Por la escasa oferta editorial en lenguas indígenas, es urgente la publicación de nuevos materiales y su difusión en ámbitos escolares, tarea no solo referente al libro impreso sino también a los soportes digitales.
Este fue uno de los consensos a los que llegaron los participantes del primer Congreso Internacional de Fomento a la Lectura en Lenguas Indígenas, medio centenar de investigadores y promotores nacionales y extranjeros, quienes subrayaron que todas las propuestas surgidas en la materia deberán ser consideradas tanto por las instituciones como por editores y sociedad.
Marina Núñez Bespalova, titular de la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, enumeró las tareas pendientes, entre las que destacan el replanteamiento de los derechos sobre las traducciones para incrementar su desarrollo, buscar el financiamiento del Estado para impulsar la publicación de libros en lenguas indígenas y fomentar el proceso editorial en las comunidades.
En materia de traducción, los congresistas advirtieron la complejidad de la materia, de modo que todo lo que se realice debe atender los cambios permanentes de las mismas lenguas.
También se destacó que es necesario promover encuentros y “dar voz” a las comunidades, acciones que pueden fortalecer y reposicionar el uso de las lenguas indígenas en el ámbito público y cotidiano, con lo que se priorizará la equidad y garantizarán los derechos lingüísticos.
Los acuerdos alcanzados seguirán analizándose en los diversos niveles de participación, con el objetivo de preparar una agenda o ejes de acción para los siguientes años y con vistas al 2019, Año Internacional de las Lenguas Indígenas.
Derivado del consenso de que una lengua es una representación de la vida cotidiana, alentar su uso y difusión es una manera de crear espacios para su revitalización, lo que va más allá de la mera transmisión de palabras, dijeron los especialistas.
Durante la última de las sesiones del Congreso, realizadas en el Teatro Macedonio Alcalá de la capital oaxaqueña, el canadiense Jéröme Moisan, especialista del Departamento de Patrimonio de su país, expuso las maneras en que la diversidad cultural y lingüística ha sido enfrentada en su país.
Dijo que existen 90 lenguas vigentes, las más importantes las de los grupos inuit y métis. Se calcula que 260 mil personas hablan una lengua distinta al inglés y el francés.
Explicó también cómo las políticas que tienen que ver con los grupos aborígenes se han insertado en la legislación general, siempre siguiendo las recomendaciones en la materia de los organismos internacionales.
Si una aseveración de Moisan se recibió con ánimo e interés entre los participantes de este primer congreso (el próximo se programó para 2019 en Campeche) fue la que recordó la voz de los pueblos canadienses en el sentido de que “nada que tenga que ver con nosotros debe hacerse sin nosotros”.