Signa Holding está en negociaciones para vender la mitad del edificio Chrysler de Nueva York para recaudar dinero con urgencia, dijo el administrador de la firma inmobiliaria europea en quiebra, y advirtió sobre un desmantelamiento prolongado financieramente doloroso que se avecina.
Los acreedores de la empresa austriaca fundada por el joven e intrépido desarrollador René Benko se reunieron en Viena para escuchar al administrador Christof Stapf hacer la primera evaluación de sus finanzas desde que se inició el procedimiento de insolvencia el mes pasado.
Stapf dijo que él y otros asesores externos aún tienen dificultades para comprender (o controlar) la extensa red de subsidiarias y activos de Signa.
El grupo necesita dinero con urgencia para pagar su propia liquidación, subrayó Stapf, pero tiene poco que pueda poner de inmediato en el mercado.
“La venta del jet privado Cessna Citation XLS de Signa Holding está en marcha…(y) también se llevan a cabo discusiones sobre la inversión en Signa RFR US Selection AG, cuyos proyectos inmobiliarios en Estados Unidos incluyen el edificio Chrysler en Nueva York”, dijo en un comunicado.
Signa debe poco más de 5 mil millones de euros a sus acreedores. Hasta ahora se han presentado reclamaciones por mil 100 millones de euros antes de la fecha límite de mediados de enero.
Los analistas de JP Morgan estiman que Signa Group en general, en el que se encuentra el holding, debe 13 mil millones de euros.
Sin embargo, esa cifra se basa en datos limitados disponibles públicamente y los asesores de reestructuración que trabajan con Signa dicen que la cifra real puede ser mucho mayor.
“El problema es que no sabemos nada sobre la magnitud del endeudamiento. Y aunque estamos a principio de este proceso, eso no es normal. Nada de esto es muy normal en absoluto”, dijo un abogado que trabaja con un acreedor de Signa.
El edificio Chrysler, de estilo art déco, terminado en 1930, por un periodo breve fue la torre más alta de Nueva York antes de que lo superara el Empire State Building.
La mitad de la propiedad pertenece a Aby Rosen, el desarrollador cuyo grupo, RFR, también es el socio gerente. RFR y Signa pagaron 151 millones de dólares por la propiedad en 2019, una fracción de los 800 mdd que gastó el Consejo de Inversiones de Abu Dabi en 2008.
En declaraciones a Financial Times ese año, Rosen calificó al edificio Chrysler como “un ícono estadunidense” y dijo: “Perdió un poco de su relevancia, pero no perdió su belleza ni su importancia”.
A pesar de todo su prestigio, el edificio desde hace mucho tiempo lo perjudica un contrato de arrendamiento de terreno que exige que los propietarios paguen alquileres anuales crecientes a la universidad privada Cooper Union. Esas rentas aumentaron de 7.5 millones de dólares en 2018 a 32.5 mdd en 2019 y se espera que alcancen 41 millones de dólares en 2028.
Rosen se encuentra enfrascado en negociaciones con la junta directiva de Cooper Union para reestructurar el arrendamiento del terreno. Hacerlo menos oneroso le permitiría, en teoría, invertir en mejorar la oferta comercial de la propiedad y realizar otros cambios.
Mientras, el desempeño del edificio Chrysler ha sido relativamente bueno, incluso cuando otros edificios de oficinas más antiguos de Manhattan están perdiendo inquilinos y viendo caer sus alquileres en una era de trabajo remoto. Los 1.2 millones de pies cuadrados del edificio estaban arrendados en más de 90 por ciento, según datos recientes de CoStar.
Ruth Colp-Haber, de Wharton Property Advisors, cuyo grupo asesora a compañías sobre arrendamiento, dijo que el edificio carece de las comodidades más modernas, pero aún así atrae a los inquilinos más pequeños, en particular, que aprecian su encanto y su cercanía a la Grand Central Station. “El edificio Chrysler no se irá a ninguna parte”, dijo.
La tarea de Stapf se complica mucho por la forma en que el fundador de Signa, Benko, de 46 años, creó su imperio.
Aunque ejerció un control casi total y fue su mayor accionista, no ha desempeñado ningún cargo directivo formal desde 2013 y se aseguró de que las cuentas de sus docenas de sus filiales y sus subentidades nunca se consolidaran.
“Tan solo el holding tiene 53 inversiones directas en empresas e indirectas en varios cientos de empresas más”, indicó Christof Stapf, quien además pidió a los acreedores y accionistas que se unieran bajo un único “comité de dirección para todo el grupo” como la única forma viable de desmantelar sus operaciones de manera justa.
“El organigrama preliminar del grupo al 30 de septiembre consta de un total de 46 páginas en formato A3”, añadió, destacando que casi nadie en la empresa parece saber cómo se dirigía.
De los 42 empleados de Signa Holding, 34 trabajaban en funciones de hostelería, incluido un cazador y personal del jet privado de Benko.
Stapf los despidió a principios de diciembre.
“Hay una alta capacidad de administración con conocimientos generales…el holding ha cumplido recientemente sólo parcialmente su función de control”, dijo Stapf a los acreedores.
Ante una carga de deuda abrumadora y preocupados por la aparente sangre fría de Benko ante los crecientes problemas, los accionistas minoritarios de Signa -que incluyen algunas de las familias más ricas de Europa- se rebelaron contra el empresario poco antes de que la empresa entrara en administración.
Todavía están en control de dos de sus filiales más importantes, Signa Prime y Signa Development, propietarias de muchos de los activos más valiosos del grupo: una cartera de propiedades de lujo en toda Europa que incluye muchas de sus tiendas departamentales más ostentosas.
El consejo de supervisión de las dos empresas despidió a principios de mes a su director ejecutivo conjunto, Timo Herzberg ―un aliado de Benko― por lo que consideraron “violaciones flagrantes” de sus deberes fiduciarios.
Muchos de los acreedores de Signa ahora analizan con lupa la forma en que Benko dirigió las empresas, planteando preguntas sobre gastos excesivos cargados a entidades oscuras y complejos préstamos intraempresariales que movieron miles de millones de euros por el grupo en los meses previos a su quiebra.
Benko, que fue condenado por soborno en 2013, es actualmente uno de los principales sospechosos en una investigación sobre corrupción y abuso de poder en Austria.