Selvin Marquina era un niño de 12 años cuando su abuela no tuvo más opción que mandarlo solo a Estados Unidos para reencontrarse con su madre en Texas. Era el año 2010, cuando una deuda bancaria los dejó sin su casa en playa Las Tunas en el El Salvador.
El niño agarró camino siguiendo el paso de un coyote, lo único que tenía era una mochila con dos pantalones, tres camisas, dos pares de calcetines, dos boxers y una revista de videojuegos.
“Cuando crucé la frontera de Guatemala me la robaron, después cuando llegué a Texas las personas con las que venía me dejaron en el desierto y migración me atrapó, estuve en la hielera dos días, recuerdo que hacía mucho frío y nunca apagaban la luz. Luego me mandaron a una casa para niños en Galveston, Texas”, relata Selvin, quien la mañana del 20 de enero vio desde Maryland la investidura del presidente Joseph Biden con la esperanza de que comiencen mejores tiempos para los migrantes indocumentados.
Para Selvin, Estados Unidos es su país, es el lugar donde encontró educación, oportunidades, pero sobre todo una familia. Por eso, la presidencia de Donald Trump en su vida fue una pesadilla, de la que la mañana del 20 de enero estaba feliz de despertar después de cuatro años de insultos y mano dura contra los migrantes.
“Estoy muy contento porque cada día cuando él era presidente me sentía peor por la cosas que él decía”, refiere Selvin, quien aspiraba a regularizar sin éxito su situación migratoria a través del programa programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que Trump intentó suspender.
Con sus apenas 12 años Selvin logró encontrar a su madre en Estados Unidos, pero la emoción le duró poco, decidió dejarla porque ella quería que abandonara la escuela y se pusiera a trabajar.
“Mi mamá tiene una mentalidad en donde la escuela no es importante y que lo único importante es el trabajo. Me dio a escoger entre ir a la escuela y no vivir con ella o trabajar para pagar renta, entonces tuve que escoger entre mi futuro o sobrevivir día a día. Lo puse todo en gambling (juego) y entonces me fui”.
Selvin vivió en albergues para personas sin hogar, pero no dejó de estudiar. En su camino se topó con Kerwin Diggs, un ciudadano estadunidense que ayuda a jóvenes migrantes, quien se convirtió en su tutor.
“El señor me dijo que si yo me graduaba de la escuela, si él se fijaba que yo quería superarme en la vida, que iba a pelear mi caso para que yo me quedara en este país y yo continuara mis estudios y ser algo en la vida”, recuerda el ahora joven de 25 años recién cumplidos.
Selvin se aferró a esa promesa.
“Estuve trabajando por 40 o 50 horas a la semana, estuve yendo a la escuela todos los días. El único tiempo que tenía libre era como 30 minutos al día y así estuve 6 meses hasta que me gradué. Me gradué a las 12 de la tarde y a la 1 de la tarde estaba de regreso a Maryland. Desde entonces mi vida ha dado un vuelco de 180 grados, todo ha cambiado, ya puedo decir que tengo sueños para mi futuro, algo que no podía decir antes, puedo decir que soy feliz ahora”.
El joven vive con Diggs, a quien llama papá, a pesar de que está en espera de que la Corte resuelva el proceso de adopción que le permitiría regularizar su situación migratoria.
“El proceso tenía que tardar seis meses, pero llevo esperando cuatro años. Cuando uno no tiene esperanza para los papeles o alguna personas que esté ahí para ayudar es muy difícil, porque en este país si no se tiene identificación o los papeles no hay muchas cosas que uno pueda hacer.”
Su situación migratoria le ha complicado los estudios.
“Para mi la educación es bien importante, los precios son demasiado altos y la escuela no tiene ayudas para estudiantes inmigrantes indocumentados. Un ciudadano dependiendo de los créditos de la clase pagaría alrededor de 400 dólares, si uno no tiene papeles le cobran como estudiante extranjero, así que puede llegar casi a 2 mil dólares por clase”.
La mañana del 20 de enero cuando sentado en la sala de la casa en Maryland con su padre adoptivo, Selvin escuchó el himno nacional estadunidense en voz de Lady Gaga pensó que podrían comenzar tiempos mejores para los migrantes indocumentados.
“Biden es una esperanza de que va a haber cambio, pero a la misma vez me pongo a pensar que las cosas que él prometió para poder ganar, cuánto de eso es cierto y cuánto será cosas que él dijo para poder ganar el voto de las personas de color y los inmigrantes”, dice escéptico.
En su primer día como presidente de Estados Unidos, Biden, cumplió su palabra de presentar un proyecto de ley de migración que podría beneficiar a 11 millones de indocumentados en el país.
De ser aprobada por ambas cámaras, la “Ley de Ciudadanía de los Estados Unidos de 2021", representaría la mayor reforma migratoria desde el gobierno del republicano Ronald Reagan (1981-1989), que legalizó a tres millones de indocumentados en 1986.
Ahora con un mejor panorama, Selvin sigue soñando, estudia computación, simulación y animación digital en Montgomery College y quiere graduarse con dos títulos y dos certificados.
“Mi sueño es crear mi propia compañía de entretenimiento de videojuegos, pero a la vez quiero trabajar fuerte para ponerlo en mi comunidad. Crear asilos para ancianos, un lugar para que los jóvenes menores de edad que no tienen a donde ir y quiero trabajar para ayudar a las demás personas”.
Para mi, dice emocionado, Estados Unidos es mi país. “He estado aquí desde los 12 años, aprendí el idioma, las costumbres, hice tantos amigos que puedo llamar mi familia, muchas de las personas que amo y adoro están en este país”.
dmr