Incesante. Los caminos vislumbran preguntas como oficio. Óscar Alarcón instala el clavo a la cruz, la ratifica, a través de Laberintos. Entrevistas (Ed. BUAP 2022). Queda de manifiesto que el periodista-escritor nació para ejercer el oficio.
Un manual de la entrevista periodística. La inteligencia y la auscultación de los temas, los títulos que su mirada eligen y de los cuales emanan posteriormente las conversaciones que acuerpan el libro mencionado. No hay una coma de más, ni un punto de menos.
La vitalidad en un objeto, la generosa dedicación; en las aulas de las escuelas de periodismo este título quedaría como anillo al dedo. Mientras esto ocurre, o no, aquí una conversación con Óscar Alarcón:
¿Por qué hacer periodismo y, sobre todo: por qué hacer entrevistas?
Hace años, el fotógrafo Pascual Borzelli Iglesias me fue enseñando el mundo del periodismo. Con él aprendí a buscar las notas en el mundo literario. Después, en el mundo cultural.
En la Ciudad de México íbamos a exposiciones, presentaciones de libros, funerales y todo aquello que le incumbiera a la cultura. Así descubrí una increíble fascinación por informar.
Me di cuenta que la pluma era muy poderosa, pareciera un lugar común, pero es necesario decírselo a todos los que están iniciando en el periodismo.
Recuerdo haber cubierto una presentación en donde Súper Barrio era uno de los protagonistas de la mesa y nos sacaron a Pascual y a mí por tomar fotografías y por hacer preguntas. Esto ocurrió en la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, en la Ciudad de México.
También viene a mi memoria la vez que acudimos al funeral de Rafael Ramírez Heredia. Al ingresar a la capilla ardiente, Cuauhtémoc Cárdenas tomó del brazo a Pascual para estrecharlo en un abrazo. Esto que te cuento ocurrió entre los años 2004 y 2010. Fue una época en la que conocí los estudios de los pintores Arturo Rivera, Gabriel Macotela y Gustavo Monroy.
A la par de lo que ocurría con mis visitas a la Ciudad de México, en Puebla, hacía las veces de editor de un suplemento cultural que tenía por nombre Una Theta, y que se publicó semanalmente en los mismos años que te refiero. Ese suplemento se publicaba encartado en un periódico de circulación local, La Opinión Universitaria, y teníamos casi manga ancha para hacer propuesta de contenidos.
Los que hacíamos ese suplemento nos repartíamos las tareas: coordinar, decidir contenidos, editar, distribuir. Todos conseguíamos textos para publicar. Así que, si alguien quería escribir una crónica, tenía que ir a la calle a cronicar. Si necesitábamos publicar un ensayo, otro de nosotros lo escribía.
Lo mismo ocurría si alguien deseaba publicar una entrevista. Fue algo fortuito que me decidiera por entrevistar a los autores, pero que poco a poco comencé a disfrutar el oficio.
El primer autor que entrevisté —y que se publicó en Una Theta— fue Mario Bellatin, de quien era un lector fiel. Me emocionaba la forma en la que contaba historias. De ahí siguieron Leonardo Da Jandra, Carlos Fuentes, Óscar de la Borbolla, Paco Ignacio Taibo II, Fernando del Paso, Magali Tercero y otros autores y autoras más.
En Laberintos. Entrevistas, tu más reciente publicación, ¿qué diferencias encuentras con tus anteriores libros también de entrevistas?
Considero que mis lecturas ahora son más profundas. Cuando publiqué Veintiuno. Charlas con 20 escritores, eran las entrevistas que había hecho en Una Theta y, como te mencioné, fueron realizadas de manera fortuita. No tenía una línea que unificara las charlas. Aun así, el resultado fue un libro que me abrió las puertas al mundo editorial y al periodístico.
Veintiuno, se publicó en 2012 bajo el sello editorial de Nitro Press. Transcurrieron 10 años para publicar Laberintos, que se publicó en 2022 con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y siento que mis lecturas han cambiado; asimismo, también cambió mi forma de ver el mundo literario y el mundo que me rodea: ya no soy tan ingenuo ni tan confiado. Creo que ahora noto más las “amarras” o las “costuras” detrás de una obra literaria.
Noto también que hay un cambio en el mercado de los libros. En 2018, publiqué Veintitrés y uno. Charlas con 23 escritoras, también con Nitro Press, en el momento previo al boom de mujeres escritoras. Fernanda Melchor acababa de publicar Temporada de huracanes y fue una novela que colocó la literatura hecha por escritoras en el ojo del huracán. Me parece positivo este cambio en el mercado, pero me parece todavía mejor que las mujeres tomen fuerza literaria. He platicado con muchas autoras que desde hace tiempo nos ofrecen versiones impresionantes de la realidad. Así platiqué con Ana Clavel, Elma Correa, Aura Xilonen, Paulina Mastretta, Mónica Maristain, Cristina Rascón, Iris García Cuevas.
Considero que Veintitrés y uno tiene un trasfondo que Veintiuno no tiene, pues ahí ya se muestra una idea periodística más sólida, de más búsqueda, de más confrontación. Creo que el periodismo es un oficio que debe incomodar, pero no en el sentido de descalificar, sino que, a través de las preguntas, hace pensar y replantear posturas a quien se entrevista. Así fueron pensadas las preguntas de Veintitrés y uno. Charlas con 23 escritoras.
Miradas oblicuas. Diálogos sobre lo presente se trata de un trabajo periodístico en conjunto. El libro está escrito a cuatro manos, al lado de Luis J. L. Chigo. Con ese libro descubrí que el periodismo no es democrático. Es un ejercicio en el que se toman decisiones y se plantean líneas editoriales, temas que le convienen a los periodistas, forma de abordar las preguntas. Y lo más fuerte: elegir cuáles son las entrevistas que no funcionan para un libro, defenderlas e incluirlas o dejarlas fuera. En Miradas oblicuas aparecen las entrevistas que le hice a Diego Olavarría, Gina Cebey, Ana Fuente, Tryno Maldonado, Federico Vite y Franco Félix.
Laberintos es mi trabajo más logrado hasta el momento. Es una puerta que se abre para retarme a mí como periodista, como entrevistador. Es un momento de quiebre. Una vez que se publicó ese cuarto libro de entrevistas me planteó: ¿debo de seguir entrevistando? La respuesta es sí, pero ahora debo de buscar otros temas y quizá otras formas de formular las entrevistas. Estoy en ese camino.
En Laberintos están entrevistados: Alejandro Vázquez Ortiz, Aurelia Cortés Peyron, Carlos René Padilla, Lola Ancira, Alejandro Paniagua Anguiano, Liliana Pedroza, Javier Taboada, Andrea Rivas, Aldo Rosales Velázquez, Aydeé Bravo, Sergio Pérez Torres, Laura Sofía Rivero, Antonio León, Yelitza Ruiz y Daniel Salinas Basave. ¿Qué criterios estableces para la elección de los entrevistados?
Como te decía en la respuesta anterior: aprendí desde hace años que el periodismo no es un oficio democrático. No escojo a los autores o autoras a entrevistar por su nivel de popularidad.
Leo sus obras y, a partir de eso, veo si hago click con el texto y es como me decido a entrevistarlos.
Reconozco que llevo una ventaja en esto pues mi trabajo periodístico no responde al tiempo de un periódico o de una publicación, entonces tengo la facilidad de invertir los recursos de lectura y temporales para prepararme para la entrevista.
Si una novela, un libro de cuentos, un poemario, un libro de crónica o ensayos no me sacude o me provoca como lector, no me lanzo a entrevistar a su autor.
¿Quiénes son tus maestros de la entrevista y ejemplos a seguir?
Mi formación en la entrevista fue autodidacta. Aunque casi siempre planteo que mis entrevistas vayan por tres ejes temáticos. Lo puedes constatar en las entrevistas que aparecen en Laberintos. Si las analizas a profundidad, te darás cuenta de que esos tres temas están bien planteados, aunque a veces aparecen subtemas. Esto responde al carácter de la persona a la que entreviste, pero trato de no salirme demasiado de la tríada de mis ejes temáticos. Improviso, pero muy poco.
Aprendí mucho de un libro que se titula El oficio de escritor, publicado por ERA y que incluye muchas entrevistas, las cuales se publicaron en Paris Review. En el volumen se incluyen entrevistas a Hemingway, Pound, Faulkner, Miller, McCarthy y otros más.
Sin embargo, si se trata de reconocer a dos maestros en la entrevista, te diría que el fotógrafo Pascual Borzelli Iglesias fue el primero que confío en mi trabajo como entrevistador y que me ayudó a pulir un estilo. Me gustaban mucho las discusiones que tenía con él. Recuerdo una, previa a la pandemia, en donde me decía que, si la charla era telefónica no podía considerarse una entrevista pues para ser una, se debían de tomar en cuenta las muecas, el lenguaje corporal, los tonos e inflexiones de la voz, que aparecen cuando se hace cara a cara. No obstante, todos sabemos que la vida y con ella el periodismo, cambió a partir de la pandemia, entonces entablar una charla vía Zoom también se volvió en entrevista.
Mónica Maristain también es una de mis maestras. Ella no sabe que lo es, pero admiro su trabajo. Leí con mucha atención su libro La última entrevista a Roberto Bolaño y fui diseccionando su forma de plantear las preguntas. La leo desde que era editora de Playboy, luego la leí en su paso por la revista sinembargo hasta llegar a su portal Maremoto Maristain.
¿Quién es el periodista al que más respetas y admiras, y por qué?
Vicente Leñero. El trabajo que realizó en Proceso me parece fundamental para entender la historia contemporánea del país no solo en lo político sino también en lo cultural.
Las crónicas de Leñero en Periodismo de emergencia nos hacen ver cómo se hace una entrevista y cómo se traslada hacia la crónica.
Vicente Leñero es una institución. Pienso en él y me imagino un pilar granítico del periodismo en México, con una pluma elegante y sencilla. Me da envidia el estilo que tenía para llevar la oralidad hacia lo escrito sin que nos demos cuenta: lo mismo hace hablar a María Félix que al Subcomandante Marcos; se enfrentó a ex presidentes con sus reportajes y crónicas.
No romantizo su figura, de verdad me parece que, en este país, cuando decimos periodista, el primero al que debemos de voltear a ver es a Vicente Leñero.
¿Qué otros géneros, aparte del cuento y la entrevista, deseas explorar?
Me gustaría ir por la crónica. De hecho, he dado talleres en donde la entrevista es la base para escribir una crónica. Salir a la calle, preguntar, hablar con la gente de a pie, observar, apuntar detalles de lo que nos rodea: generar el interés por lo que, para otros, es diminuto y que para el cronista es importante.
AQ