Dewey Bozella siempre soñó con ser un boxeador profesional y poder ganar campeonatos; sin embargo, una serie de injusticias hicieron que pasara más de la mitad de su vida encarcelado por un crimen que no cometió.
La vida de Bozella desde un inicio fue complicada, a los 9 años vio como su padre asesinó a su madre que estaba embarazada a golpes, tras eso él junto a cinco de sus 11 hermanos fueron pasando por varios hogares adoptivos. Cuando era adolescente dos de sus hermanos fallecieron, uno apuñalado durante una pelea y otro de un balazo; a los 17 fue detenido por primera vez por participar en un robo.
En 1977, Emma Crasper de 92 años fue asesinada en su casa y a partir de las descripciones de los supuestos asesinos de parte de un sospechoso, la policía detuvo a Bozella y a Lamar y Stanley Smith. Los hermanos al inicio dijeron no saber nada del crimen; sin embargo, cuando la policía les informó que supuestamente su cómplice los había delatado señalaron a Dewey y a Wayne Moseley como responsables.
Bozella negó los cargos, alegando que no estaba cerca de la escena del crimen a la hora que se cometió. Fue encarcelado 28 días y posteriormente liberado sin que tuviera cargos en contra. Seis años después, cuando intentaba enderezar su camino, tras haber sido detenido dos años y medio por robo, fue nuevamente incriminado por los hermanos Smith por el asesinato de Crasper.
El 3 de diciembre de 1983 un tribunal, conformado exclusivamente de personas blancas, declaró culpable a Bozella, que fue sentenciado a 20 años de cárcel, con posibilidad de que se extendiera a cadena perpetua.
"Todas las pruebas estaban basadas en esos testimonios. No había nada que pudiera tocarse, olerse o verse que lo vinculara con la muerte de Emma Crapser", señaló años después su abogado.
Bozella fue enviado al Centro Correccional Sing Sing en Ossining, sus primeros meses fueron complicados, y le fue asignado el número 84AO172.
"La vida no significaba una mierda para mí. No me importaba si vivía o moría. No existía. Era sólo un número ambulante: 84AO172", relató a Vice en 2015.
En 1985 encontró una esperanza en la cárcel, se inscribió a un programa de boxeo que había sido implementado por un guardia. Este fue el segundo acercamiento al boxeo de parte de Bozella, pues cuando estaba libre había sido alumno en un centro de entrenamiento de Floyd Patterson. El prisionero estuvo invicto hasta 1989, cuando se enfrentó a Lou del Valle, promesa del boxeo estadunidense en aquella época, en un combate muy cerrado, donde demostraría que Dewey tenía las cualidades necesarias para brillar en el encordado.
En 1990 logró que su sentencia original fuera revisada y posteriormente anulada. Durante el segundo juicio la fiscalía le ofreció a Bozella un trato cuando ya tenía 31 años: que admitiera su responsabilidad en la muerte de Emma Crapser, a cambio de una pena de entre 7 y 14 años por asesinato involuntario y con la ventaja de poder solicitar la libertad condicional a los seis meses. Se negó, debido a que no iba a aceptar algo que no hizo.
Días después le ofrecieron otro acuerdo: la libertad inmediata si asumía la responsabilidad del deceso de Crasper. Se volvió a negar. El nuevo jurado le dictaminó una sentencia igual a la original, de 20 años en la cárcel a cadena perpetua.
"Prefería morir en la cárcel antes que asumir algo que no había hecho. No hubiese podido vivir el resto de mi vida diciendo que había hecho algo que no hice", explicó en su momento el otrora pugilista.
En 2003, 2005, 2007 y 2009 solicitó la libertad condicional por su ejemplar comportamiento dentro del complejo de Sing Sing; sin embargo, para otorgárselo le pidieron que por escrito que se arrepintiera por el crimen contra Crasper, por lo que se negó y le rechazaron la solicitud en las cuatro ocasiones.
Gracias a The Innocence Proyect, en 2009 su sentencia fue anulada después de que expusieran una serie de irregularidades e incongruencias durante el proceso. Con 50 años y ya libre de una injusta encarcelación, Bozella se dedicó a ser coach en un gimnasio para jóvenes.
Su oportunidad de cumplir su sueño de subirse al encordado vino de la mano de Golden Boy Promotions de Óscar de la Hoya en 2011 cuando el ex campeón mundial le ofreció aparecer en una función en el Staples Center en contra de Larry Hopkins, el "sí" fue inmediato; no obstante, se enfrentó a otra dificultad, no contaba con la licencia necesaria.
Dieciséis días antes de su combate logró obtener la licencia necesaria que le permitiría materializar su sueño. 48 horas antes de su velada soñada recibió una llamada del ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
"Todo lo que lograste mientras estabas encarcelado y cuando saliste en libertad me impresiona mucho", le comentó el otrora mandatario estadunidense.
El 15 de octubre de 2011, con 52 años, Bozella realizó su sueño de subirse al ring para enfrentarse a Hopkins. Los primeros dos rounds no fueron nada favorables para el ex recluso, pues se vio lento; sin embargo en los siguientes episodios logró conectar varios golpes certeros. Al final, dejó casi al borde del nocaut a su contrincante de 30 años, y consiguió la victoria para así poder retirarse tras haber concretado su sueño.
"Solía acostarme en mi celda soñando que esto sucedería. Esto era todo lo que quería: mi sueño hecho realidad. Fue una de las mejores experiencias de mi vida", expresó tras la pelea para después agradecer a sus abogados, a la comisión de boxeo de California y a Óscar de la Hoya.
EML