Qué pensar de Biden a mitad de su gobierno

El mandatario debe jalar muchas palancas para llevar a Estados Unidos a un lugar diferente en la siguiente década

El presidente estadunidense durante un foro en Washington. AP
Rana Foroohar
Londres /

La semana pasada, Ed planteó una pregunta importante sobre si Biden está persiguiendo demasiadas políticas económicas complicadas en este momento. Mi respuesta rápida fue que no —hay una verdadera sinergia en lo que está haciendo— y me gustaría ampliar este tema aquí.

Permítanme empezar estableciendo el contexto de lo que está haciendo. Pienso en los mercados, las economías y el capitalismo en general no como si estuvieran grabados en piedra, sino como sistemas que evolucionan y cambian para adaptarse a las necesidades de cada momento. El mercantilismo del siglo XVIII dio paso a la filosofía del laissez faire del siglo XIX, a medida que el desarrollo nacional avanzaba hacia una ola de globalización. El keynesianismo dio paso a la escuela de Chicago cuando necesitábamos un poco menos de gobierno y más espíritus animales. Los sistemas alcanzan una masa crítica porque están diseñados para los retos del momento. Luego, con el tiempo, el péndulo oscila demasiado en una dirección y necesitamos un nuevo conjunto de políticas, que eventualmente se convertirán en su propio sistema. 

Ahora nos encontramos en ese punto de inflexión. He escrito muchas veces sobre cómo el último medio siglo se basó en la idea de que el capital, los bienes y las personas cruzarán las fronteras en busca de los rendimientos más rentables y terminarán en el lugar donde fueran más productivos para nuestra economía y nuestra sociedad. Esa filosofía, el neoliberalismo, nos proporcionó más crecimiento a escala mundial que nunca, pero el sistema generó grandes desigualdades dentro de las naciones.

También creó desequilibrios globales entre el capital y el trabajo, que nos dieron todo, desde la crisis financiera (los desequilibrios crean especulación) a una crisis del costo de la vida (los desequilibrios crean una inflación de activos que la inflación salarial no puede igualar) a una crisis geopolítica (los desequilibrios de producción/consumo entre EU y Asia están en el centro de esto).

Esa realidad enmarca todo lo que Biden debe hacer. No se puede ver su tablero de ajedrez en términos graduales. No se trata de la política de siempre cuando se piensa en abordar, por ejemplo, la atención de salud o una reforma financiera, como era el paradigma de Obama, quien debió hacer lo segundo en lugar de lo primero en su momento, en mi opinión; como fracasó en finanzas, perdió la confianza de gran parte del partido y de la gente, y el resto de su agenda estaba condenada al fracaso.

Más bien, Biden tiene que empezar a tirar de muchas palancas a la vez para tener la esperanza de mover el dial lo suficiente como para llevar a EU a un lugar diferente en la próxima década. La nación tiene que cambiar su mezcla de producción y consumo para modificar su panorama fiscal y aumentar los salarios. Tiene que innovar iterando, lo que significa hacer las cosas de nuevo para crecer. Tiene que asegurarse de que las industrias de más rápido crecimiento, en el sector de la asistencia, creen buenos puestos de trabajo.

El plan de Gina Raimondo de vincular ambas cosas al presionar a las empresas para que ofrezcan servicios de guardería en el sitio es genial, porque muchas de las empresas con las que hablo ya quieren hacer eso (de qué otra forma conseguirán más mano de obra femenina en el lugar de trabajo, lo que es crucial para mejorar el crecimiento del PIB y cubrir la brecha laboral). Solo quieren algunos incentivos para hacerlo, y utilizar el dinero de la Ley de Chips de EU para dárselos es algo que se puede lograr con poco esfuerzo.

Puedo seguir con todas las razones por las que las políticas para varios frentes de la Casa Blanca tienen sentido. Todas las cosas que hacían posible el viejo mundo —mano de obra barata, capital barato y energía barata— están desapareciendo, y rápido. Debemos comprender y hacer el mapa de un mundo nuevo y más regional, con múltiples economías políticas. Debemos reestructurar las cadenas de suministro, aumentar la resiliencia e incluso prepararnos para un mundo posterior al dólar. Debemos pasar del crecimiento financiarizado al crecimiento real. Nada de esto es gradual. Biden tiene razón cuando dice que hay que echar toda la carne en el asador.

Ed, me sorprendió tu columna sobre Jimmy Carter la semana pasada, y todas las formas en que lo malinterpretamos. Una de las que yo pude haber añadido es la forma en que la administración Carter inició en realidad parte de la desregulación financiera (de las tasas de interés, por ejemplo, y la anulación de la Regulación Q que inició el proceso de financiarización) que se le atribuye el crédito a Reagan. Lo que me llamó la atención es que, en muchos periodos de cambios sísmicos, la administración a la que se atribuye el mérito de algo no suele ser la que inició los cambios.

Así que, mi pregunta es a la vez futurista e histórica. Basándose en las varias décadas de historia que estás analizando para tu próximo libro, y viendo en la bola de cristal del futuro, ¿crees que la era Biden será recordada como el comienzo de una era posneoliberal, al estilo del cambio Reagan-Thatcher? ¿O ese título va a recaer en algún presidente más joven y diferente en el futuro?

Lecturas recomendadas

—Me llamó la atención la nueva columna de Chris Giles sobre por qué el problema de Londres no estriba en cuánto aire económico y político absorbe la capital y qué pueden hacer las ciudades locales para sacar una rebanada del pastel, sino en cómo puede Reino Unido ayudar a Londres a conseguir más negocio de ciudades internacionales con las que compite.

—Estoy disfrutando el último libro de Mariana Mazzucato, La gran estafa, escrito con Rosie Collington, que analiza cómo la industria de la consultoría ha llevado a los gobiernos a la ruina.

Edward Luce responde

Rana, solo para aclarar, no estaba criticando a Biden por “perseguir demasiadas políticas económicas complicadas”: era una crítica específica a su política industrial sobrecargada con demasiadas condiciones. Sigo pensando que eso le restará a sus esfuerzos. No discuto los principales objetivos de Biden: reducir la desigualdad en EU, mejorar los derechos de los trabajadores y poner en marcha el cambio hacia una economía más ecológica. Tampoco creo que sean complicados, pero la gobernanza es una cuestión de ejecución, sobre todo cuando implica una intervención detallada del Estado.

¿Recordará la historia la era Biden como el fin del neoliberalismo? Como sabes, prefiero el término más preciso de antiglobalización, que es lo que está ocurriendo en EU, pero la reacción negativa contra el libre comercio comenzó con Trump, no con Biden. El enfoque de Biden sobre la globalización es el trumpismo con rostro humano. Señalas, con razón, que gran parte de la desregulación que asociamos con Ronald Reagan comenzó en realidad con Carter. Su política económica era, y sigue siendo, difícil de clasificar. A diferencia, por ejemplo, de la Gran Sociedad de Lyndon Johnson, el Nuevo Acuerdo de Francis Delano Roosevelt o incluso la Tercera Vía de Bill Clinton, no tenemos un nombre para el planteamiento económico de Carter. Vetó leyes de gasto, desreguló amplios sectores de la economía, realizó fuertes, y revolucionarias, inversiones en nuevas tecnologías de energía y trató de expulsar de Washington a los intereses particulares. Su legado fue difícil de resumir. En comparación, el de Reagan fue sencillo.

Yo le daría a Biden una calificación alta por su desempeño hasta el momento. Desde las elecciones de mitad de mandato, hemos pasado de la fase de legislar a la de implementar. Esa es la parte más difícil y tiene que ser firme en su ejecución. Las tensiones entre el discurso de Washington sobre el friendshoring (la deslocalización de la producción y cadenas de suministro a países aliados o amigos) y el proteccionismo de su Ley de Reducción de la Inflación y la campaña Buy American están dificultando mucho ese objetivo. También nos estamos acercando al punto en el que EU no puede hablar con sinceridad de defender el “orden internacional basado en reglas” cuando sigue trastocando esas reglas y desactivando la Organización Mundial del Comercio. Como digo, esto comenzó bajo el gobierno de Trump. El mayor reproche contra Biden es que está continuando lo que Trump comenzó.


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