Productividad crece pese a escasez de mano de obra

La tecnología aumenta el rendimiento, desde el tiempo que se ahorra en viajes gracias al trabajo remoto hasta el incremento de las ventas en línea y los pagos digitales en el comercio minorista

Una fórmula es combinar una demanda que se espera siga fuerte, capital y desarrollos técnicos asequibles. AP
Martin Sandbu
Londres /

La pandemia devastó las economías de los países ricos, pero hay señales de que desde el páramo puede estar surgiendo un auge de productividad.

Los economistas de The Conference Board, un centro de reflexión estadunidense, sugieren que este es el caso. Ataman Ozyildirim y Klaas de Vries pronostican que después de la recesión en 2020, la economía de Estados Unidos registrará un crecimiento total de la productividad de los factores (PTF) de más de 2 por ciento en 2021. La PTF se mide por el crecimiento de la producción más allá de lo que se puede atribuir solo por poner a trabajar a más mano de obra y capital en la recuperación posterior a los confinamientos.

Una tasa de 2 por ciento, si se realiza, compensará por mucho la ligera pérdida de la PFT en 2020 —una consecuencia natural de dejar ocioso el capital como la maquinaria— y constituirá una gran mejora respecto a la tasa aproximadamente cero del crecimiento anual de la PFT de EU en la década anterior a la pandemia. 

EU no es el único con señales de un desempeño saludable de productividad. De acuerdo con los pronósticos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la pandemia aceleró el crecimiento de la productividad laboral en la mayoría de los países de altos ingresos.

En EU, esta medida —el producto interno bruto por hora trabajada— tendrá un crecimiento de 6.7 por ciento en los tres años que abarque la pandemia, a partir del cuarto trimestre de 2019 hasta el cuarto trimestre de 2022, de acuerdo con las cifras de la OCDE. Eso es más del doble de la tasa de 3.3 por ciento acumulada en el periodo de los tres años anteriores. 

Se proyecta esa misma aceleración en todos los países del G7. Japón prevé aumentar la productividad laboral en 2 por ciento en los tres años que terminan en 2022, después de registrar una caída en los tres años anteriores. Alemania se dirige a una tasa de crecimiento en el mismo periodo de 1.1 a 2.6 por ciento; Francia, de 1.8 a 2.5 por ciento; Reino Unido, de 0.6 a 3.7 por ciento, e Italia, de cero a 1.4 por ciento. En las nueve economías más ricas, solo Corea del Sur registra una desaceleración en el crecimiento de la productividad en ese lapso, y esa tasa aún es la cifra respetable de 4 por ciento. 

Estas previsiones pueden ser erróneas, pero dado el vigor de la recuperación, parece que son posibles. Esto será una sorpresa agradable. Recordemos que en 2019, los economistas estaban preocupados porque la expansión posterior a la crisis financiera perdía impulso rápidamente y con eso empeoraba el crecimiento de la productividad que ya era mediocre.

¿Por qué está ocurriendo este aparente auge de la productividad? No se puede explicar como un artefacto aritmético. La productividad medida puede aumentar si la producción cae más que las horas de trabajo y si los trabajadores de menor productividad pierden sus trabajos de manera desproporcionada. Si bien esto sí impulsó la productividad medida en EU, que redujo drásticamente la mano de obra en la primavera de 2020, otros países ricos vieron cómo caía la producción por hora trabajada antes de recuperarse cuando se reabrieron las economías.

En cualquier caso, para finales de 2022, el empleo debe haber vuelto tan cerca de los niveles anteriores a la pandemia como para que la mera aritmética no pueda explicar los aumentos de productividad. Parte de la mejora  debe reflejar un cambio real en la productividad de la mano de obra.

Si es así, hay dos preguntas. ¿Por qué se acelera la productividad? ¿Y qué se debe hacer para estabilizarla a un ritmo más alto?

Una mayor productividad se trata de hacer más con menos, y hay dos formas obvias en las que las economías de altos ingresos lo están haciendo desde el año pasado. Como dicen Ozyildirim y de Vries: “Una mayor adopción de tecnologías digitales puede conducir a un resurgimiento de la productividad… el lento crecimiento de la oferta de mano de obra y la escasez de mano de obra pueden impulsar a las empresas a centrarse más en la innovación mediante la aceleración de la automatización y la transformación digital”.

Es fácil ver cómo la tecnología aumenta la productividad, desde el tiempo que se ahorra en viajes y desplazamiento al trabajo gracias al trabajo remoto hasta el aumento de las ventas en línea y los pagos digitales en el comercio minorista. Los gobiernos pueden alentar a las empresas a mantener sus avances, sin presionar para que regresen al statu quo anterior en términos de ocupación de oficinas, por ejemplo.

Es más contradictorio que la escasez de mano de obra pueda ser algo bueno para la economía. Casi no pasa un día sin titulares sobre gerentes que se quejan de que no pueden encontrar más personal y tienen que reemplazar a los meseros o personal de limpieza que se perdieron. En otras palabras, tener que hacer más con menos o ser más productivo.

La historia económica y el sentido común sugieren que cuando la demanda supera a la oferta, las empresas mejoran su juego al aumentar la productividad. Si los salarios suben, no tienen alternativa, o perderán a sus trabajadores ante competidores más productivos.

Es probable que el crecimiento de la productividad se beneficie de una combinación de tres cosas: una demanda que se espera que se mantenga fuerte, capital y tecnología asequibles, y capacitación que mejore constantemente las aptitudes de los trabajadores. Lograr esta combinación de manera constante significa mantener a los empleadores alerta para competir por los trabajadores.

La palabra escasez oculta este hecho detrás de las quejas de los empleadores. Pero una economía en la que existe una demanda más que suficiente para la contribución de todos es una economía que prospera: una en la que los trabajadores disfrutan de oportunidades, en la que los mercados recompensan las mejoras de productividad y en la que las perspectivas justifican la inversión en expansión.

Mantener un grado permanente de fuerte presión de la demanda, de modo que la mano de obra siempre sea un poco difícil de conseguir, no debe considerarse como un peligro, sino como una señal de éxito económico. Mientras esperamos derrotar al virus, debemos aprender a vivir con escasez de mano de obra. 


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