Al comenzar este artículo, mi intención era hablar sobre el brote de dengue que enfrenta América Latina y cuyo número de casos al inicio de octubre asciende a 12 millones (casi el triple de los registrados en todo 2023). Luego me pregunté: ¿Y por qué no hablar de la mpox (antes conocida como viruela del mono), declarada emergencia de salud internacional por la Organización Mundial de la Salud en agosto? o ¿por qué no mejor hablar del brote del virus de Marburgo, que hoy azota a Ruanda, en el continente africano, y cuyos 46 casos han dejado 12 víctimas mortales? Vaya, los ejemplos siguen.
Pero surge una pregunta más interesante: ¿por qué hoy pareciera que vivimos en un mundo más peligroso que hace décadas?
Como suele suceder con los temas complejos, la respuesta no es simple. Muchas de las características de las sociedades contemporáneas, como la pobreza, la migración y el cambio climático, favorecen el surgimiento y propagación de enfermedades infecciosas.
Por otro lado, contamos con métodos de detección cada vez más refinados, que permiten a las autoridades sanitarias mundiales alertar a la población sobre posibles epidemias y tomar acciones para detenerla.
Ingredientes para cocinar una pandemia
Pobreza: Como es bien sabido, esta condición socioeconómica tiene un impacto devastador en la salud pública, al favorecer la desnutrición y condiciones de vida insalubres, entre ellas la falta de acceso al agua potable, a sistemas adecuados de drenaje y alimentos en buen estado. Además, limita el acceso a herramientas esenciales para combatir infecciones, como vacunas y antibióticos. Estas circunstancias crean un entorno propicio para la aparición y propagación de agentes infecciosos. De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, 22 por ciento de las casi seis mil millones de personas evaluadas vivían en condiciones de pobreza en 2021.
Urbanización: Con la promesa de obtener mejores oportunidades, educación de mayor calidad o un mejor servicio médico, muchas personas se trasladan y asientan en áreas urbanas. En 2021, 56 por ciento de la población mundial vivía en zonas urbanas, según datos de la ONU. Sin embargo, estas áreas presentan marcadas desigualdades en las condiciones de vida. En muchas de estas zonas, la alta densidad poblacional genera un contacto estrecho entre las personas, lo que facilita la proliferación de vectores como ratas, piojos, chinches y otros transmisores de enfermedades. Además, la pobreza, que a menudo acompaña la urbanización, contribuye a la propagación de patógenos.
Cambio climático: El cambio climático no solo se refleja en el aumento de la temperatura global, sino que también intensifica fenómenos como sequías, incendios, huracanes e inundaciones. Estos eventos favorecen de distintas maneras el surgimiento y desarrollo de agentes infecciosos. Por ejemplo, vectores de enfermedades como los mosquitos, que requieren cuerpos de agua para depositar sus huevos y reproducirse, ven favorecida su reproducción en zonas inundadas. A mediados de 2022, tras las inundaciones que afectaron Pakistán, se registró un aumento significativo en los casos de dengue y malaria, ambas infecciones transmitidas por mosquitos.
Movilidad: En lo que va de 2024, se han realizado aproximadamente 40 millones de vuelos comerciales, lo que ha permitido que unas cuatro mil quinientas millones de personas se desplacen entre diferentes lugares. Muchas de ellas, sin saberlo, han transportado como polizonte algún patógeno. La velocidad de los vuelos también juega un papel importante: un portador de un agente infeccioso puede viajar de Tokio a París y luego a Ciudad de México en menos de 36 horas, pasando así por tres de las ciudades más pobladas del mundo mientras aún es un sujeto contagioso. El covid-19 es el ejemplo más reciente de cómo se propaga una infección a todo el mundo, de manera rápida.
Contacto con animales silvestres: La invasión de los ecosistemas y el tráfico de especies silvestres aumentan el contacto de los seres humanos con los animales. Aunque parece insignificante, más de la mitad de las mil setecientas especies de agentes infecciosos que afectan a los humanos tienen su origen en los animales.
El dato...10 millones de muertes al año podrían ser causadas
Por bacterias multirresistentes hacia 2050, si continúa el uso no controlado de antibiótico
Resistencia a los antibióticos: Las bacterias que hoy controlamos gracias a los antibióticos podrían volverse resistentes a estos tratamientos, si los utilizamos sin receta o no cumplimos la dosificación, lo que generaría brotes epidemiológicos. Si esta tendencia continúa, para 2050 las bacterias multirresistentes a antibióticos causarán 10 millones de muertes al año.
Un mensaje para llevarse a casa
Como población, debemos disminuir en la medida de lo posible el impacto de los factores que favorecen el surgimiento y dispersión de agentes infecciosos.
El primer paso para evitar que los brotes escalen a epidemias o pandemias es detectarlos a tiempo. El hecho de que se identifiquen tantos brotes de infecciones hoy es, en parte, una buena señal: significa que hay una vigilancia epidemiológica adecuada y que los medios están cumpliendo su labor informativa.
Los agentes infecciosos son como los huracanes o los sismos. Aunque no nos gusten y causen muertes, pérdidas económicas y destrucción, seguirán existiendo. Así como nos preparamos para los huracanes, debemos estar listos para enfrentar los agentes infecciosos: detectarlos a tiempo y evitar su propagación. Como ciudadanos, nuestra responsabilidad es vacunar a nuestros hijos y a nosotros mismos cuando sea necesario, usar los antibióticos de manera responsable y seguir las recomendaciones de las autoridades de salud.
*Maestro en Ciencias Bioquímicas e investigador en el Instituto de Microbiología de Praga.
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