Hugo Lara Chávez y Eduardo de la Vega Alfaro se abocaron a la tarea de investigar, documentar y recopilar todo lo relacionado a la otra revolución en la que participó Doroteo Arango, Pancho Villa: el cine. Aunque El Centauro del Norte sigue librando en ella batallas, entre el mito, la historia y la histeria.
El resultado de este trabajo que coincide con el centenario luctuoso del líder revolucionario es Pancho Villa en el cine (2023), coedición encabezada por ProCine Ciudad de México, Corre Cámara y Pluma de Bambú Editores, auspiciada por instituciones como Cineteca Nacional y Filmoteca de la UNAM, además de dependencias de los gobiernos capitalino y federal, como sus sendas secretarías de Cultura.
Lara Chávez, cineasta y escritor, y De la Vega Alfaro, historiador del cine, colaboran en este recorrido por los múltiples roles que ha tenido Villa en las producciones nacionales y en las internacionales (casi todas éstas últimas de Hollywood), que convirtieron al protagonista de la Revolución en un personaje.
En entrevista, Lara Chávez resume quién fue ese personaje, que se interpretó a sí mismo en los albores del cine estadounidense, cuando ni siquiera existía aún Hollywood, gracias al contrato con un estudio.
“Pancho Villa (en el cine) es un personaje indescifrable, pero fascinante y enigmático. Hay múltiples maneras de acercarnos a él a través de la pantalla, desde la figura encantadora del revolucionario, hasta la imagen de crueldad y salvajismo, como también ha sido comentado por historiadores”, dice el autor.
Su colaboración en el volumen de 248 páginas se enfoca a analizar la representación de Pancho Villa en el cine internacional, su transición del cine documental al de ficción y su recepción crítica e impacto en el público. Mientras que De la Vega Alfaro confronta la historia real con la inventada por el cine nacional sobre el revolucionario, cuya imagen era usada a modo por los gobiernos y políticos en turno.
Con vasta iconografía y fuentes históricas y periodísticas, Pancho Villa en el cine muestra una variedad de perspectivas e interpretaciones sobre este héroe y villano, desde las tomas documentales que se hicieron con el líder de la División del Norte a cámara durante la Revolución Mexicana, hasta películas que nunca se hicieron sobre él, como la que planeaba Emir Kusturica con Johnny Depp o Javier Bardem de protagonista, o aquellas en las que se le menciona o es el leit motiv pero nunca aparece, como Patitos feos (2020), de Mauricio Chernovetzky, de hecho la última hecha sobre el revolucionario.
Y se da crédito a Gregorio Rocha, autor del documental Los rollos perdidos de Pancho Villa (2003).
“Villa es un personaje fascinante del que se puede hablar interminablemente”, dice Lara Chávez sobre quien a todas luces se convirtió en el primer héroe en el cine nacional y uno de los primeros en el internacional, en que también ha sido Villa el villano en múltiples ocasiones, como documenta el libro.
“En 1914, se firma este contrato con la Mutual Film Company en Nueva York, hay que recordar que Hollywood todavía no existía. Se filman las batallas de Villa y le proponen una película de ficción sobre su vida, es fantástico. Y una leyenda de los westerns, que después se haría director, Raoul Walsh, interpreta a Villa de joven y Pancho Villa se interpreta a sí mismo, es Villa como él mismo en escenas.
“Esa película desgraciadamente está perdida, se sabe de su existencia por reportes de prensa, porque fue muy exitosa en Europa y en Oceanía, que es algo muy llamativo; incluso consignamos en el libro algunas notas de prensa de aquella región, lo cual para 1915 es asombroso”, explica Lara Chávez.
Una de las últimas cintas relacionadas con Villa es justamente la que realizó sobre la historia del debut del revolucionario como estrella de la Mutual el cineasta australiano Bruce Beresford, And Starring Pancho Villa by Himself (Presentado a Pancho Villa, 2003), que protagonizó Antonio Banderas.
“Es la película de la película, qué pasó con el contrato de la Mutual, cómo siguieron la campaña, cómo filmaron su vida. Es un caso extraordinario de montaje que no se ha vuelto a repetir. Es como si pensamos en una figura de la historia contemporánea, el Che Guevara, que hubiera participado y actuado en su propia película”, expone el autor de Una ciudad también inventada por el cine.
Pero la imagen y la percepción de Villa en la pantalla ha tenido una evolución desde aquel 1914.
El investigador subraya que en los comienzos del personaje Villa era visto con buenos ojos no sólo por el público estadunidense sino también por el gobierno en Washington, que incluso lo considera como posible aspirante a ocupar la presidencia mexicana tras el triunfo contra el usurpador Victoriano Huerta.
“Pero esa perspectiva cambió cuando Villa, ya caído en desgracia, invade Columbus y se convierte en el villano de la opinión pública de Estados Unidos, que va a ser emulado en varias películas de cine mudo, por ejemplo, había un Pancho López, un bandido y villano de los westerns, y muchos más.
“Después esta visión se va decantando hacia una imagen más romántica. Al final, el cine de Hollywood, el cine internacional, se inclina a ver a este personaje más como un revolucionario, efectivamente salvaje, pero convencido de la justicia con convicciones nobles, aunque no sepa de pronto cómo actuar, de acuerdo a los cánones de la civilización”, expone el documentalista y escritor.
También se abordan con ese punto de vista aspectos de su vida que siguen siendo curiosos y polémicos, aunque en el contexto actual de lo políticamente correcto enfrentan la condena pública.
“Pancho Villa representa la figura del macho, del mujeriego, tenía muchas esposas. Y eso es algo que vemos en distintas películas, cómo se casa una y otra vez, aspectos a ojos de las generaciones contemporáneas pueden ser polémicos, por lo menos. La figura del macho ya no es motivo de orgullo”.
Sin embargo, Lara Chávez señala había cosas que el cine representó que no iban acordes con el Villa real, por ejemplo, que no bebía alcohol o que era una persona intolerante y cerrada a nuevas ideas.
“Por las películas, la gente cree que bebía, pero él no bebía alcohol. Y, en cambio, sí era capaz de aprender rápido. Sobre el tema de las mujeres, hay una conversación con John Reed, en la que el periodista pregunta a Villa qué opinaba de que las mujeres ocuparan puestos políticos, que puedan llegar a los más altos puestos en un país. Villa primero se sorprende. Y después de una explicación de Reed, Villa, tras pensarlo un poco, dice: ‘¿Por qué no? Claro que se puede’. Esto lo consigna Reed en su libro (México insurgente, 1911). A pesar de su origen humilde, de no haber ido a la escuela, de aprender a leer en la cárcel, sí era alguien capaz de aprender cosas y ponerlas en práctica. Todo ese caudal se refleja en varios de sus filmes”, agrega el director del portal sobre cine CorreCamara.com.
En el libro también se subraya la evolución y la vasta gama en términos de actores que han interpretado a Villa, desde él mismo y Raoul Walsh hasta las versiones mexicanas icónicas que hicieron Domingo Soler, Pedro Armendáriz y su hijo Pedro Armendáriz Jr., pasando por Antonio Aguilar, un caso único que interpretó a Villa en varias películas y también al otro líder revolucionario trágico Emiliano Zapata.
Incluso, destaca Lara Chávez las dos interpretaciones que hizo el escritor Eraclio Cepeda del personaje. O la versión fársica que hizo Jesús Ochoa en Entre Villa y una mujer desnuda. O la de Los Polivoces.
Pero es en el ámbito internacional donde los Villas hablan de las interpretaciones que le han impuesto. Desde Villa pelón como Tedi Savalas, hasta uno con peluca (Yul Briner), o un metrosexual (Banderas).
“En el cine internacional hay varios casos interesantes. El primero es Raoul Walsh. Wallace Beery interpretó en la década de los 30 al personaje en Viva Villa! (1934), un éxito mundial, dirigida por Howard Hawks, que llegó a conocer a uno de los asesinos de Villa, y Jack Conway. Es una película con muchos detalles: es la primera construcción de Hollywood alrededor de Villa desde la ficción; ahí aparece estereotipado, gordo medio grasiento, pero sigue siendo este personaje que se corresponde como el salvaje revolucionario que sí pelea por causas justas convencido de ello. Incluso se dice que esta película era una de las favoritas de Adolf Hitler y de Joseph Goebbels”, expone Lara Chávez.
—Tras investigarlo ¿cree que Villa tenía conciencia del poder del cine, como propaganda incluso?
—Villa era muy sagaz y tenía un gran instinto como guerrero y como personaje. Es bastante adelantado a su época. Tomar esa apuesta y entender por una parte la firma de ese contrato con la Mutual le ayuda a financiar la revolución contra Huerta, por eso lo hace. Y en segundo lugar, eso lo pone en las salas de cine de EU, en los noticieros, se va convirtiendo en una figura legendaria, el Robin Hood mexicano. Así se le veía. Él cruzó la frontera con muy pocos hombres cuando Huerta manda asesinar a Madero y en muy poco tiempo ya tiene un ejército de miles. Y, claro, se le ve con simpatía y admiración. Tal vez no tenía toda esa dimensión de qué tan fuerte era la maquinaria que daba el cine, pero su instinto lo llevó a eso, de alguna manera sí lo vislumbró al menos.
AQ