Europa y EU, en busca de un acuerdo sobre China

Opinión. Las quejas por excesivos superávits comerciales, el dumping en productos baratos y el inestable estado de derecho empeoran y provocan que el mundo pierda interés en invertir en la nación asiática

Xi Jinping y Ursula von der Leyen se reunieron la semana pasada. AFP
Rana Foroohar
Nueva York /

Hace unas semanas, en vísperas de la cumbre de la APEC entre Estados Unidos y China, advertí a los lectores de Swamp Notes que no se sintieran demasiado optimistas respecto a un cambio fundamental en las relaciones entre ambos países. No me complace decir que creo que se me está dando la razón.

Claro, a los directores ejecutivos de las grandes empresas y compañías multinacionales les encantará fingir que podemos retroceder en el tiempo hasta la década de 1990, pero eso no está ocurriendo, como lo demuestra el hecho de que Wall Street retire su dinero de China y de que Moody’s le pidió a su personal que trabaje desde casa antes de rebajar la perspectiva crediticia del país la semana pasada. El temor, muy legítimo, era que los empleados pudieran ser objeto de investigación, redadas policiales o algo peor por dar malas noticias. ¿Quién quiere hacer negocios en un país en el que los ejecutivos tienen que preocuparse de ser “invitados a tomar el té”, como reza el eufemismo, si dan un paso en falso?

Como ya escribí anteriormente, los líderes empresariales deben preguntarse lo mismo sobre Estados Unidos en caso de que Donald Trump sea reelegido, pero ese es un tema para otro día (o, en mis sueños, nunca). Para volver al tema de China, y por qué el mundo está perdiendo el interés de invertir allí, tenemos que ver cómo las quejas generales de los excesivos superávits comerciales chinos, el dumping en productos baratos y el inestable estado de derecho no están desapareciendo, sino más bien empeorando. Y no solo se trata de la relación entre Washington y Pekín, sino también entre EU y Europa.

A finales de la semana pasada, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, para discutir las crecientes preocupaciones del bloque sobre el creciente déficit comercial con China, que según ella se debía a causas “muy conocidas” como la falta de acceso justo al mercado en sectores estratégicos, trato preferencial para las empresas chinas y exceso de capacidad en la fabricación del país, lo que está dando como resultado el dumping en tecnología limpia, como los vehículos eléctricos y las baterías de litio, en los mercados mundiales.

Los funcionarios chinos afirman que el déficit comercial con la Unión Europea, que en los últimos dos años se duplicó, mejorará pronto, pero no estoy segura de cómo. China no está recortando el dinero de inversión estatal, sino que está desviando el dinero de estímulo de la vivienda hacia la fabricación. Como ha escrito Michael Pettis, profesor de la Universidad de Pekín, las matemáticas no funcionan cuando otras regiones como la Unión Europea y Estados Unidos quieren producir más de manera local (como creo que con razón deben hacerlo como parte de la reducción de riesgos geográficos; ¿necesitamos repasar de nuevo el riesgos de producir bienes estratégicos críticos en solo una pequeña parte del mundo?).

En el pasado, Estados Unidos y la Unión Europea habrían absorbido productos chinos baratos y habrían dejado que los empleos y los dólares de inversión se fueran a otra parte. Esa ya no es una posibilidad política. Por tanto, creo que en el futuro cercano veremos mayores conflictos comerciales y de inversión no solo entre Washington y Pekín, sino también entre Europa y China. Sospecho que ese tipo de problemas comenzarán con la tecnología limpia, pero también que la industria automotriz puede quedar rápidamente atrapada en un conflicto comercial mayor en el próximo año.

Mi pregunta es si Estados Unidos y Europa, que se supone que reiniciarán las conversaciones sobre cadenas de suministro compartidas de acero verde y tecnologías limpias en las próximas semanas, encontrarán algún terreno común que mitigue el dolor para cualquiera de las tres partes. Se suponía que esas conversaciones tendrían lugar a finales de otoño, pero la guerra entre Israel y Hamás las descarriló. Entonces, ¿EU y la Unión Europea se acercarán más en materia de comercio y cambio climático durante el próximo año? Esta nueva película de Financial Times, con mis aportaciones, la de colegas como Martin Wolf y también de destacados responsables políticos como John Podesta, tiene algunas cosas interesantes que decir sobre todo esto. Lo pueden comprobar en la sección video de Financial Times.

Lecturas recomendadas

- “¿De qué río a qué mar?”, de Ron Hassner en The Washington Post. Las investigaciones demuestran que los estudiantes universitarios que protestan por la guerra de Gaza no conocen su geografía.

- Del mismo modo, estoy de acuerdo con Bret Stephens sobre el inquietante silencio de muchos de esos mismos estudiantes acerca de las historias realmente horribles de víctimas de violaciones israelíes. Este duro y necesario artículo de The New York Times me revolvió el estómago, pero por eso hay que leerlo.

- En un tono más alegre, me encantó leer sobre el nuevo Inside Literary Prize (Premio Literario Inside), que será votado por un jurado de presos de cárceles de todo el país. Estas personas tienen mucho tiempo libre, obviamente, y son lectores frecuentes y atentos (he enseñado literatura a mujeres en prisión y puedo dar fe de eso personalmente). Será fascinante ver con qué salen.

- La serie en portada de The New York Times sobre la carrera de la inteligencia artificial es una narración detallada y de formato largo en la que vale la pena profundizar. Esa conversación de 2015 entre Elon Musk y Larry Page me puso los pelos de punta. No se puede dejar a Silicon Valley a merced de su propia regulación.

- Por último, en Financial Times me gustaron dos artículos recientes de Big Reads, uno sobre cómo (y si) Miami puede evitar un desplome inmobiliario, de uno de mis escritores favoritos, Joshua Chaffin. Y otro de Brooke Masters y Patrick Temple-West sobre la creciente brecha trasatlántica en materia de ESG (ambiental, social y de gobernanza).

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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