Hace medio siglo, una de las principales reaseguradoras del mundo publicó un artículo sobre las inundaciones, en el que hacía referencia a antiguas historias diluviales como la epopeya mesopotámica de Gilgamesh, e instaba a mejorar el seguimiento de las “variaciones climáticas”.
El artículo de la década de 1970 de Munich Re, ahora la reaseguradora más grande de la industria, señaló que el calentamiento global, el deshielo de los polos y otros cambios ambientales necesitaban más estudios, “especialmente porque —hasta donde sabemos— su posible impacto en la tendencia del riesgo a largo plazo apenas se ha examinado hasta la fecha”.
En la actualidad, el efecto del cambio climático que alimenta catástrofes naturales como inundaciones e incendios forestales es evidente, y ante ellos las compañías de seguros se apresuran a actuar.
Desde hace décadas el sector está alerta ante la amenaza; sin embargo, los ejecutivos se sienten asustados por el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, creando una crisis de seguros de propiedad en algunas partes del mundo.
El sector se ha visto sacudido durante cuatro años consecutivos cuando las pérdidas por las catástrofes naturales superaron los 100 mil millones de dólares. Incluso en 2023, un año que se presentó tranquilo en cuestión de huracanes, hubo un récord de 37 eventos separados que costaron al menos mil millones de dólares en pérdidas.
“Es muy claro que los modelos (del sector de seguros) no están funcionando”, dijo Lindsay Keenan, coordinadora para la Unión Europea del grupo activista Insure Our Future. “Me sorprende cómo lograron embaucar a los reguladores con su retórica de que ‘todo está bien, tenemos modelos para eso’ a lo largo de los años, y todavía en la actualidad”.
Las reaseguradoras sufrieron grandes pérdidas antes de endurecer de manera drástica sus condiciones hace dos años, ejerciendo una presión adicional sobre las aseguradoras primarias. Las compañías estadunidenses de seguros de propiedad y accidentes incurrieron en pérdidas técnicas de más de 20 mil millones de dólares tanto en 2022 como en 2023, según la agencia de calificación AM Best. State Farm, la aseguradora de viviendas más grande de Estados Unidos, sufrió una pérdida neta de más de 6 mil millones de dólares en ambos años. Desde entonces, suspendió nuevos negocios en California y no va a renovar decenas de miles de pólizas.
Mantenerse al día
Ejecutivos veteranos de la industria aseguradora expresan su preocupación por la batalla para mantenerse al día con los efectos del cambio climático.
William Berkley, fundador y presidente ejecutivo de la aseguradora WR Berkley Corporation, cuestionó recientemente a sus colegas ejecutivos sobre su respuesta a un clima cambiante que “no sigue” patrones históricos.
“No parece que estemos cambiando lo suficientemente rápido para el ritmo de cambio al que tenemos que adaptarnos”, dijo Berkley en una reunión en la Universidad de Nueva York en abril.
Los modelos de seguros “tienen dificultades para calcular, con cierta precisión, las probabilidades que se derivan del cambio climático”, dijo Paula Jarzabkowski, experta en riesgos de la Universidad de Queensland. “Sospecho que incorporar el riesgo climático en los modelos de suscripción está añadiendo un factor de incertidumbre a las primas”, advirtió.
Diversas figuras de la industria que hablaron con Financial Times identificaron algunas razones por las que el sector se quedó rezagado.
Una de las cuestiones clave es el plazo de un año de las pólizas de seguro —la cuestión de si asegurar o reasegurar una propiedad o código postal solo para el siguiente año— con pocos incentivos para adoptar una visión a más largo plazo.
Algunos argumentaron que adoptar un enfoque conservador ante las amenazas climáticas también representa un riesgo de perder negocios o aumentar los requisitos de capital.
“Las compañías de seguros individuales ven esto y dicen: ‘No nos beneficia mucho’… ser un líder en esta área”, indicó un experto en seguros, quien habló en privado.
Esto da pie a una segunda acusación que formulan algunos: los modelos de riesgo proporcionados por los grupos más grandes, Verisk y Moody’s RMS, tardaron en reflejar el efecto que la aceleración del cambio climático tenía en las pérdidas diarias.
Su prioridad era evaluar los “peligros máximos”, como los huracanes, que pueden causar pérdidas calamitosas que pueden poner de rodillas al sector, en lugar de los “peligros secundarios” como los incendios forestales y las tormentas, que pueden tener un costo individual menor, hasta que empiezan a ampliarse y caer en cascada.
Los modeladores de grandes riesgos rechazan la idea de que no se enfocaron lo suficiente en los peligros secundarios. Jay Guin, director de investigación de soluciones para eventos extremos en Verisk, dijo que la compañía “ofrece modelos para peligros secundarios desde hace más de 20 años y llevó a cabo importantes inversiones”.
Pero no fue hasta las pérdidas por los incendios forestales de 2017-2018 en California que toda la industria comenzó a adoptar una “mirada más crítica” ante ese tipo de eventos, dijo Guin. “Logramos mejorar la mayoría de los aspectos del modelo y tomamos en cuenta el impacto del cambio climático”.
Los ejecutivos describen una industria que ahora está recalibrando la amenaza de incendios e inundaciones. “Todo el mundo se ha sorprendido (por el aumento de los riesgos secundarios). Es una crítica justa de que nos quedamos rezagados”, dijo Christian Mumenthaler, director ejecutivo saliente de la reaseguradora Swiss Re.
Dijo que ha sido muy difícil predecir cómo el calentamiento global va a repercutir en el costo de eventos localizados, como inundaciones, que pueden afectar a un edificio en una calle pero no a otro.
Otros factores
Julie Serakos, jefa del equipo de administración de modelos de producto de Moody’s RMS, citó otros factores que complican la situación para la industria de las aseguradoras, como el crecimiento de la población en regiones vulnerables y la inflación en los pagos. “Simplemente hay más exposición a este tipo de eventos”, señaló.
Ahora se ha invertido en nuevas herramientas de software y conocimientos que permiten a las aseguradoras desarrollar una visión a más largo plazo de los efectos climáticos.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos por ponerse al día, persiste el riesgo de que los modelos no reflejen plenamente los resultados catastróficos.
“A medida que se acumulan las pruebas científicas sobre el cambio climático, normalmente se descubre que los riesgos son mayores en las nuevas evaluaciones de riesgos en comparación con las anteriores”, dijo Wim Thiery, científico climático de la Vrije Universiteit Brussel.
Los científicos también están preocupados por los niveles récord de calor sin precedente que se han registrado en tierra y mar durante el año pasado. En los 12 meses transcurridos hasta abril, las temperaturas promedio mundiales superaron en 1.61 grados Celsius el promedio de 1850-1900.
Miembros del Instituto y la Facultad de Actuarios de Reino Unido argumentan en un informe reciente con científicos de la Universidad de Exeter que se debe prestar más atención al riesgo de que los escenarios climáticos extremos se hagan más probables debido a una serie de ciclos de retroalimentación atmosféricos y físicos, incluido el colapso de capas de hielo. Estos puntos de inflexión añadirán aún más conjeturas al modelo.
“Es momento de retirar del mercado los productos de algunos de estos modelos, las cosas se están moviendo más rápido (de lo previsto)… tenemos que pasar a la siguiente generación de escenarios climáticos”, dijo Sandy Trust, responsable de riesgo organizacional del gestor de fondos británico M&G y coautora del informe del Instituto y la Facultad de Actuarios de Reino Unido.
Otra cuestión es cómo interpreta el sector privado los modelos de consenso elaborados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, el organismo de científicos de la Organización de las Naciones Unidas.
Los científicos y los actuarios “pasan uno junto al otro como barcos en la noche a pesar de que utilizan el mismo lenguaje sobre el riesgo climático”, dijo Kris de Meyer, jefe de la unidad de acción climática de la UCL.
El método científico se centra en los resultados que puedan ser más probables dentro de toda la gama de escenarios. El mundo de los seguros, por el contrario, pretende pronosticar el peor de los casos, por improbable que sea, para evitar acontecimientos fortuitos.
La respuesta del importantísimo sector de reaseguros ha sido dejar de cubrir los riesgos secundarios y elevar los precios para las aseguradoras primarias, aumentos que los trasladan a los consumidores. De hecho, un número cada vez mayor de propietarios recurren a las aseguradoras respaldadas por el Estado como último recurso.
La mayoría en la industria espera una continuación de esa tendencia. “La realidad es que el cambio climático es esencialmente un proceso lento”, dijo Steve Bowen, director científico de la correduría de reaseguros Gallagher Re. “La tendencia general (de las pérdidas) va a seguir subiendo”, advirtió.