Orlando Mondragón: “En la magia convergen la poesía y la medicina”

Entrevista

A sus 29 años, es el más joven ganador del premio Loewe con Cuadernos de patología humana, donde sutura con fineza los géneros de la poesía, la crónica y la autobiografía.

Orlando Mondragón, poeta y médico cirujano. (Foto: Ariana Pérez | MILENIO)
Adriana Cortés Koloffon
Ciudad de México /

Orlando Mondragón lleva su poesía tatuada en el cuerpo: una mariposa negra, una planta de belladona, el Minotauro, una serpiente, símbolo de renovación cuando cambia de piel; el andrógino; uno de los primeros grabados de De Humani Corporis Fabrica de Vesalio y la “flor y el canto” —la poesía para los nahuas. Vida, muerte, medicina y homosexualidad en sus brazos.

El médico, actualmente residente en el Hospital de Psiquiatría Fray Bernardino Álvarez, es a sus 29 años el poeta más joven en obtener el prestigioso premio Loewe en su emisión XXXIV con Cuadernos de patología humana (Visor de Poesía, 2022) donde sutura con fineza los géneros de la poesía, la crónica y la autobiografía. Dos caras de una misma moneda son para él medicina y poesía en cuanto a “la búsqueda de la belleza”, sostiene. Apela tanto al poder curativo de la palabra —“es indagación, anamnesis, recordar” — como destructor: “Una sola palabra puede derrumbar el mundo interno de alguien”, advierte. Orlando Mondragón, también es autor de Epicedio al padre (IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura; Editorial Elefanta, 2017) donde alude a su homosexualidad, libro que “nace con mucho enojo, con ganas de cierta revancha frente a la sociedad que me había tocado vivir”, afirma.

—¿Con Epicedio intentó tender un puente con su padre?

Soy de un pueblito del estado de Guerrero. Yo quería plantarme frente a mi familia sobre mi condición de homosexual, de la que me di cuenta desde muy pequeño. La ficción del padre moribundo en Epicedio… no es ajeno a mi biografía, yo tuve un abuelo enfermo a quien tuve que cuidar en mi adolescencia. Sin embargo, mi padre sigue vivo. Ponerme frente a él muriendo en este libro era una manera de encontrar una vía en la cual la convivencia fuera ineludible para dialogar entre nosotros dos. No era la intención primera que sirviera para sanar esa relación, pero sí funcionó como un aliciente para conversar las cosas de manera distinta con mi familia. La relación con ella es más fluida, ya no se da con esos silencios condenatorios sobre mis preferencias sexuales. Fue un puente doloroso, un poemario muy narrativo, uno de los primeros que me planteé como un libro-proyecto cohesionado por una misma temática, lo que me facilitaría mucho al escribir Cuadernos de patología humana.

—¿La sombra de Apolo presente en su obra y en su trabajo como psiquiatra?

Tiene mucho que ver porque justo en los templos de Apolo se daba esta danza muy inquieta que era la propia catarsis y a través de la palabra se buscaba sanar; creo que es la convergencia entre la poesía y la medicina, ese primer germen que fue la magia. La palabra sanadora mediante la oración buscaba restaurar la desarmonía del cuerpo. Hipócrates decía que la enfermedad era una desarmonía que afeaba el cuerpo y que la tarea del médico era restaurar la belleza de las formas del cuerpo. En esa búsqueda de la belleza está la esperanza, acaso representable con la imagen de una sutura de un cuerpo que pasa por un momento doloroso con la esperanza de que va a restaurarse.

Cuadernos… se divide en “Suturas” y capítulos.

La idea inicial del libro nació desde el Programa de Apoyo Artístico de Guerrero (2018) que consistía en hacer un recorrido de una noche de guardia y después vinieron esta suerte de prosas poéticas. Les di el título de “Suturas” porque creo que es el hilo conductor que le da cohesión a todas las experiencias y reflexiones.

—“El mundo entero es nuestro hospital”, ¿por qué el epígrafe?

T.S. Eliot fue una gran influencia para escribir este libro. En su Cuarteto escribe que el mundo es una entidad de dolor, pero también de sanación y me encanta porque allí mismo tiene a cirujanos y este microcosmos que es un hospital se puede trasladar más allá de sus paredes hacia el exterior. Fue la piedra detonante para Cuadernos… igual que Hospital británico de Héctor Viel Temperley, un libro más expansivo, muy experimental. Hay cierta tradición del relato clínico. Creo que la medicina se presta a este tipo de relatos porque el médico siempre está frente a un cuerpo vulnerable en ese hilo donde enfrenta a la muerte y a la vida.

Portada de 'Cuadernos de patología humana', de Orlando Mondragón. (Loewe Fundación)

—¿Y los colores azul y rojo en Cuadernos…?

En los hospitales prevalece el blanco asociado con lo puro, lo aséptico y el contraste es el rojo. Siempre que hay un atisbo de rojo se trata de una urgencia: la sangre vinculada con la muerte, pero también la vida al momento de nacer o de suturar. El azul se asocia más con el cuerpo recién muerto.

—¿Sutura los relatos de sus pacientes?

Creo que no logro separar al médico del poeta. ¡No es como si de noche sea Mr. Hyde y me dedique a escribir y de día Dr. Jekyll y me dedique a sanar! Hay palabras que tienen una profunda humanidad y eso es lo que me orilla a escribir un poema. ¿La métrica? En Cuadernos… opté por el verso libre, es un ritmo que surgió y que fue marcando el propio libro en el momento de la escritura.

—¿Introduce también a los personajes secundarios de un hospital?

Creo que tenemos la idea de que el médico es el principal protagonista de este microcosmos que es un hospital, pero es una especie de enjambre, una sociedad muy estructurada donde cada elemento es irremplazable: los camilleros, los intendentes, los conductores de ambulancia, las enfermeras, todos tienen un propósito muy específico sin el cual todo lo demás se entorpece.

—¿Cuál fue su experiencia como tallerista con los alumnos del sector salud de la UNAM, en 2021, quienes hacían sus prácticas médicas en hospitales durante el momento más crítico de la pandemia? Fue muy conmovedor para mí el haber escuchado su proceso de creación en ese taller que yo coordiné.

Muy buena. La voluntad creadora allí está. Era un tema muy delimitado, estar frente a los pacientes en la pandemia. Avanzaban primero con mucha timidez y angustia, pero a través de estos recursos propios de la poesía creo que se hicieron textos muy bellos. Están reunidos en Primera línea. Crónicas y poemas escritos por el personal de salud.

AQ

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