Al inicio de cada año es común que los analistas del mercado comiencen a comunicar sus expectativas que, por lo regular, suelen incluir pronósticos sobre crecimiento económico, inflación, tipo de cambio, tasas de interés y rendimientos de activos financieros.
Si bien estas expectativas normalmente son de largo plazo y no cambian drásticamente de un año a otro, es común que en un posicionamiento más táctico se hagan ajustes al portafolio de inversión como parte de un proceso de rebalanceo; o cambios en los objetivos planteados por el inversionista de acuerdo con el desempeño del año previo y los riesgos previstos hacia adelante.
Si revisamos estas expectativas, la narrativa no ha cambiado mucho, en el sentido de que nos encontramos en una economía global con crecimientos todavía positivos, pero en una trayectoria de desaceleración. Las valuaciones en los mercados de capitales se ven elevadas, particularmente en Estados Unidos, después de un ciclo alcista que continuó durante 2024. Además, se esperan tasas menores, pero en un ciclo de recortes más conservador, al menos por parte de la Reserva federal estadunidense (FED), y un dólar más fuerte dado esta coyuntura de tasas elevadas en Estados Unidos versus economías desarrolladas como la Unión Europea, Reino Unido o Japón.
En 2024, la economía global habrá crecido alrededor de 3.2%, superando las expectativas pese a una desaceleración en Europa y Asia. Estados Unidos destaca con un crecimiento de 2.8%, respaldado por un mercado laboral sólido y un consumo robusto, a pesar de la inflación que se colocará alrededor de 4.1% y una tasa de interés en un rango de 4.25% a 4.50%, establecida por la Reserva Federal. La dinámica hacia este año no cambia mucho en el soporte de este crecimiento, principalmente por la resiliencia de Estados Unidos, una economía estancada en China y Europa aún con crecimientos muy bajos, aunque recuperándose ligeramente del año anterior.
En términos de inflación, se han logrado avances significativos, con niveles cercanos a los objetivos de los bancos centrales. Sin embargo, persisten desafíos, especialmente en el componente de servicios.
Durante 2024 presenciamos un ciclo bastante homogéneo a escala global con bancos centrales en una postura monetaria más restrictiva. Para 2025 se espera mayor divergencia en los ciclos, con bancos centrales con mayor espacio para reducir tasa como es el caso de México y Europa, donde el crecimiento se vislumbra más débil. En Estados Unidos, si bien hemos tenido un inicio de recortes, se espera que el ciclo sea mucho más lento y que las tasas se mantengan en niveles más elevados, como lo ha comunicado la FED en su última reunión. Por su parte, Japón probablemente realizará algún alza en su tasa de referencia y China extenderá los estímulos monetarios y fiscales para tratar de estimular su economía.
Aunado a lo anterior, algo que sin duda destaca y es recurrente en los distintos “outlooks”, es el tema Trump. El regreso de Donald Trump al escenario político ha incrementado la incertidumbre en los escenarios para el siguiente año. Esto complica la proyección del desempeño de las variables económicas y los mercados en el futuro cercano. Entre sus propuestas destacan aranceles adicionales a importaciones clave, reformas fiscales para empresas y restricciones migratorias más severas. Aunque estas medidas enfrentan barreras legales y políticas, su discusión genera volatilidad.
En particular, los aranceles podrían encarecer las importaciones y alterar las cadenas de suministro, lo que afectaría sectores como tecnología y manufactura. Asimismo, las políticas migratorias estrictas podrían impactar a la agricultura y la construcción, sectores que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante. Por ende, podríamos ver presiones sobre la inflación.
En general, observamos políticas que van hacia una economía más aislada y de menor cooperación en la parte económica y política.
El mercado mexicano enfrenta un entorno desafiante. La economía mostró signos de debilidad durante el año pasado y continuamos viendo una reducción en los estimados de crecimiento para este 2025 donde se espera que apenas crezcamos 1.5%, de acuerdo con cifras del FMI, muy por abajo del 4.2% esperado para las economías emergentes. La dependencia de México con Estados Unidos, que absorbe 80% de las exportaciones, hace que las políticas comerciales de Trump sean un factor clave para la economía del país.
Si se implementan aranceles, sectores como el automotriz y agroindustrial podrían enfrentar desafíos significativos. No obstante, el “nearshoring” aún presenta oportunidades, con inversiones en manufactura y tecnología aumentando 15% en 2024, tendencia que continuaría en 2025.
En conclusión, 2025 será un año de adaptación para los mercados financieros, marcado por incertidumbre política, divergencias monetarias y transiciones en las cadenas de suministro globales. Para los inversores, comprender las diferencias regionales y los cambios estructurales será clave para navegar este entorno desafiante y tomar ventaja de las oportunidades que surjan.