Defender a López Velarde: a 100 años de “La suave patria” y la muerte del poeta

Escolios | Nuestros columnistas

El poeta tenía una visión muy lejana al convencional nacionalismo, pero su muerte precoz provocó que se le asociara a ese canon.

Ramón López Velarde, 1888-1921. (Montaje: Ángel Soto)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Varios de los grandes escritores mexicanos (Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Fuentes) tuvieron la oportunidad de participar en el diseño de su posteridad, ya sea organizando sus obras completas, moldeando su imagen en memorias, diarios o entrevistas e, incluso, trazando influyentes rutas críticas para la interpretación de su propia producción. Esto no ocurrió con Ramón López Velarde: su temprana partida lo dejó en una intemperie crítica, en el preciso momento en que adquiría una súbita fama póstuma y se convertía en emblema del floreciente nacionalismo cultural.

Aunque para la época de su muerte, López Velarde ya gozaba de reconocimiento tácito entre sus colegas, apenas se habían publicado unas cuantas páginas sobre su obra. Por lo demás, su rápida celebridad no provino tanto de sus dos libros editados en vida, sino de “La suave patria”, el poema publicado en la masiva revista vasconcelista, El maestro, cuyas primeros ejemplares recibió el poeta ya postrado en lo que sería su lecho de muerte. Desde su publicación, en parte por el apetito de símbolos prestigiosos de los regímenes posrevolucionarios, el poema de López Velarde fue memorizado por políticos y adoptado como icono nacional. Cierto, la temática de este poema contrasta con el tono de parte de la poesía mexicana de la época que evadió (con buenas razones) concentrarse en la convulsa coyuntura; sin embargo, su amor al terruño y al paisaje, su capacidad de observación y su ironía, están muy lejos de una visión convencional del nacionalismo.

La perspectiva de la patria de López Velarde constituye una exploración cuyas paradojas provienen de su propio drama vital (las oposiciones entre la provincia idílica y la urbe, entre la excentricidad lingüística y el ascetismo poético, entre el espíritu religioso y el impulso erótico). La recepción oficial de “La suave patria” no correspondió a la complejidad de su factura; sin embargo, la ausencia del autor, facilitó que esta obra se asimilara al canon entonces dominante.

¿Necesita un poeta que lo defiendan de las eventuales interpretaciones abusivas o extraliterarias? Tal vez sí, pues López Velarde murió joven y dejando pocas pistas sobre sí mismo en su trabajo ensayístico y periodístico. Desde los primeros ensayos de los Contemporáneos sobre López Velarde (que al complejizarlo, impidieron su simplificación y defendieron su propia concepción de una poesía no mediada por la política) la mejor tradición crítica en torno este autor (Octavio Paz, Gabriel Zaid, Guillermo Sheridan, Ernesto Lumbreras o Fernando Fernández, entre otros) ha reivindicado la multiplicidad de López Velarde, le ha devuelto sus contradicciones y lo ha hecho más nítido y, al mismo tiempo, más entrañablemente enigmático. Estos reflejos críticos frente a las inercias de la propaganda serán muy preciados este 2021 durante la conmemoración del centenario de la aparición del poema más famoso de López Velarde y de su desaparición física.

AQ | ÁSS

LAS MÁS VISTAS