Para conmemorar 500 años de nacimiento del compositor Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594), el Coro de Madrigalistas del Instituto Nacional de Bellas Artes ofrecerá un concierto bajo la batuta del director español Marco Antonio García de Paz.
“Hemos elegido un programa muy bello y delicado, la de Palestrina es posiblemente la mejor música escrita del mundo occidental del Renacimiento, con un contrapunto tan perfecto, y además estamos aderezando con tres compositores de la música novohispana”, indica el músico, quien también es violinista.
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Ante la realidad que envuelve a la humanidad, el director dice a MILENIO, que la música de Palestrina es más necesaria que nunca por su espiritualidad y perfección.
“Al entrar en este tipo de concierto, los asistentes salen como si hubieran estado metidos en un mantra elevado debido a que es una música que los va atrapando. No es una música espectacular sino emocional, que te conmueve. Creo que esta música no te impresiona, te emociona, por eso invitaría a todo el público a cruzar a este mundo musical, para que se dé cuenta de que a veces necesitamos paz frente al ruido actual y a la velocidad del mundo visual”, explica García de Paz, quien en 1977 fundó el coro El león de otro, en España, con el que se ha presentado en todo el mundo.
Maestro del contrapunto
En los dos conciertos que ofrecerán, uno en el Anfiteatro Simón Bolívar el 21 de marzo, y otro en la Escuela Nacional de Música, el 23, se interpretarán seis obras de Palestrina y cuatro piezas virreinales de compositores como Hernando Franco, Manuel de Sumaya y Juan Gutiérrez de Padilla.
El director español recibió la invitación de parte de Carlos Aransay, director huésped del Coro de Madrigalistas, agrupación fundada en 1938 por Luis Sandi y perteneciente a la Coordinación Nacional de Música y Ópera de Bellas Artes.
¿Cuál es la importancia de Da Palestrina en la música sacra?
Es absolutamente boyante, él hizo frente a la Contrarreforma en la época del Concilio de Trento en el siglo XVI. Se dice que gracias a él se salvó la música polifónica porque algunos prelados del mundo sacro del Vaticano querían que todo fuera monodía y terminar con el contrapunto, pero gracias a que él y otras personas pudieron resistir, no se terminó con la práctica del contrapunto.
¿Cree que hubiésemos tenido otro tipo de música y no el desarrollo de la música sacra?
Exactamente, imagínense que el propio Bach estudió a Da Palestrina y lo puso como ejemplo, todo su contrapunto también se nutre de la base de él. Digamos que es el mejor contrapuntista de la historia, los había mucho más elaborados y más complicados, pero digamos que él es la esencia y la perfección contrapuntística, por eso ha sido referencia de generaciones en toda la música occidental.
¿Qué decía Bach de él?
Que toda su música era apolínea, que no había fisuras, que la redondez y la preparación de todo el melodismo que tenía era perfecto, ese es el calificativo. Todas las curvas melódicas eran muy elaboradas sin que se repitieran, sin ser monótonas, y su lenguaje, aunque es muy elaborado nunca llegó a ser complicado o demasiado sofisticado.
¿Cómo se dio el diálogo de las obras virreinales con Palestrina?
Realmente la mezcla es algo con mucha potencia, tanto de un lado como del otro, en el sentido de que se nota cómo los compositores virreinales retoman mucho elementos de Palestrina y tienen su propia personalidad, con su armonía y su propio lenguaje.
Digamos que combinan muy bien, un 70 por ciento de Palestrina y un 30 por ciento virreinal. Iniciaremos con el compositor italiano y después daremos una pincelada de la música virreinal, además lo haré con un órgano, vamos a tener el elemento del timbre. Me gustaría hacer Palestrina solo con voces y después la música virreinal con voces y órgano, de esa manera los podemos combinar.
Este repertorio no es tan común de escuchar por eso será una ocasión única. Ciertamente debo poner de manifiesto que esta música no está al alcance de cualquier grupo ni de cualquier coro, esto es la esencia de la música vocal, con un equilibrio y delicadeza extremas, solamente un coro fantástico como el de los Madrigalistas, con su entrenamiento diario puede hacer un concierto de esta música con perfección, porque esta música hay que servirla absolutamente perfecta para que suene bien.
¿Cuál es la dificultad de ese repertorio coral de Palestrina?
En primer lugar, una afinación absolutamente impoluta, perfecta, no puede haber fisura, si no funciona, esto es técnicamente de una exigencia continua porque la gran cantidad de líneas que se mueven en distintos momentos te obliga a estar muy atento a las referencias y las curvas melódica, y claro tiene una dificultad tremenda. Luego la expresividad, saber que tenemos que respetar la cuerda del otro, y todo eso junto hace que sea una gran exigencia para el cantante, tiene que estar muy concentrado.
¿Qué tanto está presente la influencia de Palestrina actualmente?
Desgraciadamente, es más necesaria que nunca por su espiritualidad, por su perfección, porque es entrar a un concierto en el cual tú sales como si hubieras estado metido en un mantra elevado. Porque es una música que te va atrapando, no es una música espectacular, sino es una música emocional que te conmueve. Por eso invitaría a todo el público a cruzar a este mundo musical y escuchar este concierto para que se den cuenta de que a veces necesitamos paz, ante el ruido actual y la velocidad del mundo visual.
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