En América Latina falta voluntad política para organizar la vida urbana: Carlos Moreno

El reconocido científico y asesor del Ayuntamiento de París habla en entrevista exclusiva con MILENIO sobre su audaz modelo urbano conocido como Ciudad de los 15 minutos.

El urbanista Carlos Moreno es el inventor de las 'Ciudades de 15 minutos' (Especial)
Laura Cortés
Ciudad de México /

Las nuevas batallas urbanas son por el agua, el espacio y, sobre todo, por el tiempo. Las largas horas que la ciudadanía invierte en desplazarse han degradado la calidad de vida y han contribuido al deterioro ambiental.

Ante tal desafío, el científico colombiano, Carlos Moreno, ha desarrollado un revolucionario concepto llamado Ciudad de proximidad, mejor conocido como Ciudad de los 15 minutos.

Este modelo propone reinventar la cercanía geográfica de tal modo que el habitante logre satisfacer necesidades básicas, como vivienda, trabajo, educación, salud e incluso diversión, con desplazamientos, a pie o en bicicleta, que sólo le tomen 15 minutos.

Residente desde los 20 años en París, donde es director científico de la cátedra Emprendimiento, Territorio e Innovación de la Universidad de París Sorbona, Carlos Moreno es también asesor de Anne Hidalgo, alcaldesa de la capital francesa, quien para mejorar la calidad de vida de los parisinos y reducir la contaminación implementó el modelo urbano ideado por el investigador franco-colombiano.

Bajo la administración de Hidalgo, París ha vivido una enorme transformación al crear cientos de kilómetros de ciclovías, rehabilitar un espacio peatonal junto al Río Sena, convertir estacionamientos en áreas verdes y acercar los servicios a los barrios de la ciudad.

Con esta apuesta ecológica urbana, Hidalgo logró su reelección como alcaldesa y apuntaló su actual candidatura a la presidencia de Francia, pero además dio un impulso mundial al concepto de Ciudad de los 15 minutos.

Recientemente, el Ministerio de Comercio en China anunció la realización de un programa piloto en 30 ciudades de la provincia de Fujian para crear círculos de vida de 15 minutos; mientras que el nuevo alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, informó que también adoptará este modelo del cuarto de hora. Melbourne, Ottawa y Copenhague son otras metrópolis que igualmente han apostado por este modelo de proximidad.

Además de ser condecorado como Caballero de la Orden de la Legión de Honor, Carlos Moreno ha recibido numerosos premios por su novedoso enfoque que contradice 70 años de un urbanismo que ha envuelto a los habitantes en el anonimato. 

“Hay que recuperar el tiempo para la creatividad, para la risa y el humor, para el diálogo, el tiempo para decirle a alguien 'Buenos días'", dijo.
Carlos Moreno, urbanista (Luis Moor)


¿En qué consiste la Ciudad de los 15 minutos?

Es un modelo de ciudad descentralizada, policéntrica y multiservicial, en la que los ciudadanos sólo tienen que desplazarse durante un cuarto de hora para satisfacer sus necesidades esenciales. Consiste en planificar la vida urbana a través de las seis funciones esenciales: vivir, trabajar, abastecerse, cuidarse, aprender y descansar.


Este concepto humanista reposa sobre pilares como la ecología, la proximidad, la solidaridad y la participación. No requiere de grandes inversiones porque se trata de explorar los recursos disponibles que no hemos sabido aprovechar porque las construcciones se usan para una sola cosa, cuando podrían tener usos múltiples. Se trata de transformar el espacio urbano monofuncional en uno multifuncional.

Las ciudades de proximidad requieren de la participación de los residentes para que cada cual se implique en el embellecimiento de su ciudad. Necesitamos recuperar el amor por los lugares donde vivimos: la topofilia. Es algo que en América Latina se conoce muy bien, lo vemos en la obra de García Márquez, Borges y Vargas Llosa. Cuando tenemos ese afecto, ese apego, cuidamos y embellecemos nuestros lugares.

El bien común debe ser manejado como todo aquello que sirve a la colectividad: comercios de proximidad, hábitat social, salud para todos. La solidaridad permite crear vínculos intergeneracionales, lograr igualdad de género, dar atención a personas desfavorecidas, respetar a las minorías sexuales, étnicas y religiosas. 

Hay que reconstruir la solidaridad en las ciudades porque el anonimato va a la par con el sentimiento de soledad y sufrimiento. Nunca antes se habían consumido tantos ansiolíticos para la depresión. Por eso debemos recuperar el tiempo de la creatividad, de la risa, del diálogo, el tiempo de decirle a alguien “buenos días”.

¿Cuál es la estrategia para crear una “nueva movilidad” que permita a los ciudadanos ser dueños de su tiempo?

Vivir de forma diferente significa cambiar nuestra relación con el tiempo, esencialmente el tiempo actual de movilidad, que ha degradado en gran medida la calidad de vida a través de viajes costosos, desde todos los puntos de vista.

La vida en las ciudades implica ir más rápido, ir más lejos, construir más en las afueras de la ciudad y llevar a la gente cada vez más lejos. Esta movilidad no tiene en cuenta nuestra manera de vivir. Cuando alguien va hacia la periferia urbana tiene que tomar el Metro y luego hacer uno o dos cambios, después tomar el bus; eso implica una hora o hasta dos horas de traslado.

Hemos perdido la parte humana de la ciudad. No estamos respondiendo al habitante con humanismo. Estamos diciéndole: “usted vive lejos de su lugar de trabajo, no importa; al que madruga, Dios le ayuda”.

Necesitamos un urbanismo humanista y al mismo tiempo ecológico. El gran reto es cambiar el ritmo de la ciudad, luchar contra esos movimientos pendulares que agobian a los ciudadanos y al planeta. Salir por la mañana hacia un lugar y llegar en la noche a ese mismo lugar nos hace perder horas. Eso ya no es sostenible. Esas pendularidades son agresivas para la salud física y mental.


Tenemos que ver la movilidad como algo que queremos hacer, no porque estamos obligados. El problema es que la movilidad se ha convertido en una serie de obligaciones: estoy obligado a tomar dos buses o a tomar diferentes transportes para trasladarme. Debemos preguntarnos por qué nos desplazamos tanto y por qué todos al mismo tiempo.

Con este modelo de ciudad policéntrica, de Ciudad de 15 minutos, estamos proponiendo un diseño descentralizado en el que, al irrigar las proximidades de servicios esenciales, disminuimos las movilidades obligadas para ir a movilidades escogidas, más en el sentido de ‘yo quiero’ y no ‘yo debo o tengo que’ moverme. Voy a mis proximidades caminando, en bicicleta o en un transporte bajo en carbono, y tomo el Metro, un taxi o el transporte que quiera para ir a donde quiera en mi tiempo libre. La tendencia urbana de la nueva movilidad debe ser hacia la inmovilidad.

¿Este modelo humanista contrarresta lo que usted ha llamado “mundo de tecnología zombi”?

Nunca en la historia de la humanidad hemos estado tan conectados tecnológicamente. Todos tenemos dos, tres, cuatro aparatos que nos conectan: teléfonos, tabletas, computadoras; pero nunca antes habíamos estado tan desconectados socialmente. La gente crea burbujas virtuales en sus redes sociales y pierde el contacto humano. Muchos ven el mundo a través de sus lentillas, para tomar fotos y mostrar que estuvieron en un lugar y para tener likes.

La gente se levanta temprano y llega tarde. Los ciudadanos han perdido el contacto con sus seres queridos, ven muy poco tiempo a sus hijos, han perdido el contacto con su barrio y muchas veces no saben quién vive al lado o en el piso de arriba. Necesitamos cambiar este mundo de zombis tecnológicos y sociales.

En un momento en el que se ha demostrado que la ciencia aporta muchas ventajas en cuanto a prevención de enfermedades, en Europa hay un movimiento irracional en contra de las vacunas promovido por esos zombis tecnológicos: seres humanos hiperconectados tecnológicamente pero desconectados socialmente. 


Tenemos que quitarles peso porque esos zombis nos llevan a despeñaderos; ya hemos visto en Estados Unidos lo que pasa con esa gente completamente desconectada de la realidad, que vive en mundos imaginarios, pero que tiene poder.

La Ciudad de los 15 minutos ofrece la posibilidad de tener una proximidad humana, de reencarnar la vida, de humanizar el contacto social y de que la tecnología sea solo una palanca que nos ayude a mejor nuestra situación económica, social y ecológica pero que no sea un fin en sí misma y que tampoco sea un instrumento que nos aísle, nos encierre o nos lleve a crear verdades irracionales.

¿Es posible aplicar este modelo urbano en ciudades latinoamericanas?

Este concepto es independiente de la talla de la ciudad, de su densidad demográfica y de sus presencias culturales. Estamos hablando de humanizar las ciudades, de darles una escala humana y de crear intersticios de vida para favorecer una mezcla social y funcional.

En América Latina, hace falta voluntad política para humanizar y organizar la vida urbana y eso es, precisamente, lo que se requiere. En los países latinoamericanos hay mucha corrupción, demagogia, populismo, racismo y una diferencia de clases muy grande. 

Realmente, los políticos no tienen esa noción de dar prioridad al bien común urbano. Son ellos quienes tienen que dar esas garantías, pero están más ocupados en la demagogia o en enriquecerse que en manejar el bien común. Esos son los principales obstáculos, porque el resto es viable en cualquier ciudad del mundo.

EHR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.