Reconocido poeta, Tomás Segovia (1927-2011) desde el principio de su carrera literaria ejerció asimismo el ensayo. La aparición de los dos primeros tomos de sus ensayos completos a finales de 1980 hizo suponer que su reconocimiento como uno de nuestros mejores ensayistas ya había llegado, pero las reticencias siguieron existiendo. Ahora que Ediciones sin nombre ha dado a conocer los tomos III (Sextante, Cuaderno inoportuno y Páginas de ida y vuelta) y IV (Poética y profética), es buen momento para hacerle plena justicia a su trabajo en esta área. Recordemos que el tomo uno está formado por Actitudes y Contracorrientes y el dos por Trilla de asuntos; como advierten los editores, se tiene planeado que sus ensayos completos se publiquen en siete volúmenes.
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Como era de esperar, la poesía ocupa un sitio de privilegio en su labor ensayística, pero en estos tomos encontramos una variedad tanto temática como estilística: hay ensayo literario tradicional, textos pensados para una columna periodística hasta ensayo de aire académico. En principio, en el volumen III, resalta que un poeta se acerque a narradores como Albert Camus, de quien se detiene en sus obras finales como La caída y El exilio y el reino; para Segovia, además de sus cualidades literarias, lo más admirable en la personalidad del escritor argelino-francés era su rectitud moral. Y como los miembros de la Generación del Medio Siglo, con quienes se le asocia, Segovia dio a conocer a autores de otras latitudes. Con Juan García Ponce es uno de los primeros estudiosos de la obra narrativa de Cesare Pavese en nuestro medio, si bien igualmente se detiene en otros autores italianos que destacaban en esos días como Alberto Moravia. El ensayo más importante es el dedicado al pensador francés Charles Fourier, que vivió entre el siglo XVIII y el XIX y de quien Octavio Paz ha quedado como su principal difusor en México en su batalla contra el comunismo oponiéndolo a Marx, pero Segovia debe ocupar un sitio equiparable en este sentido. La exposición que efectúa del pensamiento fourieriano gira en torno a un tema de gran actualidad: el del papel de la mujer en el desarrollo social. El texto sobre Fourier establece una continuidad con su “Carta a la mujer”, uno de los escritos desde la perspectiva del varón que con más tacto e inteligencia se ha acercado a este candente asunto. Encontramos igualmente acercamientos a la ciencia, a las artes plásticas, a la relación entre periodismo y literatura; para los interesados en las cuestiones poéticas, resulta imprescindible la lectura de “La traducción de poesía o las posibilidades de lo imposible”.
Sin minimizar la importancia del resto de los tomos —tanto los ya publicados como los que vienen—, hay que celebrar la reedición de Poética y profética, el cual no es nada más la cima de su obra ensayística, sino uno de los libros de ensayo fundamentales en nuestras letras; José María Espinasa en el prólogo lo equipara a El deslinde de Alfonso Reyes y El arco y la lira de Octavio Paz. Un antecedente de lo que será este libro es una reseña que le dedicó a un libro de José Pascual Buxó sobre el trabajo de Roman Jakobson aparecido en la revista Vuelta a finales de la década de 1970 a la que Buxó contestó airadamente; en el tomo III encontramos la respuesta de Segovia. En Poética y profética, que llega a ser denso y abstracto, pero al final enriquecedor, ajusta cuentas con el estructuralismo en el campo de los estudios poéticos y literarios; la abstracción presente en el libro tiene que ver con la exposición desde la fría terminología empleada por esta tradición. En su pretendida búsqueda del Rigor Objetivo (las mayúsculas son de Segovia), los estudios estructuralistas se fueron liberando, según Buxó, de referentes históricos, sociales y psicológicos hasta acabar en la semiología pura, pero como observa con ironía Segovia, “han ido liberándose de todo eso, han ido liberándose incluso de la literatura”. “Tal es la doctrina con la que intimidan a nuestros estudiantes”, continúa, para rematar con lo que sería el objetivo del libro: “Me parece por eso urgente tomar un poco de perspectiva y mirar con ojos mínimamente críticos esas doctrinas que se ponen de moda y se vuelven dogma en nuestros raquíticos medios pensantes”.
AQ