XXXVI
Oigo un ejército marchar sobre la tierra
y el trueno de caballos sumergidos, la espuma en sus rodillas.
Arrogantes, con negras armaduras, de pie tras ellos,
los aurigas desdeñan frenos con látigos silbantes.
Le gritan a la noche su nombre de batalla:
Gimo en el sueño cuando escucho a lo lejos sus risas impacientes.
Ellos cortan la sombra de los sueños con llama turbadora,
baten y baten sobre el corazón igual que sobre un yunque.
Ellos vienen y sueltan en triunfo sus largas cabelleras verdes:
Ellos salen del mar y dando gritos corren en la orilla.
Corazón, ¿no aprendiste y así desesperas?
Mi amor, mi amor, mi amor, ¿por qué me abandonaste?
Traducción: Víctor Manuel Mendiola
Revisión: Eva Cruz
AQ