Manuel Illanes (Chile, 1979) no olvida “el deslumbramiento, la fascinación, el miedo y la incertidumbre” que sintió durante su primera lectura de La metamorfosis, de Franz Kafka; en ese entonces era un niño que venía de dar una 'vuelta al mundo en 80 días' de la mano de Julio Verne, por eso al llegar a la obra del escritor nacido en Praga sintió “un terror absoluto”: pensar que un hombre podía transformarse en un escarabajo “introducía un vértigo entre las certezas que constituían mi mundo”.
“Una vez que logré superar ese terror, vinieron una serie de emociones que, para mí, sólo la poesía puede ofrecer – dice el poeta en entrevista con MILENIO –. Un enamoramiento que no he logrado superar”.
De esta fructífera relación amorosa, emergió un nuevo retoño: Cascajo, poemario donde Manuel "busca visibilizar la vida en una zona de los extramuros del ex DF". Destaca que con este engranaje de textos el también maestro en Letras Mexicanas por la UNAM recibió una Mención Honorífica en el VII Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco 2022.
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Escribir, ¿para qué?
Me parece que la mejor respuesta a esa interrogante la ofrece Enrique Lihn en su poema Porque escribí, algunos de cuyos versos me permito citar: “Porque escribí no estuve en casa del verdugo / ni me dejé llevar por el amor a Dios / ni acepté que los hombres fueran dioses / ni me hice desear como escribiente / ni la pobreza me pareció atroz / ni el poder una cosa deseable / ni me lavé ni me ensucié las manos / ni fueron vírgenes mis mejores amigas / ni tuve como amigo a un fariseo / ni a pesar de la cólera / quise desbaratar a mi enemigo”.
¿En qué momento sabes que un poema está terminado?
Soy una persona que revisa sus textos de manera obsesiva. Por lo mismo, primero trabajo intensamente en el poema, haciéndole múltiples correcciones, tratando de abarcar todas las posibilidades que puede ofrecer. Una vez que llego al punto del agotamiento, lo abandono por un tiempo (que puede ser a veces de un par de semanas o de varios meses); este plazo me sirve para despejarme respecto de él. Ya pasado el tiempo, vuelvo a leer el poema y si me da la impresión de vigor y frescura, considero que está terminado.
¿Cuál es la esencia de 'Cascajo'?
Cascajo es un libro que busca visibilizar la vida en una zona de los extramuros del ex DF ubicada en el límite entre Iztapalapa y Tláhuac; un espacio que se encuentra marcado a fuego por dos acontecimientos muy importantes en la historia reciente de la ciudad: la muerte del Ojos, Felipe de Jesús Pérez, jefe del cartel de Tláhuac, el 20 de julio de 2017 y el accidente en la estación Los Olivos de la línea 12 del metro, el 3 de mayo de 2021.
Yo sugiero en el libro la idea de que lo que ocurre en estas zonas no es sino la manifestación del surgimiento de esos escenarios distópicos propiciados por el Capital que alguien como Zigmunt Bauman describe en Modernidad líquida o Tiempos líquidos (de ahí la aparición de personajes de películas de tipo posapocalíptico en Cascajo), donde se ha hecho normal vivir con servicios básicos como electricidad y agua funcionando a medias (o lisa y llanamente no funcionando), habitando en casas o edificios que presentan fallas y grietas y que generan condiciones de insalubridad y plagas, con calles fracturadas o rotas en los alrededores y en que, por si fuera poco, se vive en el constante temor de las balaceras que ocurren cotidianamente.
Si este libro pudiera adquirir un cuerpo, ¿cómo sería físicamente?
Más que un cuerpo, sería una estructura: la de uno de los así llamados ‘elefantes blancos’, edificios de hospitales, sedes delegacionales, centros comunitarios abandonados y en ruinas, entre cuyas paredes y suelo, sin embargo, la maleza crece y prospera.
¿Cuánto tiempo te tomó ensamblar 'Cascajo'?
Aproximadamente dos años y medio, es el libro que más tiempo me ha costado terminar. Lo normal es que demore un año en escribir un poemario nuevo; lo empecé a escribir a comienzos del encierro derivado de la pandemia (abril de 2020) y lo cerré, de manera más o menos definitiva, entre septiembre y octubre del año pasado.
En términos generales, no me costó tanto la composición de Cascajo como su montaje y edición; eso tiene que ver con la búsqueda de un lenguaje en el libro que privilegiara un ritmo acelerado y también una sensación de vacilación y fractura: una suerte de balbuceo, lo más lejano posible a ese tono de consigna que veo en mucha poesía actual.
¿Qué sensación te da el exponer tus poemas a otros ojos?
Es la sensación de dar un salto en el vacío, que genera al mismo tiempo placer y miedo extremo… Nunca se sabe cuál será la respuesta del otro frente a lo que uno escribe. Tal como dice Borges: “Los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores”.
Ante la fugacidad de los tiempos actuales, ¿qué retos tiene la poesía?
Me parece que la velocidad con que se vive en los tiempos actuales propicia una urgencia de comunicarse en términos lo más llanos y simples posibles, lo que suscita la elección, a nivel de poesía, de un lenguaje y de unos temas que sean fácilmente accesibles; por supuesto considero que esto es una tendencia, no una norma, que, sin embargo, es muy evidente.
En atención a esto es que pienso que debemos recuperar, por un lado, la apreciación de la dificultad, pues tal como dice Ezra Pound en Guía de la cultura, el conocimiento no es algo que caiga de la mesa, algo que adquirimos de un momento a otro: la lectura de poesía requiere tanto de un tiempo determinado como de una dedicación especial. Por otro lado, me parece muy importante que seamos conscientes de que los tópicos que aborda la poesía son, por lo general, polémicos, que se encuentran muy cercanos del tabú y de lo salvaje: en ese sentido, creo necesario reivindicar la ferocidad como un valor literario.
¿Podrían encontrarse elementos en común en la poesía de los países latinoamericanos?
Me parece que sería difícil hacer un catastro de todos los elementos que unen a la poesía de los países latinoamericanos, más aún si se considera el hecho de que hoy existe tanto un conocimiento mayor de las tradiciones poéticas de los distintos países como un intercambio más fuerte entre los poetas de la región. Sin embargo, hay tendencias muy reconocibles en la poesía más reciente que se está escribiendo en Latinoamérica: por ejemplo, un interés marcado por los territorios del margen, si se entiende este 'margen' en el sentido más amplio posible (social, político, sexual).También existe una inclinación por las escrituras del cuerpo, cosa que, en más de un punto, se encuentra relacionado con el elemento anterior. Esos son para mí, algunos de los rasgos más visibles.
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hc