Por arruinar vista, senderistas están en contra del muro de Trump

Senderistas piden al gobierno estadunidense que deje de lado esos planes de construir 3,2 kilómetros de muro, que según ellos destruiría el monumento que marca el inicio del Camino de Arizona.

Tess Mullaney Junto al Monumento 102. (AP)
Phoenix, Arizona /

Tess Mullaney recuerda la serie inacabable de colinas en el desierto, cubiertas por una delgada capa de nieve a la salida del sol el día en que se embarcó en una aventura de dos meses y medio por los senderos de Arizona, una red de casi mil 300 kilómetros (800 millas) que comienza en la frontera de Arizona con México y termina en Utah.

En una foto tomada ese día de febrero del 2019, Millaney, de 28 años, posó sonriente detrás de un alambre de púa en la frontera. Se la ve junto al Monumento 102, un pilar con una inscripción que demarca la frontera. “La destrucción o desplazamiento de este monumento es una infracción que puede ser castigada por Estados Unidos o por México”, dice el pilar.

El gobierno estadunidense se propone hacer eso precisamente. Planea construir un muro fronterizo de nueve metros de altura, que arruinaría las vistas que maravillan a los senderistas y comprometería también la ecología de la zona.

Mullaney y otros piden al gobierno que deje de lado esos planes de construir 3,2 kilómetros de muro, que según ellos destruiría el monumento que marca el inicio del Camino de Arizona, el cual se encuentra en el Monumento Conmemorativo Nacional Coronado. Se cree que fue allí donde el explorador español Francisco Vásquez de Coronado ingresó por primera vez a Arizona proveniente de Sonora, México, a mediados del 1.500, en búsqueda de oro.

El gobierno también se propone construir un sistema de detección de personas, una carretera e instalar nuevas iluminaciones. Todo esto es parte del proyecto de Donald Trump de construir cientos de millas de muros en la frontera.

Quitar este símbolo y acabar con toda su belleza, aislamiento, protección y la capacidad migratoria de los animales en esta zona sería algo muy triste para todos los que disfrutamos esto”, dijo Mullaney.

Unas 700 personas cubren todo el trayecto cada año, y miles más recorren distintos senderos específicos. Los que van de un extremo a otro comienzan su recorrido a poco más de 3 kilómetros de la frontera. Descienden hasta llegar a un pequeño obelisco que marca el inicio del camino, que es un mojón clave para los aventureros, según Matthew J. Nelson, director ejecutivo de la Asociación de Senderos de Arizona.

Por años esta parte de la frontera ha contado con un cerco pequeño de alambres de púas y Nelson afirma que los cruces ilegales que pueda haber habido no han causado problemas. Es un terreno montañoso y escarpado, de difícil acceso desde el sur.

Nelson afirmó que su oposición al muro en ese sector no es por razones políticas sino que responde a su deseo de preservar un punto clave de una enorme red de senderos que tomó años completar a los voluntarios. Indicó que los senderos atraen a miles de visitantes anuales que impulsan las economías de la región, incluida la ciudad Sierra Vista.

“Es un punto que nos enorgullece. Espero que la gente reconozca que el impacto en un tramo de 400 metros (un cuarto de milla) se hace sentir en toda la red”, dijo Nelson.

La oficina de Aduanas y Protección Fronteriza no respondió de inmediato a preguntas sobre el proyecto. En una conferencia de prensa llevada a cabo el martes en Tucson, el secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional Chad Wolf dijo que el principal objetivo del gobierno es garantizar la seguridad de la frontera y que funcionarios del gobierno se reúnen periódicamente con todos los interesados. Wolf aludía a la preocupación expresada por grupos de ambientalistas en torno a la construcción del muro en tierras protegidas por el mismo gobierno nacional.

“Creo que el gobierno ha sido muy claro en este frente: la seguridad de la frontera es un tema de seguridad nacional. Vamos a garantizar la seguridad en la frontera de cualquier forma posible”, dijo Wolf.

Wolf afirmó que las decisiones acerca de dónde erigir barreras en la frontera y dónde depender más de la tecnología para vigilar los cruces depende de factores como el tráfico ilegal y su accesibilidad.

“Esas decisiones no las toma el secretario (de seguridad nacional). Las toma la gente en el terreno”.

El proyecto de Coronado es uno de varios que hay en Arizona, que tiene casi 600 kilómetros (370 millas) de frontera con México.

Si bien el sector está amparado por la Ley del Sistema de Senderos Nacionales, el gobierno puede ignorar esa protección si invoca razones de seguridad nacional. Ya lo ha hecho en otros tramos de la frontera, como el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus.

Greg Kilroy, un agente de bienes raíces de 50 años, recuerda haber ido por primera vez al extremo sur de la red de senderos en agosto, cuando hace mucho calor en Arizona pero en esa parte alta del sendero hay un clima fresco y agradable.

“Fue algo épico”, relató Kilroy. “Era el comienzo de nuestro viaje, muy emocionante, algo realmente mágico y, no voy a mentir, algo que generaba un poco de temor y ansiedad porque se trataba de un recorrido realmente largo”.

A Kilroy y su amigo les tomó cuatro años y 17 viajes completar los 1.300 kilómetros de la red. Dice que alguna vez encontraron desechos que creen pueden haber sido dejados por personas que cruzaron ilegalmente la frontera, pero que nunca se cruzaron con nadie.

“Fue una experiencia en la naturaleza. Y un muro arruinaría todo eso”, comentó. 


jlmr 

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