Por: Kathya Millares
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
Una noche insomne de julio me tomó por sorpresa un ensayo de Stefan Zweig titulado “Mundo insomne”. Inicia así: “El mundo de hoy duerme menos. Son más largas las noches y más largos los días”. Estas observaciones nacieron bajo la angustia de la Primera Guerra Mundial, un peso inédito para el espíritu de Zweig. Esa guerra estaba dejando a la humanidad sin algo preciado: la costumbre de irse a dormir sin la preocupación de que no habría mañana. Zweig sabía que quienes se quedaron en casa imaginaban la suerte de sus cercanos actuando como soldados. Estaban las batallas en las que se oían los disparos, el trote de las caballerías, los zumbidos de los aeroplanos. Y le sorprendía la velocidad con la que llegaban buenas y malas noticias debido a los avances tecnológicos. Se cuestionaba también si las plegarias y los pensamientos dirigidos a los ausentes viajarían como viajan los sonidos, si esa inmensa nube mental tendría algún efecto en el destino.