En la década de 1980, Nissan luchaba en una batalla en Japón. Los directivos derrocaron al jefe del sindicato de la compañía, Ichiro Shioji. Con el sobrenombre de “presidente sombra” de Nissan, Shioji reinó en el grupo durante dos décadas, dictando los cambios de personal y las políticas de ubicación de las plantas. Nissan prometió, en ese tiempo, que nunca más permitiría una concentración de poder de ese tipo.
Pero la historia se repitió. Después de la destitución y arresto de Carlos Ghosn por cargos de mala conducta financiera en noviembre pasado, el director ejecutivo de Nissan, Hiroto Saikawa, denunció a su exjefe de acumular demasiada influencia como presidente tanto de Nissan como de su socio francés, Renault.
La concentración de poder, dijo Saikawa, le permitió al hombre que salvó a la compañía de la bancarrota en 1999, abusar de su posición sin el conocimiento de los miembros del Consejo de Administración o de los ejecutivos de la compañía japonesa.
Ghosn negó los cargos de falsificación de su sueldo y de abuso de confianza agravado, culpando de su caída a un complot y traición por parte de los ejecutivos de Nissan, que se oponían a su plan de una fusión entre los tres grupos automotrices.
El juicio podría tardar varios años, mientras el exjefe de Nissan, quien salió bajo fianza la semana pasada después de 108 días tras las rejas, espera su juicio.
Nissan y Renault tendrán que dar respuestas sobre cómo no vieron la supuesta mala conducta de Ghosn y sus evidentes fallas en la gobernanza de la compañía japonesa durante su gestión.
Si Nissan habla en serio sobre una reforma de la gobernanza, tendrá que abordar no solo la cuestión de la protección de accionistas minoritarios, sino también cómo cumplirá con los intereses de Renault, su mayor accionista con una participación de 43%.
El Dato.10 millones
de vehículos produce Nissan al año en conjuntocon Renault y Mitsubishi
Las lecciones que deben extraerse de la disputa interna de Nissan, en el periodo de alto crecimiento de la posguerra, no se refieren únicamente a la gobernanza. La disputa también dejó enormes cicatrices en su competitividad de la automotriz que perduran hasta la actualidad.
Mientras la automotríz se distrajo por un prolongado periodo de conflictos laborales, Toyota, su rival más pequeño, se encontraba perfeccionando el sistema de producción esbelto. A finales de la década de 1980, las luchas internas arrastraron a Nissan desde la cima del mercado japonés al segundo lugar. En la actualidad, ya cayó por debajo del quinto.
“La fortaleza de Toyota radica en su infraestructura de producción”, dice Noriaki Kawakatsu, exgerente de comunicaciones de Nissan. “Hay continuidad debido a que sus métodos de producción no cambian”.
Kawakatsu, quien ahora dirige una consultoría de administración, cree que Nissan tiene una tendencia a depender de la fortaleza de los líderes individuales, debido a su debilidad en esta infraestructura.
En los años posteriores a los conflictos laborales, la administración de Nissan invirtió de forma agresiva para expandirse internacionalmente y perdió dinero en costosos proyectos de fabricación en países como Italia y España.
Pero los esfuerzos para reducir su diferencia de eficiencia con Toyota, reemplazando totalmente a los humanos con robots en una planta japonesa, fracasó. Para 1999, el grupo cargaba tanta deuda que no habría podido sobrevivir sin el rescate financiero de Renault.
Tras el reinado de 20 años de Carlos Ghosn, Nissan forma parte de la alianza automotriz más grande del mundo y produce 10 millones de vehículos al año con Renault y Mitsubishi Motors.
La alianza produjo ahorros en los costos en adquisiciones y otras áreas, pero los críticos dicen que Nissan todavía está rezagado frente a Toyota.
Sus hábitos de realizar fuertes gastos y su enfoque en el volumen de ventas también llevaron a la empresa a tener una menor rentabilidad en EU. Como resultado, su margen de utilidad operativa, que fue de 4.3% en el último trimestre,tan solo la mitad del que logra Toyota.
Si las luchas internas en la década de 1970 fueron con el sindicato, Nissan ahora enfrenta la tarea de consolidar su alianza con Renault y Mitsubishi, después de la agitación por la destitución de Ghosn. Es un avance que los dos socios enterraron sus diferencias sobre la nueva presidencia en Nissan.
Pero si la alianza habla en serio acerca de la eficiencia, necesita integrarse de una manera más rápida, para mantenerse, el ritmo de la innovación en la conducción autónoma por parte de grupos como Google.