Aún no se presentan deportaciones masivas en la frontera de México con Estados Unidos. Quienes viven en la zona, en este caso, en Tijuana, Baja California, comentan que el número de quienes son regresados a México es normal.
Incluso, gran parte de los que han llegado al albergue instalado por las autoridades, reconocen que llevaban poco que habían cruzado a San Diego, en Estados Unidos, cuando fueron detenidos.
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El gobierno federal los canaliza al albergue "Flamingos", donde se les da de comer y resguarda el tiempo que ellos decidan. Son más de 200 los que han llegado, pero el gobierno desconoce el número total que han atendido. El municipio "echa la bolita" al estado y el estado a la federación, que dice no tener el dato exacto.
A quien lo necesita, se le paga un boleto de autobús hasta donde quiera llegar dentro del país.
Algunos volverán a intentar ingresar de manera irregular a Estados Unidos, pero otros ya no. Con cobija en manos, sus documentos que les entregan al llegar (curp y acta de nacimiento), una tarjeta del bienestar con 2 mil pesos y su vida en una bolsa, se dirigen a sus lugares de origen.
En Tijuana, como en otras ciudades fronterizas, la vida es cruel y muchos de los que han sido deportados hace tiempo terminan en las calles o intentando sobrevivir. Es el caso del Enrique y Luis, quienes acuden al albergue del padre Chava, para disfrutar de una comida caliente.
A unas cuadras del puente internacional del Chaparral, cientos esperan que el padre abra el comedor. Un pequeño campamento yace enfrente, donde, a veces, les entregan ropa y varias donaciones.
“No saben el 'problemón' en los que les está metiendo Trump, porque no han vivido aquí la mayoría de los que están allá y acaban en adicciones, en la cárcel porque uno quiere estar cerca de su familia y se queda aquí en la frontera y no hay nada más que hacer, más que eso, es triste pero eso pasa”, comentó Enrique Llamas, quién fue deportado hace 14 años y aunque nació en Guadalajara, desde los 3 años se lo llevaron al “otro lado”.
Se encuentra varado en esta ciudad porque su familia quedó en Estados Unidos y vienen a verlo.
Con la voz entrecortada, explicó que tardó una década para poder ver a sus hijos y mientras tanto, ha trabajado de guardia, de cargador y de lo que encuentre.
"Esa pared te quita a tu familia sin haber cometido un delito, es triste pero no puede hacer uno nada”.
——¿Qué les recomiendas tú a los que sufren algo así al ser deportados? ——
“Que regresen a su lugar de origen, que estén cerca de su familia porque cuando estás lejos, pierdes todo tipo de sentimiento, de todo, te haces frío, no te interesa tu familia, no te interesa nada. Tú lo que quieres es regresar para allá y vas a hacer lo que sea y nada más se está auto engañando uno. Ya que estás aquí no puedes hacer las cosas, tienes que estar con tu familia”, expresó.
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ksh