El 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Ninguna persona que ha muerto por esta causa ha dejado de sentirse sola. Este es un tema relevante para mí, porque lo he visto en personas cercanas, y el vacío que dejan nunca podrá llenarse. Los índices de suicidio y soledad han aumentado, lo cual es paradójico, ya que, en teoría, estamos más conectados que nunca, pero aún así nos sentimos más aislados
La soledad afecta en todas las etapas de la vida. En la infancia puede ser tan dolorosa como un trauma físico. El dolor emocional se siente como un golpe y envía un mensaje silencioso a los niños de que deben sobrevivir sin ayuda. Poco a poco, construyen corazones con murallas que no permiten la entrada de nadie. Como padres, es fundamental estar presentes, evitando distracciones cuando estamos con ellos. Recuerdo al hijo de una amiga que decía: "Mamá, escúchame con los ojos", rogándole que lo mirara porque ella siempre estaba con el celular. Él sentía que cualquier cosa en el mundo virtual era más importante que él, lo que afectó su conducta. No era un niño "malo", solo necesitaba atención.
En la adolescencia, la soledad se siente de forma diferente. Es una etapa de cambios físicos, emocionales y psicológicos donde se forma la identidad, y vivirla en soledad puede llevar a tragedias. Retrasar el uso de redes sociales en esta etapa puede reducir el riesgo de ansiedad y depresión. Fomentemos que los adolescentes se integren en grupos con intereses afines y que sus interacciones sean cara a cara, haciéndoles sentir que sus preocupaciones importan. Si minimizamos sus sentimientos, esas heridas pueden crear adultos que subestimen sus experiencias dolorosas. Cuando el vaso se llena, se desborda, y la depresión y la ansiedad aparecen en todas sus formas.
Las madres primerizas también enfrentan soledad. Mientras todos los ojos están sobre el bebé, ¿quién mira a la madre? La falta de sueño, los cambios físicos y el agotamiento emocional aumentan el riesgo de depresión posparto. Lo sé porque lo viví. Lo que más ayuda es sentirse parte de una tribu que apoye y escuche. En mi ciudad, pertenezco a un grupo que nació en Facebook, Moms and Babies Mty, y me alegra ver a madres reuniéndose, compartiendo y resolviendo dudas. Como sociedad, solo avanzamos cuando vivimos en comunidad.
Los hombres también sufren la soledad. La mayoría de los suicidios ocurre entre ellos, quienes han aprendido desde pequeños que "los hombres no lloran". La falta de espacios para expresar su vulnerabilidad les impide pedir ayuda. Las personas que mueren por suicidio no desean morir; quieren dejar de sufrir. Es fundamental que los hombres hablen de su estrés, emociones y miedos. Solo así se darán cuenta de que no están solos y que nos necesitamos unos a otros.
En la vejez, la soledad se convierte en una compañera silenciosa. La vida misma va llevándose amigos, vecinos, familia... Nuestros mayores a menudo se sienten relegados cuando sus seres queridos se pierden en el mundo digital en lugar de disfrutar del mundo real. Recordemos que hay un mundo valioso más allá de las pantallas, lleno de sabiduría y experiencia; aprovechemos el tiempo con ellos.
No permitas que la soledad te acompañe. Mantén el contacto, preferiblemente en persona. Mira a los ojos, abraza a tus seres queridos y sé una fuente de amor, confianza y compañía. No dejes a nadie fuera, ni te quedes fuera tú. Cuida de los tuyos y deja que te cuiden.
El mundo es mejor contigo hoy. Y para vivir más y mejor, yo también necesito tu sonrisa. Si tú o un ser querido están pasando por un problema de soledad, ansiedad, depresión o pensamientos suicidas, busca ayuda; hay luz al final de cualquier problema.