio cultural. Queremos proyectos que, además, respondan a la necesidad de intercambiar ideas; por ejemplo, tenemos una valla en la esquina de Revolución y Altavista donde queremos que no sea sólo el letrero del museo sino que comparta reflexiones, la cual será una pieza comisionada. Estamos pensando en este tipo de comisiones y en el uso de herramientas de mediación más allá de los códigos QR. Queremos mejorar la recepción, hacer que todos los miembros del equipo participemos de la bienvenida a los públicos para promover la sensación de seguridad, cuidado, respeto y que los visitantes aprendan que también ellos nos tienen que cuidar. Si tendremos que repartir caretas, éstas formarán parte de la experiencia del visitante, para humanizarla y generar una cultura de amabilidad, de pensamiento crítico que analice y construya”.


Tiempo de repensar

Se ha discutido mucho sobre la importancia de la sanitización, el propio ICOM ha delineado acciones y recomendaciones, la experiencia de los que ya abrieron servirá a los que van detrás, pero el impacto afectará todas las áreas. Las exposiciones estarán más tiempo en exhibición simplemente porque habrá menos público al día y por metro, y deberán asegurarnos la oportunidad de la contemplación.

Los montajes tendrán que incluir la sana distancia, acceso a gel en las salas, las museografías tendrán muros muy limpios, que se ajustaran a los protocolos que se trabajan desde Difusión Cultural UNAM y en la Red de Museos del INBAL. “Medidas sanitarias que afectarán la programación. Todo se tendrá que repensar”, reflexiona Pacho, “aunque quisiera dejar claro que somos un museo que todo el tiempo se está repensando como museo, quizá porque funcionamos como centro cultural y ofrecemos talleres comunitarios que aunque no correspondan a nuestras prácticas museales tienen una importancia en las comunidades del barrio y otras más lejanas. Este pasado histórico nos hace estar todo el tiempo replanteándonos. Para nosotros el museo es un dispositivo problemático per se”.

Tal vez el secreto estará en darle la vuelta a la limitante, como apunta Tatiana, y reconstruir el espacio individual afectivamente. “La posibilidad de ver arte de manera solitaria, puede enriquecernos, si rebasamos esta restricción y lo consideramos como un potencial para entender cómo percibo yo, qué es lo que analizo, también podemos reflexionar por ejemplo qué implica llevar un cubrebocas, cómo se oye nuestra voz. Queremos que el visitante reflexione sobre el entendimiento de su cuerpo, del cuerpo del otro y de cómo te relacionas con el espacio con estas restricciones y sin éstas. Hoy más que nunca los museos tenemos la misión de reconstituir esta vinculación social, podemos ser destellos de reflexión, de esperanza, que el museo pueda volverse una especie de refugio, donde podamos discutir cómo queremos construir lo que sigue. No vamos a cambiar por completo, sino que vamos a potenciar lo que ya sabemos que somos”.

Y aunque la salud es primero, también está el tema económico. Habrá que sumar a los gastos los costos de sanitización recurrente, y no nada más eso, los apoyos a los museos disminuirán a nivel mundial, así que quizá se tendrán que achicar ciertos proyectos para no depender de la procuración de fondos, la cual, por supuesto, van a procurar. Quizá hasta se tengan que posponer proyectos internacionales por restricciones para los traslados de obra. La realidad señala un viraje a lo local y enfocarse en atender a los públicos en la complejidad del momento.

En este sentido, Pacho reitera una diferencia entre las políticas convencionales de gestión que asumen a los museos como espacios de conservación, resguardo, custodia, difusión y, por lo tanto, educación y formación de públicos, pero “en nuestro caso”, dice, “nunca nos estamos cuestionando cómo llegar a los públicos sino que tratamos de pensar con ellos”.

Otra historia es el MACG, Tatiana Cuevas lo confirma:

“Los públicos son nuestra prioridad ahora potenciaremos esfuerzos para promover mayor análisis. Estar más activos, ser agentes que reciben y que dan siempre en intercambio, todo ya lo veníamos trabajando, pero ahora los identificamos con mayor esperanza y sentido que antes. Antes era un hecho, ahora también es una necesidad”.

Queda claro que todos los museos se tendrán que reinventar partiendo de lo que ya son. Cómo acceder a los públicos, sin importar que se les piense desde fuera o dentro, es un tema que sigue ahí, exhibiendo que es un espacio de mediación con virtudes pero que también requiere, más que una redefinición, muchas reinvenciones particulares. Saber que no hay fórmulas ni planes claros, la certeza de la problematización es quizá la revitalización que hacía falta. Siempre habrá problemas, pero como afirma Cuevas: “la capacidad creativa de poder construir una nueva realidad es lo que nos quitará el miedo”.

​ÁSS

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