Pablo Milanés, la dolarización y la crítica

Doble filo

Hace dos décadas, el fallecido cantautor cubano explicó con claridad a la revista Milenio Semanal qué hacía con el dinero que ganaba como artista.

Pablo Milanés Arias, 1943-2022. (Foto: Javier Salas)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

Entrevisté a Pablo Milanés cuando él promovía un concierto en el Auditorio Nacional y el disco Pablo querido (2001), en el que cantó a dúo 20 de sus composiciones con intérpretes disímbolos: Gal Costa, Milton Nascimento, Caetano Veloso, Charly García, Francisco Céspedes, Armando Manzanero, Eugenia León, Fito Páez, Joaquín Sabina, Ricardo Arjona, Marco Antonio Muñiz, entre otros.

Durante mi plática con Milanés, el cantautor defendió a Fidel Castro y al régimen cubano, pero cuando le pregunté si él podría vivir en su país ganando 50 dólares mensuales como muchos profesionistas, me dio una contundente y claridosa respuesta: “El caso mío es muy especial. Yo estuve ganando millones de dólares antes de esta situación en la que estoy ahora. Estuve mejor económicamente y todo lo donaba al país. Yo seguía siendo una gente pobre, igual que todos. Todo lo doné al país: mi fortuna, mi prestigio, mi arte, durante veintipico de años. Cuando el país tomó otro rumbo, que se dolarizó, ya no éramos iguales, ya no tenía sentido hacer lo que hacía antes. El producto de mi trabajo lo empleé en una fundación que fracasó, tampoco lo admitieron por una serie de criterios. O sea que tampoco pude depositar mi dinero en una fundación. Entonces, lo que hago es disfrutar el dinero, se lo doy a la familia, a los amigos, a quien necesita ayuda. Tengo mi estudio de grabación. Vivo de algún modo una situación privilegiada, pero ya viví los momentos duros que tuve que vivir y de ninguna manera me iría de aquí”.

Al final de su vida sí salió de la isla para recibir tratamiento oncológico en España, donde murió y fue sepultado.

Milanés también me contó cómo fue el proceso creativo de varias de sus composiciones. Por ejemplo, de “Una canción para la Magdalena”: “El poema lo había hecho hacía algunos años Joaquín (Sabina). Una noche que nos encontramos, mientras compartíamos nuestra música, me preguntó si me interesaba musicalizarlo. Le dije que sí, que era un poema muy bello. Me dijo que iría para su próximo disco. Me dormí con esa canción y de pronto ya me quedaban dos o tres días nada más para entregársela. Me llamó, me dijo horrores en la mejor forma que pudo, que yo era un informal y otras cosas peores. Sería más fácil recordar lo que no me dijo. Al día siguiente le entregué la canción. La grabó y el resultado fue muy bonito. A mí me gustó y se la pedí para mi disco Pablo querido”.

“Mírame bien”: “No es una canción autobiográfica. Uno recurre a temas que, siendo reales, no necesariamente retratan un asunto personal. Simplemente es un tema que yo escogí, un tema común dentro de la canción popular. Evidentemente es una canción de desamor, como tantas otras que he logrado integrar a mi estilo. Yo estaba muy joven. La grabé en 1981”.

“El breve espacio”: “Esa es otra canción imaginada. La escribí a partir de unas muchachas que yo conocía, las idealicé para que surgiera esa canción. De hecho, a ellas mismas se las dediqué, pero la historia no es real. Ellas no eran del todo de esa manera. En el fondo, esa canción es un homenaje a la mujer y a su derecho a la igualdad. Fue una canción muy polémica, la gente no la entendía, pero es exactamente una canción antimachista”.

Milanés me dijo que tenía predilección por crear canciones de desamor, pero no de despecho. También quise saber por qué existían muy pocas composiciones geniales acerca de la amistad: “Es que la canción trovadoresca, con el tiempo, perdió su función. Originalmente era una canción de información. A costa de no haber periódicos ni revistas, iba el poeta cantando por todas las comunidades. Eso ha cambiado mucho. En una etapa de comercialización de la música, se esquematizó el tema de la canción y se volvió amor nada más, se volvió traiciones. Ésos son los temas recurrentes y hay pocos temas acerca de la solidaridad, la amistad, el amor profundo”.

Quise saber si le envidiaba alguna composición a otro compositor y contestó: “No. Yo he hecho canciones que me han satisfecho tan profundamente que no le envidio nada a nadie”.

En un giro de 180 grados, le pregunté si en ese momento ya era un matrimonio mal avenido el de Fidel Castro con el pueblo cubano: “¡Qué va! Al contrario. Yo creo que lo que sostiene a Fidel es la fidelidad del pueblo hacia él. Es un hombre que convence todavía, porque no predica con la falsedad. Cree en las cosas que predica aunque algunas de esas cosas estén equivocadas. Lo dice con tal fervor y con tantas ganas de hacer justicia que la gente cree en él”.

Acerca de la prostitución en Cuba: “Es sintomática de una sociedad que ha sufrido traumas: la dolarización, los problemas económicos. Eso ha llevado a algunas personas a ser inconsecuentes, a ser más débiles que otros en ese sentido. Para mí es perfectamente entendible; no creo que sea un fracaso de la Revolución ni del Estado”.

De la intolerancia hacia los homosexuales: “En Cuba se nota que hay ya mucho respeto nada más que por la calidad de la persona, por lo que pueda dar como ser humano, como gente adaptada a la sociedad. Esos traumas ya pasaron. Quiero aclarar que en Cuba, como en todo el mundo, siguen existiendo los prejuicios milenarios contra ese sector de la sociedad. No creo que los homosexuales sean tremendamente apreciados, son tolerados y respetados”.

Palabra de Gabo

Gabriel García Márquez grabó con su voz la introducción del álbum Pablo querido, palabras que no tuvieron en su momento los reflectores que merecían:

“Este disco es una casa sin puertas ni ventanas que Pablito Milanés lleva consigo a cualquier lugar en que se encuentre, solo para que sus amigos del mundo entero se reúnan a cantar. Es una casa ambulante, abierta a los amigos del mundo entero y de lenguas diversas, pero en las que solo se habla una lengua común: la música.

“He tenido el privilegio de asistir durante años a la evolución de este milagro y hoy sé que no hay felicidad más pura que la felicidad de cantar.

“En la casa de Pablito era imposible caminar por entre baterías atravesadas en la sala y saxofones sentados en las sillas. En cada cuarto, un grupo cantaba lo suyo, en su onda, en su lengua, y en la casa entera se terminaba por no haber más espacio que para la música.

“Creo que así surgió la idea maravillosa de convertir esa realidad en esta experiencia masiva de un disco en el que todos cantan para todos o sólo para sí mismos, cada quien en su idioma o en el del cuarto vecino, en una tentativa feliz de derrotar por fin, con el poder sin límites de la música, al disparate bíblico de la Torre de Babel”.

Patrimonio cultural de sus fans

Ojalá que Pablo Milanés hubiera escrito un libro de memorias para hablar con detenimiento de su compromiso con la revolución cubana y de sus desencuentros con los sucesivos gobiernos de la isla. Lo que se sabe al respecto se basa en las escasas declaraciones que hizo en los medios de comunicación.

Cuando apenas tenía 23 años fue recluido en una Unidad Militar de Ayuda a la Producción (UMAP), que en realidad era un campo de concentración para disidentes. Luego vendría su paso por el Grupo de Experimentación Sonora y su consolidación artística como miembro fundamental de la Nueva Trova cubana.

El canto de la Nueva Trova permeó ideológicamente en gran parte de Latinoamérica, donde Milanés, Silvio Rodríguez, Leo Brower y Noel Nicola, entre otros, se convirtieron en ídolos de un sector específico de la población. Luego, los dos primeros penetraron en el gusto de un público más amplio.

Silvio Rodríguez y Pablo Milanés descollaron en presentaciones conjuntas y después de manera individual porque algo se rompió entre ellos. Rodríguez se hizo diputado y siempre ha creído que las críticas al régimen no son del todo válidas porque hay un embargo comercial de por medio. Pablo Milanés continuó siendo el ciudadano de a pie que habla por los sin voz que no ven mejoría en su vida diaria.

Milanés no perteneció al bando crítico en su país por haber perdido privilegios, como suele suceder, sino por convicción perpetua. En 2003 dijo en una conferencia de prensa en México: “Critico al gobierno y sigo siendo revolucionario. Tengo el deber de denunciar las cosas que se hacen mal. No digo que no me traiga uno que otro problema, pero lo hago y me siento orgulloso”. En 2021 se solidarizó públicamente con los jóvenes cubanos que fueron reprimidos por manifestarse en las calles.

El pasado 2 de diciembre, el gobierno de Cuba convirtió oficialmente a la Nueva Trova en patrimonio cultural de la nación. En realidad, las canciones de ese movimiento son patrimonio de los oyentes dondequiera que vivan y el legado artístico de Pablo Milanés perdurará por encima de cualquier discusión ideológica.

AQ

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