El mundo de los zombis, estos seres que pierden el control de pensamientos y decisiones, es una temática que se ha posicionado no solo en las hojas de los libros sino también en las pantallas y hasta en los escenarios. A partir de la obra de Javier Malpica, El despertar del zombi, para la compañía Los pinches chamacos, es que surge este montaje teatral.
La puesta es un monólogo en el que actúa y dirige Esteban Castellanos: “Es una historia fantástica con una estética minimalista de ciencia ficción” que cuestiona y muestra a un “monstruo digitalizado”, explica Castellanos, quien da vida a un joven estudiante que se dedica durante horas y semanas a encerrarse y jugar una misión de videojuegos de zombis sicarios.
En El despertar del zombi, que dura 70 minutos, se van entrelazando y mostrando las alteraciones mentales que puede manifestar nuestro cerebro en el panorama virtual. La obra se presenta del 18 de febrero al 19 de marzo en el Teatro La Capilla.
La narración habla sobre el mundo digital, este mundo contemporáneo en el que estamos interconectados a través de la tecnología, y también es una obra que se adentra en temáticas como la soledad, la empatía y la realidad virtual donde, principalmente los jóvenes, descargan y mantienen gran parte de su vida.
“Para muchos, la realidad virtual puede ser más interesante que la realidad cotidiana, material. Hay personas que no se hallan en esta realidad porque es un trabajo también de la conciencia encontrar un camino, un destino propio, lo que nos puede llevar a una serie de conflictos. En internet y con nuestros dispositivos podemos caer en una adicción terrible y perdernos de la realidad”.
Audiencias juveniles
La puesta en escena es para adultos, pero está dirigida principalmente a las audiencias juveniles, puntualiza el actor y director. En la historia “hay conflictos internos de un adolescente, que tienen que ver con sus padres, con el destino. Es un joven que está en la etapa de encontrar su propio destino, pero que a la vez está conflictuado con el mundo que lo rodea. Una manera de contrarrestar las circunstancias de su alma es a través de los videojuegos”.
Pero, ¿qué tanto les interesa el teatro a las audiencias juveniles?, se le cuestiona. “A la gente joven no le llama mucho el teatro por varias razones: la primera es que en la educación básica reciben muy poco este tipo de actividades escénicas y, cuando van la experiencia, no siempre ha sido buena. Creo que cuando se les lleva una obra se está pensado en compartir teatro clásico y creo que es un error; me parece que tienen que ver cosas mucho más afines a ellos. Por otro lado, es que el Programa Nacional de Teatro Escolar en este sexenio está parado, no existe. No hay”.
Castellanos dice que si nuestros niños y jóvenes no tienen acceso a estas experiencias llegan a una edad en que el teatro no es parte de su vida.
Otra complicación es la amplia oferta de entretenimiento, “volvemos a las plataformas digitales: los jóvenes están saturados y sobreestimulados con videos y películas, series, videojuegos. Es difícil que ellos estén interesados en ir al teatro, pero al final nosotros ponemos nuestro granito de arena”.
Esteban Castellanos considera que sus aliados son los profesores, quienes pueden estimular para que los jóvenes vayan al teatro.
“Nosotros queremos acercarnos para llevar este proyecto a las escuelas particulares y públicas. Eso sería el anhelo más grande que tendríamos: poder tener el acceso para presentar los trabajos que hacemos en el teatro escolar. El arte escénico no tiene mucha cabida, siempre queda relegado. Es una labor titánica”. _
y además
Los pinches chamacos viajeros
La compañía Los pinches chamacos está conformado por Alma Curiel y Esteban Castellanos, “invitamos a colaboradores a trabajar con nosotros, a actuar, a escribir o con algo relacionado a la escenografía. Somos una compañía que se distingue por producir dramaturgia mexicana para audiencias juveniles. Ellos han sido nuestro público, para quien pensamos lo que hacemos, para quien pensamos nuestras obras de teatro y, además somos una compañía de teatro viajero. Hacemos teatro con los mínimos elementos escenográficos pero con el máximo de imaginación y poesía”.
jk