Durante los últimos 50 años, la mayoría de los estadunidenses adoptaron la estrategia de depositar la mayor cantidad de dinero posible en los mercados de Estados Unidos y luego olvidarse de eso hasta que llegan a los sesenta y tantos años. Y para quienes pudieron hacerlo, esto funcionó muy bien. Si en 1980 hubieran invertido mil dólares en un fondo indexado del S&P 500, hoy valdrían casi 165 mil dólares.
Pero la estabilidad y los rendimientos de los mercados de activos estadunidenses se han basado en la estabilidad y el dominio del mismo EU. Entonces, ¿qué sucederá si la presidencia de Trump cambia eso? ¿Qué puede significar para los 42 billones de dólares en ahorros para el retiro de EU y los billones más en ahorros para pensiones internacionales que se mantienen en activos estadunidenses, que ya no se pueda dar por sentado estado de derecho básico en Estados Unidos?
Es una pregunta que surgió en varias conversaciones en las que participé recientemente, mientras la gente lidia con el impacto a largo plazo de la erosión de la democracia estadunidense sobre su patrimonio personal.
Algunas de estas personas venden sus acciones del sector de tecnología y compran fondos cotizados en bolsa de oro, no con fines de especulación a corto plazo, sino como cobertura contra un futuro a largo plazo que de repente parece menos claro y próspero en casa. Conozco a muchas personas que están desesperadas por diversificar sus carteras y que ahora están invirtiendo el dinero adicional en departamentos en París o Roma, sin verlos, en lugar de invertirlo en los mercados estadunidenses.
Estos son ejemplos aleatorios. Pero no solo son los inversionistas minoristas y los administradores de dinero los que están considerando un futuro en el que nuestras suposiciones sobre la seguridad a largo plazo de los mercados de capital estadunidenses cambien de manera importante. Los fondos de pensiones también empiezan a considerar la cuestión.
Kevin Thomas, director ejecutivo de Share, un servicio de asesoría institucional sin fines de lucro que representa a un grupo de inversionistas globales de largo plazo con 90 mil millones de dólares en activos, dijo que las preocupaciones sobre la estabilidad básica y la integridad de los mercados estadunidenses bajo el gobierno de Trump surgieron en la cumbre anual de la firma la semana pasada.
“Las asignaciones regionales no cambian de repente de dirección, y desde hace mucho tiempo existe un sesgo hacia los mercados estadunidenses”, dice Thomas. “Incluso en los últimos meses, había una renuencia a admitir que (Trump) haría todas estas estupideces”.
Pero en las últimas semanas, agrega, “ha habido una dinámica mucho más fuerte en la que no se puede contar con que lo normal sea normal. (Muchos inversionistas) no ingresan a China porque es autoritaria e impredecible. Pero ¿y si EU también lo es ahora?”.
Hay una gran cantidad de investigación económica que muestra que cuando el estado de derecho es más débil, la inversión suele caer, no solo fija, también en activos más líquidos. Las normas democráticas han sido cuestionadas en EU desde que Trump fue elegido por primera vez en 2016, y hoy se están pisoteando de manera rotunda. Se ignoran los fallos de los tribunales federales y la Casa Blanca desmantela agencias gubernamentales enteras en lo que es casi con certeza una violación del Artículo 1 de la Constitución (que le da al Congreso el poder de otorgar y quitar asignaciones).
En 2023, cuando los candidatos que negaron el resultado de las elecciones presidenciales de 2020 prevalecieron en varias contiendas estatales, la profesora de Princeton Layna Mosley publicó un informe, junto con la Brookings Institution y el States United Democracy Center, que analizaba los peligros financieros y económicos del retroceso democrático en el país.
En el informe se encontró, entre otras cosas, una importante “ventaja democrática en el ámbito del endeudamiento soberano” y un efecto desproporcionado del aumento del riesgo político en los mercados financieros de EU. “El efecto principal del retroceso democrático en las carteras de inversión podría ser dramático… las crisis en los mercados de bonos y valores de Estados Unidos, en el sistema bancario de EU y en el dólar estadunidense se transmitirían a toda la economía mundial”.
Por supuesto, a diferencia de otros mercados, EU tiene un margen de maniobra enorme para el mal comportamiento, dada la primacía del dólar y la sobreponderación de los activos de EU en la mayoría de las carteras. Los inversionistas institucionales estadunidenses en el país suelen mantener entre 65 y 70 por ciento de los activos en los mercados de EU, y los fondos de pensiones solo pueden hacer oscilaciones de unos cuantos puntos porcentuales sin la aprobación del consejo de administración.
Es más, como me señaló un antiguo ejecutivo de un importante fondo de pensiones, “la mayoría no querrían hablar de sus preocupaciones en este momento”, no solo por su renuencia a asustar aún más al mercado, sino también por temor a represalias por parte de la Casa Blanca.
Pero eso no significa que no tengan preocupaciones por la tradicional sobreponderación de los activos estadunidenses. Si bien algunos factores fundamentales, como las ganancias corporativas estadunidenses, y macroeconómicos como la demografía, todavía favorecen a EU en relación con otros mercados, también existe una clara sensación de que la economía política mundial está cambiando. Es posible que el excepcionalismo estadunidense haya terminado.
“Las cosas van a ser diferentes en los próximos 10 a 20 años de una manera que no tenemos precedente”, dice Richard Bookstaber, un veterano gestor de riesgos y regulador financiero que ahora es director ejecutivo de MSCI.
Lo que suceda en la Casa Blanca en los próximos cuatro años puede influir en los mercados financieros durante las siguientes décadas. Los jubilados, como todos los inversionistas, buscan dónde protegerse contra el aumento del riesgo político en EU. Abundan las oportunidades para los mercados que pueden captar la olla de las pensiones.