Después de semanas de silencio sobre el futuro de sus operaciones en Rusia, Société Générale (SocGen) presentó un proyecto sombrío para otras multinacionales que se comprometieron a salir del país.
El banco francés indicó a principios de abril que venderá su red Rosbank a Vladímir Potanin, uno de los hombres más ricos de Rusia y magnate del níquel que ha evitado las sanciones de la Unión Europea o de Estados Unidos, pero que ha sufrido un golpe de 3 mil 100 millones de euros en el proceso.
La operación sorprendió a algunos rivales y subraya las dificultades a las que se enfrentan las empresas, desde los grandes grupos petroleros hasta las compañías automotrices, que quieren salir de Rusia tras la invasión a Ucrania: pocos compradores potenciales, opciones de salida costosas y perspectivas inciertas de cualquier regreso en el futuro.
“Todos estamos tratando de encontrar una forma inteligente de salir del país, pero lo que hizo SocGen no es la mejor manera de hacerlo”, dijo un alto ejecutivo de un banco con operaciones en el país. “Hay un debate ético… hay un riesgo de reputación a considerar cuando se vende, o básicamente se dona, a un oligarca”.
“En esencia, le están dando un regalo a Potanin. Muy bien, no está sancionado, pero ¿es lo correcto?”, agregó el banquero.
Muchas compañías occidentales se encontraron atrapadas entre la perspectiva de la expropiación por parte del gobierno de Rusia, la venta a los locales atrapados en las sanciones o el intento de buscar inversiones de compradores chinos o de Medio Oriente que pueden tener más libertad para hacer negocios, pero que hasta ahora no han mostrado mucho apetito.
SocGen es uno de los pocos grupos occidentales que logró acordar la venta de sus operaciones en Rusia. Rosbank, en el que tomó por primera vez una participación minoritaria en 2006, desde hace mucho tiempo es una fuente de tensiones internas en medio de las críticas de los inversionistas. A pesar de que al final fue rentable en 2016, los banqueros de inversión alabaron la venta —que el banco negoció por su cuenta— como una forma limpia y eficiente de salir.
“Es imposible continuar en Rusia, y casi no hay nadie a quien puedas vender. Todo el mundo está bajo sanciones; realmente no puedes vender a un comprador chino si se le pide que permanezca neutral. (SocGen) lo hizo muy bien”, dijo una persona cercana a otra compañía industrial que trata de salir del país.
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Los asesores de las empresas estudian con detenimiento las salidas exitosas a medida que se desvanece la esperanza de una rápida resolución de la invasión rusa. “Mucha gente supuso que solo tendría que decir lo correcto, mantener las luces encendidas y regresaría para Navidad”, dijo un consultor, pero “las perspectivas se están moviendo”.
Los costos de una venta de liquidación pueden ser considerables, como demostró Renault esta semana después de que se supo que estaba en conversaciones para vender al Estado su participación mayoritaria en el fabricante de Lada, Avtovaz, por un rublo.
Según el acuerdo esbozado por Denis Manturov, ministro de Comercio de Rusia —que el grupo automotriz francés no quiso confirmar—, Renault tendrá la opción de volver a comprar la participación en cinco o seis años a un precio que tome en cuenta cualquier inversión posterior.
Con la venta Renault renuncia a más de 14 años de inversiones, tiempo durante el cual compró una participación de 68 por ciento en Avtovaz, supervisando a 40 mil trabajadores y generando 10 por ciento de su facturación y la mitad de su margen operativo automotriz el año pasado.
Un ejecutivo neoyorquino con empleados en Rusia rechazó el modelo de Renault. “No vamos a negociar con el gobierno ruso”, dijo. Pero lo limitadas que son las opciones hacen que algunos se lo tengan que replantear.
Un experto en reestructuración que asesora a varias compañías sobre ventas explicó: “Algunas personas hicieron declaraciones muy grandilocuentes sobre ‘nunca haremos esto y nunca haremos aquello’ y ahora piensan ‘oh, maldición’. La realidad es que para la mayoría de estas salidas tendrás que bailar con el diablo en algún momento”.
Para los que salen, el costo y las complejidades son altos. El grupo tabacalero Imperial Brands señaló la semana pasada que está transfiriendo su negocio ruso a inversionistas con sede en el país, y estimó una pérdida no monetaria de alrededor de 225 millones de libras. Por su parte, British American Tobacco completará en breve el traspaso de sus operaciones a SNS en Moscú. Ninguno de los dos grupos quiso decir si hubo dinero que cambió de manos.
El mes pasado, el grupo canadiense Kinross Gold llegó a un acuerdo para traspasar sus activos rusos a Highland Gold, una compañía controlada por el magnate minero Vladislav Sviblov, por 680 millones de dólares en pagos escalonados en efectivo. Sviblov tomó el control de Highland en 2020, después de comprar una participación de 40 por ciento al oligarca sancionado Roman Abramovich y a otros inversionistas. Antes de la invasión, los analistas le daban una valoración a las minas rusas de Kinross hasta de mil 600 mdd.
Esa operación puso de manifiesto las dificultades para obtener los fondos de la venta, dadas las restricciones occidentales a las transacciones con los bancos rusos. Kinross dijo que sus ingresos se pagarán entre finales de 2023 y finales de 2027, respaldados por “un extenso paquete de seguridad que incluye promesas de acciones, garantías financieras y una cuenta de depósito en garantía”.
Cuando el fabricante de elevadores, Otis Worldwide, dijo esta semana que su creciente preocupación por la sostenibilidad de sus operaciones en Rusia lo llevaron a considerar la búsqueda de un nuevo propietario, un analista preguntó: “¿Van a poder recuperar su negocio? ¿O es que (las autoridades rusas) básicamente van a exprimirlos, de modo que termine siendo una pérdida?”.
Algunas compañías están buscando formas de eludir los acuerdos con empresas sancionadas. El grupo naviero francés CMA CGM le compró recientemente el grupo logístico Gefco a Russian Railways estructurando la transacción en dos etapas. Gefco recompró primero sus acciones, lo que le dio a CMA CGM la oportunidad de no tener que entregar los fondos directo al grupo ruso, explicaron dos personas cercanas al acuerdo; sin embargo, ninguno de los dos grupos respondió a las solicitudes de comentarios.
Otras compañías que lograron vender a equipos de administración locales son Schneider Electric, Publicis e Inchcape, que vendieron sus operaciones de transporte y ventas para BMW, Toyota y Jaguar Land Rover en Rusia por 63 millones de libras.
Duncan Tait, director de Inchcape, dijo: “La opinión general (de los accionistas) era que no se podía obtener nada del negocio, y existía la preocupación de que, en realidad, iba a costar dinero si se mantenía el negocio y se administraba”.
A muchas empresas les preocupa tratar con cualquier contraparte oficial rusa, o con otras personas o grupos que puedan ser sancionados. “Es como si se cerraran los muros… ¿Qué viene primero? ¿Que me quiten el negocio o que sancionen a mi comprador?”, preguntó un asesor.
La situación se complica más porque muchos ejecutivos occidentales se recusan de cualquier discusión sobre ventas que pudiera exponerlos personalmente a violaciones de las sanciones.
La opción alternativa para la venta de activos es encontrar postores internacionales. Sin embargo, el experto en reestructuración advirtió que hay menos de lo que esperaban. “A todo el mundo le gustaría que esto lo resolvieran los chinos, los indios y los turcos porque es limpio y es fácil, pero la gran realidad es que (los compradores) son rusos”.
Shell está en una “primera etapa de negociaciones” con Cnooc, CNPC y Sinopec sobre la venta de su participación de 27.5 por ciento en el proyecto de gas natural licuado Sajalín-2, pero un veterano de la industria la calificó como “una negociación de pesadilla” porque cualquier acuerdo es probable que se produzca con un gran descuento y requiera un acuerdo político bilateral entre Rusia y China.
Un asesor turco del sector de energía sugirió que la italiana Saipem podía transferir a su socio turco Ronesans sus acciones en una compañía que ayuda a construir Arctic LNG 2, un proyecto de desarrollo de gas natural. El grupo cervecero belga Anheuser-Busch InBev está en conversaciones para vender su participación en su empresa conjunta rusa y ucraniana con Anadolu Efes al productor turco de cerveza.
Pero las empresas turcas se muestran cautelosas por ahora, al expresar su preocupación por las complicaciones del financiamiento de las adquisiciones, que en su mayoría procede de bancos de origen occidental.
La última opción para las compañías multinacionales es no moverse. Un asesor advirtió sobre las complejidades de seguir operando en territorio ruso. “Las adquisiciones pueden hacerse fuera de Rusia, las transacciones financieras y la concesión de licencias de marcas, activos de propiedad intelectual… ¿cómo manejas eso?”, expresó.
Muchas compañías extranjeras hasta el momento se han abstenido de anunciar en público su salida, aunque solo sea mientras buscan la opción menos dolorosa. El profesor Jeffrey Sonnenfeld, de la Yale School of Management, identifica casi 200 de una lista de 750 que, según él, se niegan a abandonar o reducir su actividad en Rusia.
La petrolera TotalEnergies, que tiene una participación de 19.4 por ciento en el productor de gas Novatek PJSC y participaciones en grandes proyectos de gas natural licuado, dijo que dejó de realizar nuevas inversiones como inicio de una retirada, aunque todavía no trata de vender su participación en los proyectos a menos que se endurezcan las sanciones.
Es la única gran compañía petrolera que ha expresado de manera abierta sus dudas sobre la posibilidad de abandonar Moscú, o al menos de vender a los oligarcas. “Nunca dijimos que nos vamos a quedar en Rusia”, indicó el director ejecutivo de la firma, Patrick Pouyanné. “Simplemente no hemos declarado que saldremos de Rusia, lo cual es un poco diferente”, dijo después de hacer hincapié con que salir del país significará “entregarle de forma gratuita a Vladímir Putin” recursos valiosos.
Con información de: Sarah White, Andrew Edgecliffe-Johnson, Nikou Asgari, Peter Campbell, Judith Evans, Ian Johnston, Neil Hume, Laura Pitel y Tom Wilson
CLAVES
British Petroleum
La firma intenta desprenderse de su participación de casi 20 por ciento en la petrolera rusa Rosneft. Estimación de pérdida de valor: 23 millones de euros.
Shell
En “fase inicial de negociaciones” para vender su participación de 27.5 por ciento en el proyecto Sakhalin-2 LNG en Rusia. Estimación de pérdida de valor: 4.7 mde.
TotalEnergies
Frenará nuevas inversiones en Rusia, incluida Arctic LNG, donde participa con 10 por ciento; conserva 19 por ciento del productor de gas Novatek. Estimación de pérdida de valor: 3.9 mde.
Société Générale
Vendió toda su participación en Rosbank a Interros Capital a cambio de la devolución de un préstamo. Estimación de pérdida de valor: 3.1 mde.
Renault
Busca vender su participación de 68 por ciento en la automotriz Avtovaz a un instituto de investigación estatal ruso por un rublo. Estimación de pérdida de valor: 2.2 mde.
Carlsberg
La cervecera venderá su rama rusa, que incluye la marca Baltika, que representa 9 por ciento de sus ingresos. Estimación de pérdida de valor: 1.3 mde.