La pandemia del covid-19 demostró el alto riesgo económico que significa depender de las cadenas globales de suministro que, al verse interrumpidas, provocaron una inesperada escasez de materias primas y de componentes esenciales para la producción, lo que hizo evidente la necesidad de desarrollar fuentes locales, o al menos cercanas, de proveeduría.
Asimismo, puso en la mesa la necesidad de transformar los procesos productivos para hacerlos más sustentables a través de reutilizar o reciclar los materiales, para requerir menos proveeduría importada. Hablar de economía circular en tiempos del covid-19 tiene mucho sentido, dice Eduardo Aguiñaga, profesor e investigador de EGADE Business School, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
En una primera acepción, la economía circular es “un modelo económico que desacopla la generación de valor de la extracción de recursos naturales vírgenes”, pero en un sentido más amplio constituye un “modelo económico regenerativo por intensión y por diseño, que
recupera el tejido social y la naturaleza y que no solo está enfocado en generar menos impactos negativos al ambiente”, explica el académico.
La adopción del modelo de economía circular en México todavía es incipiente, pero ya existen casos exitosos de grandes empresas como PetStar, Heineken México, Natura, Danone y Bonafont, entre otras, con programas encaminados a generar cero residuos y a reducir la huella ecológica de sus operaciones. Y existen también startups, como Bamboocycles, que han formulado de arranque todo su plan de negocios a partir de la economía circular.
“Hay muchos estudiantes y profesionistas que ven en el concepto de economía circular y dentro de sus principios oportunidades de negocio sobre cómo reutilizar o darle nueva vida a residuos industriales y cómo aprovechar los recursos locales”, comenta Aguiñaga.
Si bien ya se han dado pasos firmes en el tema, el potencial todavía es muy amplio en el país, ya que 84% de los residuos sólidos son recolectados, pero el 16% restante se queda en algún lugar como foco de contaminación y, además, solo 5% de la basura se separa. Así que “alguien tiene que ocuparse de esto”, considera el académico.
Sin dejar huella
Natura es uno de los gigantes mundiales de la economía circular. Desde hace años se trazó metas muy específicas de cumplimiento hacia 2030, una de las cuales consiste en que 100% de sus empaques y embalajes deben ser reciclables, reutilizables o bien compostables.
Asimismo, de todo el plástico empleado en los procesos de producción, al menos 50% deberá ser de material reciclado, y donde no exista infraestructura para el reciclaje se tendrá que compensar 100% el plástico de empaques y embalajes mediante acciones de recolección y reutilización, comparte en entrevista Griselda Ramos, directora de sustentabilidad de Natura México.
También existen compromisos globales en lo referente a las recetas de los productos de cuidado personal que fabrica la empresa —cremas, shampoo, perfumes y maquillaje—, los cuales tendrán que ser biodegradables y con un gran contenido de ingredientes naturales y sustentables. “Hoy día tenemos más consumidores conscientes y un público joven que busca saber qué hay detrás de cada producto.
Eso genera fidelización de nuestros clientes y da argumentos de venta a las consultoras”, refiere la ejecutiva.
En el caso de México, Natura tiene aliados como la organización Ecolana, para recuperar residuos posconsumo, con el propósito de reciclarlos o reutilizarlos. En 2019 y 2020, Natura recuperó 500 toneladas de vidrio, cartón y PET, que compensan residuos equivalentes a los desechos generados por sus productos vendidos en el mercado nacional. Para 2021, la meta es recoger residuos por un monto equivalente a 25% de los desechos de productos Natura.
La planta “comebotellas”
Un ejemplo claros de cómo funciona la economía circular es PetStar, que posee en Toluca la planta de reciclaje de plástico PET grado alimenticio más grande del mundo.
Esta unidad productiva tiene capacidad para procesar 3,100 millones de botellas al año, cantidad equivalente a llenar 2.4 veces el Estadio Azteca.
“El precepto de economía circular consiste en recuperar 100% del envase y sus componentes: botella, tapa y etiqueta, y lo que hacemos es convertir el PET en resinas para hacer nuevas botellas, mientras que la tapa y la etiqueta —que contienen poliestireno y polipropileno— se utilizan para fabricar cajas para las bebidas”, explica Jaime Cámara, fundador y director general de la compañía PetStar.
Pero el proceso de reciclaje no termina ahí, porque cuando las cajas cumplen su vida útil de cinco años, se vuelven a convertir en resinas para producir nuevas cajas y lo mismo las botellas de PET.
“El concepto es recuperarlo todo”, dice Cámara. PetStar produce resinas de los plásticos reciclados que se entregan a productores de botellas de sus accionistas, esto es, los embotelladores de Industria Mexicana de Coca Cola, encabezados por la empresa Arca Continental.
PetStar también se ha planteado la necesidad de reducir su huella ambiental. El año pasado, cumplió la meta de neutralizar sus emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, mediante el consumo de electricidad generada en plantas eólicas y en plantas de cogeneración, y por la compensación mediante bonos de carbono de las emisiones que son inevitables.
“Somos una empresa carbono neutro”, explica Jaime Cámara. En materia de agua, PetStar logró al cierre de 2020 mitigar al 50% su huella hídrica, con medidas de ahorro y trata- miento de aguas; además de que está a 75% de lograr su meta de alcanzar el grado de basura cero, que significa no generar residuos sólidos en absoluto.
Un aliado para la circularidad
David Herranz, director Adjunto de la Dirección Técnica y Performance en Veolia México, piensa que la pandemia y el momento que vive México en materia de energía obligarán a más empresas a buscar formas seguras de abastecerse de electricidad, lo que dará un impulso a la economía circular en el país.
Veolia —especializada en soluciones sustentables para gestión de agua, residuos y energía— tiene entre sus clientes de México a grandes empresas, principalmente de los sectores de la construcción y agua potable. “Esta industria ya sabe lo que tiene que hacer y sus objetivos claros”, dice Herranz, quien reconoce el mayor desafío en las pequeñas y medianas empresas, que no tienen conocimiento ni recursos económicos.
“Los residuos biológicos o lodos que arroja una empresa pueden servir para generar biogás, mismo que puede sustituir al gas natural o al diésel como combustible”. Como resultado, “se disminuye la huella de carbono usando el biogás y se generan ahorros en la compra de energía. Aquí es cuando repercute en el bolsillo y el empresario lo ve más atractivo”, dice.
Uno de los proyectos que Veolia tiene en marcha es el desarrollo de un sistema de generación de combustible a partir de residuos peligrosos, el cual instala actualmente en una planta cementera. David Herranz estima que el trabajo quedará terminado a mediados de este año.
Además de la cementera, la industria alimenticia y la agroindustria se perfilan como clientes relevantes en el país, debido a su alta generación de residuos biológicos, que son aprovechables para producir energía. “En esos sectores habrá un boom importante”, considera David Herranz.
Cero desperdicios
Los desechos orgánicos de la cerveza no tienen que irse al relleno sanitario, porque Heineken México encontró una manera de sacarles provecho. Desde 2017, todos los vasos que la empresa cervecera distribuye en conciertos y encuentros deportivos están hechos de un bioplástico derivado de los desperdicios de cebada.
“Los vasos nos han ayudado a reducir entre 25% y 30% el uso de vasos de plástico (...) Ese proyecto nació en México y lo llevamos al mundo”, comenta en entrevista Blanca Brambila, gerente de Sustentabilidad y Responsabilidad Social de Heineken México. En 2019, la compañía también avanzó en uno de sus planes más ambiciosos y que consistió en la inauguración de la planta Eos Repare, destinada a la disposición final de refrigeradores o enfriadores.
“La legislación en México ordena la disposición final sostenible de gas y de aceite de refrigeradores, pero de los demás componentes no hay una práctica específica”, refiere la ejecutiva. En este sentido, la planta Eos Repare separa las partes y componentes que pueden usarse para reparar otros enfriadores y las que ya no sirven se destinan al reciclaje.
“Desde 2016, Heineken México fue la primera empresa en hacer un com- promiso público de transición hacia la economía circular en el país”, destacó Blanca Brambila, y asegura que no fue solo una expresión de buenos deseos o producto de la moda.
En 2019, la compañía pudo declararse “cero desperdicios”, esto es que todos sus residuos orgánicos e inorgánicos ya tienen un segundo uso. Solo queda pendiente la meta de cubrir 66% de su consumo de electricidad de fuentes renovables; estaba planeado para 2020, pero se aplazó para este 2021 debido al covid-19.
En la planta de Meoqui en Chihuahua —estrenada en 2018— se ideó con base en el modelo de economía circular y aspira a convertirse en “el centro de un ecosistema” regional, comenta la ejecutiva. Por ejemplo, dice Blanca Brambila, un proveedor que fabrica vidrio tiene intenciones de instalarse cerca de la cervecera, a partir de lo cual se analiza utilizar el calor residual del fabricante de vidrio para la producción de Heineken, y a cambio se le puede ofrecer utilizar el agua tratada que sale de su planta. “Así creamos una simbiosis técnica”