El 2021 ha sido un año que no sólo se vio marcado por la extensión de la pandemia de covid-19, sino también por incidentes geopolíticos, la división de la sociedad a través de las redes sociales, elecciones clave en algunos países del mundo y desastres naturales que cada vez están más vinculados con la crisis climática.
El repaso de este año intrínsicamente será marcado por el covid-19, los conflictos diplomáticos, las catástrofes ambientales, las corrientes migratorias, etcétera. Esto es lo que ocurrió en todo el 2021.
Covid-19: La llegada de las vacunas y la inequidad en su distribución
En diciembre de 2020 arrancó la vacunación en Reino Unido y Estados Unidos, tanto para el personal médico como para adultos mayores de edad muy avanzada. La esperanza estaba depositada en las nuevas vacunas —Pfizer-BioNTech, AstraZeneca, Sinovac, Sinopharm, Johnson & Johnson, CanSino, Covaxin y Sputnik V— que habían sido desarrolladas en tiempo récord para controlar la pandemia.
Los "viajes de la vida" que emprendían los aviones que recogían las dosis que empezaban a llegar a cuentagotas alimentaban la ilusión de que comenzaba el fin de la pandemia; sin embargo, emergieron dos grandísimos problemas que determinarían el cambio de curso de la pandemia: la inequidad a su acceso y el origen de la variante delta en India.
Aunque la OMS había desarrollado un mecanismo para garantizar la distribución equitativa de las vacunas en todo el mundo, se enfrentó al problema de la "nacionalización" de las dosis que emprendió India tras el nacimiento de la nueva variante.
Muchos países habían contratado directamente con las farmacéuticas para distribuirlas en sus países... lógicamente, las naciones ricas acapararon las dosis para vacunar, lo más pronto posible, a su población, con el fin de reactivar la economía duramente mermada por la pandemia.
Los problemas de distribución de Covax, ya que las farmacéuticas priorizaron su acceso con los países, así como la poca contribución de los países dominantes al mecanismo, lo condenaron a su fracaso. Esto generó no sólo el auge de otras dos olas de la pandemia, sino la aparición de otras variantes que amenazaban la eficacia de las dosis.
Aunque para mediados de año se pudo regularizar la situación en su distribución, aún existían naciones que no habían vacunado ni al 5 por ciento de su población, la gran mayoría estaba en los países más pobres de África.
Esto sumado al inicial pánico por los efectos secundarios de las vacunas, principalmente de Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson, en los que se reportaron casos esporádicos de riesgo cardiovascular en algunas personas.
Al fracaso mundial del control de la pandemia se añadieron las restricciones a viajeros que no contaban con cierta vacuna para ingresar a un país, así como la politización del covid-19, pues algunos países occidentales responsabilizaron a China por haber dado origen al primer brote.
La primera investigación que realizó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar el origen de la pandemia no convenció a las grandes potencias —ya que el informe estuvo limitado por el gobierno chino que controló el acceso a la información de los enviados especiales del organismo—, incluso tomó mayor fuerza la teoría que habría sido creado dentro del laboratorio del Instituto de Virología de Wuhan.
Los países occidentales, además, ignoraron la inicial recomendación de la OMS de priorizar la distribución de vacunas, y prefirieron ofrecer una tercera dosis de refuerzo, así como el comienzo de la vacunación de niños —bajo estudios científicos—, perpetuando aún más la desigualdad en el acceso de los frascos. Estados Unidos, Rusia y China quisieron solventar la escasez de dosis implementando una "diplomacia de vacunas", pero que tuvo mediano éxito.
La OMS comenzó a emplear el alfabeto griego para denominar a las nuevas variantes del virus, ya que tanto naciones como algunos medios de comunicación responsabilizaban indirectamente a un país por el origen de éstas, lo que generó una especie de discriminación. Antes de que concluyera 2021 se detectó la variante ómicron en Sudáfrica.
Pese al avance de la vacunación, la amplia información que empezó a circular sobre el virus y la mejora en el desarrollo de pruebas diagnósticas y hasta pastillas anticovid, produjo un nuevo fenómeno social: los antivacunas y las protestas anticuarentena.
Se trató de personas que rechazaban inocularse con una dosis y que afirmaban que las dosis mataban a la gente e incluso que era una forma de control de un ente mundial desataron protestas y enfrentamientos con la policía en diversas partes del mundo, ya que muchos países impusieron un pase sanitario obligando a limitar actividades a ellos por negarse a recibir su vacuna.
Ese negacionismo no sólo salpicó a allegros sectores de la sociedad, sino también a politicos, e incluso mandatarios, que negaban el impacto del virus. Sin embargo, conforme a la llegada de las vacunas provino un relajamiento de las medidas sanitarias a nivel mundial, principalmente por la reactivación del turismo, los eventos masivos y la retoma de algunas actividades.
Entre esas actividades destacaban los Juegos Olímpicos de Tokio —que ya habían sido aplazados en 2020, y que terminaron celebrándose sin público tanto por el rechazo local como el aumento de casos en el país en ese momento, así como los partidos de la Eurocopa, que también propiciaron un aumento en el número de contagios.
Las afectaciones económicas provocaron la quiebra de millones de negocios alrededor del mundo. Aunque hubo naciones donde las restricciones no eran amplias y se iban ajustando conforme a los números de muertes y contagios confirmados, otros impusieron medidas completamente restrictivas que generaron amplio descontento social, mismo que generó protestas por la reapertura económica.
El "regreso" de EU con Biden y el asalto al Capitolio
El asalto al Capitolio del 6 de enero no sólo cambio la historia de Estados Unidos, sino suscitó una alerta mundial sobre el riesgo de la caída de la democracia como un modelo de gobierno. Fue un signo de alarma para los países en los que la extrema derecha había avanzado en las urnas.
La llegada de simpatizantes del ahora ex presidente Donald Trump a la sede del Congreso estadunidense con armas de fuego bajo el engaño de un presunto "fraude" electoral, cuyas imágenes se transmitieron por cada rincón del planeta, generó un cisma en la política estadunidense y un repudio internacional.
El ex mandatario jamás reconoció su derrota, incluso, no acudió a la toma de posesión de su sucesor. Mantuvo a tal grado la mentira de un fraude electoral que las principales redes sociales lo terminaron vetando por propagación de noticias falsas.
Trump ahora ha buscado crear su propia red social, que ya ha generado alta expectativa en las bolsas, esto con miras de concentrar a todos sus simpatizantes en una plataforma y ganar impulso hacia una nueva carrera presidencial.
Estos antecedentes hicieron que su influencia trascendiera más allá de las paredes de la Casa Blanca, gran parte del partido que le dio acogida para lanzarse a la presidencia terminó volcándose a su ideología de extrema derecha al grado de buscar impedir que el Congreso investigue al ex mandatario por su papel en el asalto al Capitolio.
Biden asumió la presidencia con la promesa de desmontar todo lo que había hecho Trump durante su administración —la política migratoria, los conflictos con aliados, el diálogo con sus rivales, tomar las riendas del control de la pandemia y la recuperación económica—; sin embargo, en pocos meses terminó enfrentando la realidad.
Pese a ganar los demócratas ambas cámaras del Congreso no tienen los votos necesarios para emprender reformas, incluso se corre el riesgo de enviar a Estados Unidos a un default de deuda por los desencuentros entre republicanos y el partido de Biden. La división política no sólo se ha trasladado al proyecto económico, sino también al plano migratorio y sanitario.
El mandatario ha querido impulsar dos planes económicos —de infraestructura y de gasto social— mismos que terminaron siendo rebajados tanto por los demócratas moderados como los republicanos, que temen un gasto excesivo del gobierno y que aún están bajo debate.
Los republicanos han estado imponiendo recursos legales para impedir cualquier cambio en la reforma migratoria de Biden, que busca tanto regularizar a millones de indocumentados que ya están en el país, así como culminar las prácticas contra los detenidos en la frontera con México, que incluso atentan con los derechos humanos.
Los republicanos han logrado ese objetivo. Tras la llegada de Biden, el número de migrantes centroamericanos y haitianos que esperan una solicitud de asilo en la frontera con México se multiplicó en los últimos meses, dando regreso a una nueva crisis migratoria. Además, ya han interpuesto restricciones tanto para evitar cambios en la legislación de las armas, como de volver a prohibir el aborto, derecho otorgado por la Corte Suprema de Estados Unidos en 1973.
Los tiroteos en Estados Unidos tuvieron cifras récord. Decenas de personas murieron a manos de tiradores que dispararon sus armas en escuelas, centros comerciales y hasta fiestas familiares. El control de las armas de fuego también ha sido un punto de conflicto entre demócratas y republicanos.
La crisis en Afganistán y el regreso de las "peleas" con Rusia y China
Biden ha ido perdiendo popularidad en los últimos meses, pero la primera gran baja se debió a la caótica salida de las tropas estadunidenses en Afganistán, esto tras la caída del gobierno afgano —impuesto desde Washington tras iniciar la guerra contra el terrorismo en 2001—, pues los talibanes recobraron el poder en agosto de este año.
Las imágenes de miles de personas buscando huir desesperadamente del aeropuerto de Kabul ante la llegada de los talibanes al poder tras 20 años, además del atentado terrorista ocasionado por la facción del Estado Islámico, socavaron la popularidad de Biden.
Aunque el mandatario se defendió bajo el argumento que debía culminarse una guerra impopular, lo cual le generó amplio rechazo en varios sectores de la sociedad estadunidense, que ya había sido agravado por la crisis migratoria.
Los talibanes volvieron a controlar el país bajo un gobierno plenamente regido por la Sharia o Ley Islámica, lo que les ha costado acusaciones de vulnerar nuevamente los derechos humanos de las mujeres y de personas que habían colaborado con el antiguo gobierno "títere" impuesto desde Estados Unidos.
Aunque Biden recuperó el protagonismo entre los aliados, principalmente de Europa —que habían sido socavadas por Trump—, el conflicto diplomático de Estados Unidos con Rusia y China se terminó agravando, tanto por la pandemia de covid-19, como la ciberseguridad y la crisis climática.
Con Rusia, pese a que hubo un encuentro presencial y virtual con Vladimir Putin, la situación se ha empeorado por la crisis en Ucrania, en la que el gobierno de Volodimir Zelensky acusa a Rusia de iniciar un guerra por el control de la región dominada por milicias pro-rusia. Además, Biden responsabiliza a Moscú de diversos ciberataques tanto a empresas como al gobierno para no sólo extorsionar, sino buscar robar documentación de autoridades estadunidenses.
En el caso de China, además de responsabilizarlo por el inicio de la pandemia de covid-19, ha escalado el conflicto diplomático por el gobierno en Taiwán, isla que Beijing reclama como suya.
Biden y sus aliados europeos han expresado que respaldarán tanto a Ucrania como a Taiwán ante un eventual conflicto bélico, ocasionado por Rusia como China respectivamente, al punto de querer anexar a Kiev dentro de la OTAN, como reconocer a la isla como una nación independiente.
En el ámbito de América Latina, Biden siguió mirando con cierta cautela la situación en Venezuela, donde el gobierno chavista de Nicolás Maduro y la oposición buscó un diálogo que se realizó en México, que sólo tuvo mediano éxito —ya que los opositores participaron nuevamente en una elección local tras 5 años de ausencia— pero que terminaron siendo suspendidas por el Palacio de Miraflores tras la extradición del presunto testaferro del mandatario, Alex Saab, de Cabo Verde hacia Estados Unidos por acusaciones de lavado de dinero.
Aunque Biden mantiene una muy estrecha relación con México y Colombia, la vista de Washington hacia el sur estuvo marcado por otros dos aspectos: El Salvador y Cuba.
Las protestas contra el gobierno de Cuba por la crisis económica en la isla volvieron a evocar las imágenes del 'Maleconazo' de 1994, exigiendo cambios al régimen comunista que ya no está a cargo de los hermanos Castro, esto principalmente impulsado por la llegada del internet y las redes sociales a la población.
Mientras que el presidente Miguel Díaz-Canel acusó a los manifestantes de estar influidos por Estados Unidos, las calles se volcaron al ritmo de la canción Patria y Vida pese a que fueron reprimidas con violencia. Estados Unidos exigió a la isla terminar con la represión de los manifestantes, mientras que Cuba hizo el reclamo histórico de finalizar el bloqueo comercial.
El gobierno de Estados Unidos ya acusó al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de seguir los mismo pasos que llevaron a la crisis política en Nicaragua —donde Daniel Ortega se reeligió como mandatario encarcelando a opositores— bajo un populismo autoritario, mismo que ha llevado a un congelamiento de las relaciones, incluso para el tema migratorio.
Una crisis climática que empeora, sumada a desastres naturales
En noviembre se realizó la Cumbre Mundial sobre el Clima (COP26) bajo críticas de los pocos avances en la agenda climática de los países más contaminates del mundo y que siguen apostando a los combustibles fósiles y la deforestación ilegal para mantener sus economías. La activista Greta Thunberg la calificó plenamente de "un fracaso" y que los líderes mundiales sólo se dedicaban al "bla, bla, bla".
Aunque muchos países se comprometieron a emprender acciones para ser naciones con emisión de carbón neutro, no todos se mostraron dispuestos a ceder ante una inminente crisis energética con el aumento de la demanda de energía eléctrica ante la llegada del invierno boreal.
Ese incremento ha sido uno de los factores que ha generado altas cifras de la inflación a nivel mundial, Estados Unidos no registraba una alza en los precios de la canasta básica tan considerable desde hace 40 años y que países como Brasil, ya alcanzó el doble dígito.
La crisis climática generó las graves inundaciones en el norte de Europa, donde diversas casas de Alemania y Bélgica quedaron bajo el agua tras la crecida de los ríos y que dejaron alrededor de 200 muertes, así como en los estados sureños de Estados Unidos y el noroeste de Canadá, con otras víctimas mortales. Además, los cambios de temperaturas provocaron la generación de tornados que dejaron completamente destruida una localidad en Estados Unidos.
Pero en el otro extremo, agudizo las sequías en México, Brasil y otras regiones de África, donde los niveles de las presas estaban en riesgo máximo por la falta de agua, así como daños a cosechas que encarecieron la canasta básica de muchas familias, de por sí afectadas por la pandemia de covid-19.
Incluso generó temperaturas récord en el noroeste de Canadá, las cuales llegaron a estar por encima de los 50 grados centígrados y que provocaron muertes de calor, así como incendios forestales; en Groenlandia dejó de nevar y se registró la caída de lluvia.
La deforestación ha sido uno de los principales riesgos de la crisis climática y en Brasil el gobierno de Jair Bolsonaro permitió la mayor pérdida de biósfera del Amazonas en los últimos años, esto tras la expansión de la agroindustria y la extracción ilegal de minerales que deriva en contaminación de ríos y tierras con agentes tóxicos.
El impulso de energías renovables ha quedado limitada tanto por los gobiernos como las empresas ya que se se evocaron en la recuperación económica, derivada de la baja en los precios del petróleo, así como el retorno de consumo masivo que terminó rezagado por la pandemia.
Aunque los ciclones dejaron estragos en América Latina y Asia, con numerosos daños materiales, el número de víctimas mortales no fue excesivamente mayor ni se registraron huracanes ni tifones que, pese a que alcanzaron la máxima categoría, dejaran numerosas muertes a su paso.
Las erupciones de los volcanes Nyiragongo (en Congo), Cumbre Vieja (en las Islas Canarias, España) y el Semeru (en Indonesia) provocaron el desalojo de millones de personas por el avance de la lava en sus comunidades. Aunque no hubo un gran número de víctimas —principalmente en La Palma, donde no se reportaron muertos—, sí dejaron graves daños materiales.
El volcán de La Palma no sólo acaparó las portadas por su impacto geográfico, sino que es la que se ha mantenido activo desde el 19 de septiembre, incluso los habitantes desconocen si podrán regresar siquiera a construir sus casas que fueron consumidas por la lava.
Cambios de régimen en Europa y en América Latina
Dentro del G7 se produjeron tres cambios de mandatarios: la llegada de Joe Biden y la salida tanto del primer ministro japonés Yoshihide Suga y la canciller Angela Merkel. Aunque hubo elecciones en otras regiones del mundo, la llegada de Fumio Kishida y Olaf Scholz representa un cambio en el tablero geopolítico.
Sin embargo, la salida de Merkel es la más emblemática debido a que estuvo al frente del gobierno alemán durante 16 años. En ese periodo tuvo que convivir con una pandemia, dos crisis económicas, una crisis migratoria y una crisis política dentro de su país.
La llegada del socialdemócrata Scholz, quien se alza como el "digno canciller" de la "mutti" germana, representa no sólo la caída de los conservadores de la Unión Demócrata-cristina, sino que pone a Francia como actual mandamás de la Unión Europea en lo que se realizan las elecciones presidenciales al Palacio del Eliseo el próximo año.
En cambio, la llegada de Fumio Kishida se da en una programa elección a nuevo primer ministro japonés que no tenía sorpresas porque el partido hegemónico —el conservador Partido Liberal Democrático— y con una gran baja popularidad de Suga por mantener la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio y la gestión de la pandemia.
En América Latina hubo cambios de cuatro mandatarios: en Ecuador con Guillermo Lasso, en Perú con Pedro Castillo, en Honduras con Xiomara Castro y en Chile con Gabriel Borik . Sin embargo, los primeros dos no han estado exentos de polémica.
Guillermo Lasso se ha estado enfrentando a una crisis de seguridad, en la que los cárteles mexicanos y colombianos tienen el control de las cárceles en Ecuador y que provocaron dos violentos motines en la prisión de Guayaquil con centenares de muertes.
Además, el mandatario terminó involucrado en el escándalo de los Papeles de Pandora y la controversia por empresas offshore, junto con otro mandatario de la región, el actual presidente de Chile Sebastián Piñera.
En tanto, en Perú, Pedro Castillo se impuso por una diferencia muy mínima contra la derechista Keiko Fujimori. La elección generó gran división social porque ambos representan posturas ideológicas completamente diferentes.
El antiguo líder magisterial ha tenido constantes crisis dentro dentro de su gabinete, sus ministros han dejado el cargo por diversas polémicas, mismas que lo llevaron a su primer intento de juicio político de destitución, impulsado por la oposición, que terminó en un intento fallido al no obtener los votos necesarios.
La victoria de Xiomara Castro en Honduras no sólo representó la victoria de la izquierda en el país centroamericano, sino también el regreso del presidente Manuel Zelaya, quien fue depuesto en un golpe de Estado en 2009. La ex primera dama se impuso ante el oficialista Partido Nacional de Juan Orlando Hernández, que era fuertemente impopular debido a su gestión de gobierno, como en sus niveles de corrupción que incluso están vinculados al narcotráfico por su hermano, Juan Antonio, quien está detenido en Estados Unidos.
Chile no sólo eligió a los miembros de su Asamblea Constitucional, que redactarán la nueva Carta Magna del país para derogar la que fue impuesta durante la dictadura de Augusto Pinochet, sino durante el año eligió a sus primeros gobernadores regionales y alcaldes de varias ciudades del país. La nueva Constitución deberá ser sometida a referendo en 2022 para su posible aprobación.
Pero las elecciones presidenciales dieron una sorpresa: la contraposición de dos modelos. El ex líder estudiantil izquierdista, Gabriel Boric, y el legislador de ultraderecha, José Antonio Kast, se disputaron la segunda vuelta de los comicios, en la que la juventud se impuso al antiguo régimen económico y político impuesto por Pinochet.
La crisis política en Nicaragua, en la que Daniel Ortega se reeligió por quinta vez —la cuarta de forma consecutiva— generó no sólo protestas diplomáticas por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), sino del gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea, ya que para los comicios se encarcelaron a opositores para que no compitieran en quitarle el poder.
En Argentina se realizaron elecciones legislativas que supusieron un revés para el gobierno de Alberto Fernández —principalmente por su manejo de la pandemia y el escándalo en la Casa de Olivos—, ya que perdió poder en el Congreso a manos de la oposición derechista —cuyo líder, el ex presidente Mauricio Macri, está acusado de espionaje ilegal—, y no sólo eso, generó que la ultraderecha libertaria obtuviera sus primeras curules en legislaturas locales y en la federal.
Aunque hubo intentos de destituir a Jair Bolsonaro como presidente de Brasil —ya que una comisión del Congreso que lo investigaba por su manejo deliberado de la pandemia de covid-19 lo acusara formalmente de "crímenes de lesa humanidad" por no sólo difundir información falsa de la pandemia de covid-19, sino de tomar acciones deliberadas para que los indígenas y miles de personas murieran del virus, así como socavar medidas contra el covid-19 con tal de impedir el cierre de la economía—, sus aliados en la legislatura lo han impedido, pese a que durante todo el año se registraron protestas contra su gobierno.
Un magnicidio en Haití y golpes de Estado en el mundo
El magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moise agravaron la ya existente crisis política que tenía el país más pobre del continente americano. El entonces mandatario estaba acusado de ser autoritario por querer extender su mandato presidencial, mismo que llevó a suspender al congreso y gobernar por decreto.
La falta de gasolina, una sociedad empobrecida en todos los aspectos, la inoperancia de la clase política y un terremoto que terminó por dañar aún mas la raquítica infraestructura de la isla generó una crisis social que aún se extiende en la población, mismo que ha derivado en parte de la crisis migratoria de México.
Al otro lado del mundo se produjeron cuatro golpes de Estado: en Myanmar, Malí, Guinea y Sudán. Todos cometidos por la vía militar, esto ante el rechazo de un gobierno y por el control de las fuerzas.
El caso más sonado fue el de Birmania inicios de año, donde los militares derrocaron el gobierno de la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y ejercieron una brutal represión a los manifestantes que clamaban por el regreso a la democracia que duró varios meses. El gobierno castrense la mantuvo presa y meses después fue condenada a prisión por rebelión, acto que fue reprobado por las Naciones Unidas y la Unión Europea.
El gobierno híbrido de Abdalá Hamdok en Sudán fue derrocado por los militares tras pleitos internos, luego de que miembros de su gabinete fueron detenidos, pero liberados días después. Aunque los militares consumaron el golpe de Estado, buscaron restablecer el gobierno democrático.
En Malí, el presidente Bah Ndaw fue derrocado por los militares, cuya captura fue celebrada por la población. Aunque el gobierno castrense ha prometido elecciones en 2022, la comunidad internacional condenó el golpe de Estado.
Mientras que en Guinea, el golpe de Estado que derrocó al presidente Alpha Condé —que buscaba un tercer mandato sin haber mejorado las condicione sociales de la población— fue relativamente apoyado por ciertos sectores de la población. Actualmente hay un presidente interino, la comunidad internacional ha pedido detener el avance de los militares y convocar nuevamente a elecciones.
Los conflictos bélicos y crisis migratorias, el otro pendiente
En Medio Oriente la situación geopolítica cambió entre dos rivales antagónicos: Israel e Irán, donde ambos se acusan mutuamente de desestabilizar la región.
Irán eligió a nuevo presidente, al ultraconservador Ebrahim Raisi, en unas elecciones que no generaron expectativas en la población debido a la crisis económica del país derivada por la pandemia de covid-19 y las sanciones impuestas por Estados Unidos, además de que gran parte de la población asumía un "dedazo" del ayatolá Alí Jamenei para ponerlo en el gobierno.
En tanto, en Israel, las protestas de palestinos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, donde reclamaban al gobierno del entonces Benjamin Netanyahu sobre el histórico conflicto árabe-israelí, terminó en escalando al nivel de que la milicia de Hamás buscó bombardear las ciudad fronterizas con el Estado judío.
El conflicto generó bombardeos por ambas partes y la Franja de gaza recibió la mayor parte de los impactos. Aunque se llegó a la paz, eso generó una crisis política en el gobierno de Benjamin Netanyahu, pues todos los partidos opositores se aliaron para quitarle el puesto de primer ministro, intento que ya había sido buscado en veces anteriores con las pasadas elecciones legislativas al parlamento (Knesset), e impusieron a Naftali Bennett como nuevo mandatario del país.
Aunque todos los medios en el mundo se concentraron en la salida de las tropas estadunidenses de Afganistán, en la región del Medio Oriente y partes de África se mantenían el conflicto.
La crisis humanitaria en Yemen —una de las más grandes de la historia— se ha extendido por los constantes ataques entre los rebeldes huitíes y el gobierno de Sana. El conflicto, que comenzó desde 2015 ha dejado más de 370 mil muertos, entre los asesinados en combates y la falta de alimentos y aguas causada por el conflicto.
La situación más problemática, que fue escalando en los últimos meses, ha sido el conflicto con los separatistas en la región del Tigré, al norte de Etiopía, que también ha desencadenado una crisis humanitaria, que la propia ONU ha alertado por el desplazamiento de miles de personas hacia Sudán del Sur, la hambruna y una peligrosa caída del gobierno de Adís Abeba.
Aunque el primer ministro, Abiy Ahmed, ha buscado contender el avance del Frente de Liberación del Tigré hacia otras regiones del país, el premio Nobel de la Paz no la logrado cumplir su objetivo. La situación en Etiopía es vista como un riesgo a la estabilidad en la región, que puede podría afectar a sus vecinos en Kenia y Eritrea.
Corea del Norte ha ignorado las sanciones internacionales y ha continuado en el avance de su agenda armamentista; no sólo buscó equipar su ya existente equipo nuclear, sino que empezó desarrollar misiles hipersónicos. Aunque se restablecieron las comunicaciones intercoreanas, que fueron cortadas hace un año, se mantienen frágiles por los ejercicios militares que aún realiza Corea del Sur en conjunto con Estados Unidos.
Crisis migratoria en el mundo
Pero no sólo han sido conflictos bélicos, sino que se ha empeorado la crisis migratoria en todo el mundo. Miles de migrantes han tratado de llegar hacia Europa y Estados Unidos con tal de buscar mejorar sus vidas huyendo de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades. España, Polonia y México han sido el epicentro de los flujos migratorios.
Loss migrantes africanos —principalmente del oeste del continente—han buscado llegar hacia Europa cruzando el Mediterráneo o llegando a las Islas Canarias, sin embargo, muchos de ellos terminan siendo rescatados por organizaciones humanitarias, mientras que otros mueren en altamar en embarcaciones precarias.
En México sucede una situación similar. Los migrantes haitianos, cubanos y centroamericanos buscan ingresar a Estados Unidos tras cruzar todo el país, ya sea a pie o en camiones —pagan a traficantes de personas presuntamente vinculadas con el narcotráfico— incluso arriesgan su vida con miedo de ser asesinados por la delincuencia.
Por otro lado, la crisis migratoria de Venezuela se ha estabilizado relativamente, aunque sigue siendo la más importante en los últimos años.
Sin embargo, este año se sumó una crisis migratoria presuntamente creada por el gobierno de Bielorrusia como medida de presión.
Alexandre Lukashenko, quien es considerado el "último dictador de Europa", habría orquestado viajes de varios puntos del Medio Oriente, principalmente del pueblo kurdo, hacia Bielorrusia bajo la promesa de llegar a Polonia —que es parte de la Unión Europea— y que terminaron varados en la frontera entre ambos países.
Los migrantes no sólo padecieron el hambre y la falta de agua, sino que también resintieron el frío que ya empezaba a generarse en la zona debido a la inminente llegada del invierno. La Unión Europea acusó al gobierno de Bielorrusia de provocar la crisis migratoria cerca de sus fronteras en represalia por las sanciones impuestas por las represión de las protestas en su contra en las elecciones de 2020.
dmr