“La figura materna es fundamental para el desarrollo de un niño, jóvenes y adolescentes, pues la mamá, culturalmente, es la encargada de trasmitir los valores a sus hijos, y si son congruentes con los mismos, harán niños seguros e independientes”, señaló la psicóloga Elizabeth Graciela Eng García.
En el marco del 10 de Mayo, Día de las Madres, la especialista en familia detalló que la ausencia de una madre con una hija o hijo no solo se da de manera física sino también emocional, lo cual causa daños considerables en el desarrollo del menor en sus primeros años; incluso, en su vida adulta la falta de esta figura puede recaer en una problemática para lograr relacionarse, al no tener confianza en las personas.
En ese sentido, por diversas circunstancias la sociedad mexicana se enfrenta a maternidades ausentes: por violencia, en su manifestación más cruda en el feminicidio, así como la desaparición; además, de la falta de oportunidades de desarrollo que obliga a la migración.
Impacto psicológico y en desarrollo humano
En entrevista con MILENIO Puebla, la psicóloga Elizabeth Graciela Eng García consideró que la función de una madre, ya sea biológica o de crianza, es un rol importante de protección para los menores:
“Este 10 de Mayo es fundamental recalcar el rol de asistencia que tenemos las mamás con los menores, el no solo estar físicamente sino también se debe estar emocionalmente”.
Explicó que la afectación de un menor por tener una madre ausente varía en la edad del mismo, pues en niños de 2 a 4 años, de no tener esta figura, se complicarán los aspectos de seguridad social. Mientras, en niños de 4 a 6 años, si bien ya se empieza a tener el desapego de la mamá, al carecer de esta figura el menor puede caer en actitudes de agresión, “son también retraídos”. En infantes de los 6 años adelante, que comprende la etapa escolarizada, la ausencia de la mamá afecta el nivel educativo con déficit de atención y disminución de habilidades sociales y emocionales.
Para el caso de los adultos que no contaron con una figura materna en sus primeros años de vida, es complicado formar una relación de pareja, pues al carecer de una figura materna, se tiende a generar confianza con ella.
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Nada que celebrar; sigue la búsqueda
Este 10 de Mayo, Día de las Madres, es una fecha que algunas mujeres no celebrarán pues siguen en la búsqueda de sus hijos, así lo expuso María Luisa Barojas, representante del Colectivo Voz de los Desaparecidos Puebla.
La activista poblana abundó que el 10 de Mayo “no hay nada que celebrar, y mucho que exigir”, por lo que el movimiento acudirá a las oficinas de la Fiscalía General de Justicia (FGE) de 9 a 12 horas, para exigir acciones sobre las personas desaparecidas, además de colocar una galería de “nuestros desaparecidos en Puebla”.
De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), en Puebla, de 2015 a 2020 se tiene registro de 3 mil 707 mujeres desaparecidas, de las cuales el 1.11 por ciento fueron halladas sin vida, 77.42 por ciento con vida y 21.47 por ciento siguen sin ser localizadas. Por otra parte, el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del Estado de Puebla (CCSJ), mediante el Programa Análisis para la Incidencia en Violencia Feminicida, expuso que de enero de 2019 a enero de 2020 en la entidad se registraron 166 desapariciones de mujeres, niñas y adolescentes.
Los datos de la FGE publicados por el Observatorio Ciudadano señalan que en 2020 de un total de 63 casos se desconoce la información o causa de la desaparición de las mujeres, mientras en 88 casos se indica que se escaparon con su novio o pareja sentimental, 5 se fueron por problemas con su esposo, 136 mujeres huyeron de su hogar por voluntad propia y 145 se fueron por problemas familiares.
La capital poblana es la zona con mayor número de casos de mujeres desaparecidas sin localizar de 2015 a 2019 con 302 casos, seguido de Tehuacán con 49, en tercera posición Atlixco con 29, en cuarto lugar Tepeaca con 26, en quinto peldaño Huauchinango, Amozoc y Tecamachalco con 17 cada uno, seguido de San Martín Texmelucan con 16.
Madres migrantes
En Estados Unidos viven más de medio millón de mujeres poblanas que son madres de familia y que enfrentan la pandemia del covid-19 en medio de diferentes dificultades como problemas de salud y económicos.
De acuerdo con la Fundación Pies Secos, organización que brinda apoyo a migrantes, la mayor parte de las madres originarias de Puebla viven en Los Ángeles, California y en la llamada área tri-estatal o área de tres estados conformada por Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut.
Las madres migrantes de origen poblano también viven en Illinois, Texas, Oklahoma, Nuevo México y Pensilvania.
Ante la pandemia de la covid-19, más de 100 mil negocios con inversiones de poblanos resultaron con diferentes afectaciones en Estados Unidos, de los cuales, 80 mil ya cerraron de forma definitiva; mientras que 20 mil comenzaron a reabrir.
La mayor parte de negocios que cerraron de manera definitiva son restaurantes, estéticas, peluquerías y tiendas de bisutería, los cuales, tenían entre cuatro y cinco trabajadores, muchas mujeres y madres de familia.
La mayor parte de las mujeres migrantes de origen poblano que se encuentran en Estados Unidos nacieron en Puebla capital, Acatlán, Atlixco, Izúcar de Matamoros, San Martín Texmelucan, San Pedro Cholula, Tehuacán y Tulcingo, así como de la región de la Mixteca poblana.
Entre las actuales mujeres madres de familia, una gran parte llegó a Estados Unidos siendo niña o adolescente. Al crecer y encontrar a su pareja, se convirtieron en madres. Otras poblanas decidieron acompañar a sus esposos y migraron en buscar del llamado "sueño americano".
En medio de la pandemia de la covid-19, más de 600 migrantes poblanos perdieron la vida en Estados Unidos tras dar positivo al coronavirus. Entre los migrantes poblanos que fallecieron, alrededor de 30 por ciento eran madres de familia, de acuerdo con la organización Pies Secos.
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Pandemia aumenta dificultades en familias
Hace 22 años, Luz María Hernández, originaria de San José Buenavista, Tlacotepec de Benito Juárez, salió junto con su esposo, Jorge de la Luz, de Puebla en busca de un cumplir el llamado "sueño americano".
En marzo de 2021, el covid-19 cambió la vida de la mujer migrante, quien vio cómo su esposo de 40 años de edad estuvo a punto de morir en Brooklyn, en Estados Unido. Su compañero de vida no podía respirar y cuando acudieron a un hospital, los médicos detectaron enfermedades que estaban ocultas.
Al esposo de Luz María Hernández le detectaron diabetes; además, una infección en los pulmones y presentaba un accidente vascular del cerebro.
A más de un año de las complicaciones, Luz María recordó que sintió miedo porque sabía que gran parte de los connacionales que ingresan a los nosocomios fallecen semanas más tarde; sin embargo, cuando aumentaron los problemas de respiración, no hubo otra opción. No obstante, poco a poco su esposo reportó una mejoría que calificó como milagrosa.
Tras los momentos complicados, Luz María Hernández resalta que la familia está saliendo adelante y esperan que, en este año, cuenten con trabajos estables para que puedan enviar recursos a sus familias en Puebla.
Madres decidieron migrar
Las mujeres migran por diferentes causas, entre ellas, proyectos de vida, búsqueda de nuevas oportunidades, una vida mejor o bien huir de la violencia intrafamiliar. En Estados Unidos, cuando las madres son cabezas de familia, las dinámicas que llevan a cabo son distintas, puesto que cargan además de la responsabilidad económica, la crianza de sus hijos, en algunos casos, los que dejaron en México y en otros, combinarla con la de hijos en el lugar de destino.
De acuerdo con el estudio “El rol de la mujer migrante en familias transnacionales monoparentales, Puebla, México – Pensilvania, EUA durante el periodo 2000-2016”, realizado por Yarazetd Graciela Mendoza Camarg, de El Colegio de la Frontera, cada una de las actuales madres decidió emigrar buscaban un cambio para su familia y un mejor nivel de vida, cambiando las estructuras sociales enfrentándose a un lugar, idioma y país diferente.
En el país vecino del norte se conforman nuevas estructuras familiares que resultan de la migración de la madre como jefa de familia, mostrando un nuevo esquema en cuanto a los roles de cada uno de los miembros.
“Como mujeres enfrentan desigualdades en oportunidades de trabajo, salarios y trato en el empleo del lugar de origen y destino; se enfrentan a prejuicios por haber dejado a sus hijos al emigrar e implica modificaciones en la dinámica y estructura familiar; las mujeres van sumando actividades, ya que además de las domésticas que realizan, trabajan para cubrir vivienda, educación y vestido de sus hijos en México y según las circunstancias también de sus hijos en Estados Unidos”, destaca el estudio.
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