Como ha sucedido desde hace 26 años, una de las tradiciones gastronómicas más importantes en México ya está dispuesta en el Museo Nacional de Culturas Populares: la Feria del Tamal, con la oferta de más de 50 expositores procedentes de 13 estados y de países como Colombia, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Panamá o Guatemala.
Si bien se trata de una tradición que se ha dispersado por distintos países de América Latina, el tamal proviene del náhuatl tamalli, un alimento que data de tiempos prehispánicos y que, en la actualidad, se funde con ritos ceremoniales hispánicos, como el Día de la Candelaria.
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La Feria del Tamal estará abierta hasta el 3 de febrero. El Museo Nacional de Culturas Populares se encuentra en Avenida Hidalgo 289, en Coyoacán.
¿Cuál es el origen de los tamales?
“Los tamales son esas preparaciones que han tenido que sortear una serie de vicisitudes a través del tiempo, que lo mismo se pueden detectar desde la época prehispánica hasta el siglo XXI, que en gran parte de la república e, incluso, en otros países”, se lee en el libro Repertorio de tamales (DGCP-Conaculta, 2013), de Guadalupe Pérez San Vicente.
El libro documenta una de las preparaciones milenarias de la cocina mexicana, a través de un repertorio de 370 tamales mexicanos y 141 recetas genéricas para hacerlos, amén de ofrecer la caracterización de los tamales, sus envolturas, sabores, tamaños y formas, así como sus subgéneros.
Con la llegada de los españoles, los tamales se transformaron, al añadirse elementos dulces, como arroz con leche, pasas, higos o acitrón, pero el modelo de los tamales sigue siendo el mismo al usado en la época prehispánica: una masa de maíz a la que se le puede añadir una gran variedad de ingredientes.
Desde los tradicionales tamales oaxaqueños, tamales calientitos, de coloradito o de mole, con queso crema y rajas, hasta los que se producen de acuerdo con cada una de las regiones y costumbres del país: en hojas de chaya y relleno de huevo, hasta el zacahuil de la región huasteca, el de iguana, armadillo o pejelagarto, según la región de la que se hable.
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