Después del anuncio del presidente Joe Biden de prohibir las inversiones estadunidenses en algunas de las industrias tecnológicas clave de China, el fundador de una startup de semiconductores con sede en Shanghái se vio obligado a reaccionar.
“Después de que surgió la noticia, estaba decidido a trasladar el equipo fuera de China, al menos parte”, dijo la persona, que pidió no que no se diera su nombre. “De lo contrario, el financiamiento será muy limitado”.
La prohibición, que se anunció en una orden ejecutiva el miércoles y que entrará en vigor el próximo año, pretende bloquear la inversión en computación cuántica, chips avanzados e inteligencia artificial en un esfuerzo por impedir que el ejército chino tenga acceso al financiamiento y los conocimientos de EU.
Los inversionistas estadunidenses tratan de calcular el posible impacto de la orden en sus participaciones en China y sopesan estrategias para cumplirla o retirarse.
Los grupos de capital privado General Atlantic, Warburg Pincus y Carlyle Group ya invirtieron miles de millones en China en los últimos años en busca de enormes beneficios al apostar por el surgimiento del país como potencia tecnológica.
Sin embargo, al ver el peligro, muchos empiezan a dar marcha atrás. En 2021, los grupos de adquisiciones cerraron pactos en China por 47 mil millones de dólares, pero esa cifra se redujo a solo 2 mil 400 mdd en 2022 y a 2 mil 800 en lo que va de año, según Dealogic.
Uno de los movimientos preventivos más drásticos fue el de Sequoia Capital. En junio, la empresa de capital riesgo de Silicon Valley anunció la separación de su división china de sus operaciones en EU y Europa, así como de su negocio en India.
“La era de las empresas de capital riesgo estadunidenses que invierten en China llegó a su fin”, dijo un inversionista europeo.
Sin embargo, docenas de fondos de capital riesgo estadunidenses más siguen invirtiendo o mantienen participaciones en compañías chinas. Entre ellos están GGV Capital, GSR Ventures, Walden International y Qualcomm Ventures, que una comisión del Congreso sobre inversiones chinas anunció el mes pasado que va a investigar.
General Atlantic, que invirtió en ByteDance y en el minorista de moda rápida Shein, indicó en junio que el país todavía presenta “grandes oportunidades”.
La orden estadunidense fija la mira solo en tres sectores específicos que ya están cubiertos en gran medida por las reglas de control de la inversión extranjera que China introdujo en 2021.
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Pero la inclusión de la inteligencia artificial en la orden —una tecnología que utilizan empresas de muchos sectores— puede disuadir a los inversionistas estadunidenses de comprar en una amplia gama de compañías chinas.
“La inteligencia artificial está en todas partes y la mayor parte de ella es de doble uso, no se puede poner en una caja”, dijo Marcia Ellis, copresidenta mundial de la práctica de capital privado del bufete de abogados Morrison Foerster.
Los inversionistas estadunidenses pueden preguntarse, por ejemplo, si podrán comprar una empresa de almacenamiento que usen inteligencia artificial si la misma tecnología es utilizada por el ejército, dijo.
La incertidumbre se extiende al papel de los llamados “socios comanditarios”, como los fondos públicos de pensiones estadunidenses, que proporcionan el capital para que inviertan los fondos de capital privado y de riesgo.
La actual administración no tiene previsto imponer restricciones a las sociedades en comandita en los casos en que la contribución que hace el socio es financiera y la empresa no tiene ninguna capacidad de influir en la toma de decisiones y las operaciones del fondo chino.
Esto permitirá a los grupos chinos de capital riesgo que recaudaron dinero de inversionistas estadunidenses, como HongShan, la empresa dirigida por Neil Shen que se escindió de Sequoia, seguir recaudando e invirtiendo dinero de socios comanditarios estadunidenses.
Pero la inversión tendrá que estar por debajo de un cierto umbral, que se determinará a medida que la administración desarrolle los detalles de la norma final.
Los funcionarios de Estados Unidos dijeron que se enfocan en las compañías estadunidenses de capital riesgo y privado, además de las empresas conjuntas, porque éstas pueden proporcionar a los grupos chinos valiosos beneficios “intangibles”, como que los presenten con expertos y con otras empresas de sus redes de inversión.
Algunos republicanos le pidieron a la administración Biden que amplíe el alcance de las restricciones, afirmando que no tendrá el resultado deseado de frenar la modernización militar de China.
Financial Times informó la semana pasada de que Mike Gallagher, presidente republicano del comité sobre China de la Cámara de Representantes, instó a Biden a incluir las inversiones en el mercado público en la orden ejecutiva.
Jonathan Gafni, director de la práctica de inversiones extranjeras en EU del bufete de abogados Linklaters, dijo que los grupos de cabildeo tendrán muchas oportunidades de estudiar las normas definitivas en los próximos meses.
“La administración todavía no delimita demasiado la posición porque es consciente de que habrá muchas reacciones en contra si la aplicación es demasiado amplia".
Aun así, es probable que la nueva prohibición haga que los inversionistas estadunidenses se muestren más cautelosos a la hora de comprometer dinero en nuevos fondos de capital privado.
“Creo que se fijarán en esto y pondrán en marcha cartas complementarias para las nuevas inversiones, diciendo que mi capital no se destinará a inversiones en China en estos tres sectores”, dijo Ellis, de Morrison Foerster.
Otros dijeron que las tensiones geopolíticas, así como las redadas de China en las oficinas de las empresas de debida diligencia y la ofensiva en contra de las salidas a bolsa en el extranjero, que dificultan que los inversores retiren el dinero, significan que ya se hizo mucho daño.
“El mayor impacto ya ocurrió”, dijo un asesor que se especializa en la recaudación de dinero de fondos de capital riesgo. “De todos modos, los inversores estadunidenses no están apostando por nuevas oportunidades en China”.
Con información de: Will Louch e Ivan Levingston en Londres, Demetri Sevastopulo en Washington y George Hammond y Tabby Kinder en San Francisco