Cervantino 2024

Ciudad de México /

Hay algo importante que sí me gustaría aclarar: Gobernación echó a andar una estrategia para pacificar Guanajuato, el estado, pero Guanajuato, la capital, sigue siendo una ciudad segura, bien cuidada, que da gusto visitar en familia tal y como lo está demostrando la edición número 52 del Festival Internacional Cervantino.

Por favor no se confunda y luche con todas sus fuerzas por ir corriendo a ésta, la fiesta cultural más grande e importante de toda Iberoamérica que este año tiene como invitados de honor a Oaxaca y Brasil.

Voy llegando y todavía no asimilo todo lo que este famosísimo evento ha cambiado y todo lo que viví en muy pocos días.

Seamos sinceros: hace tiempo, el Cervantino era una celebración muy elitista donde la cultura tendía a ser el privilegio de unos cuantos y donde al pueblo no le quedaba más remedio que aprovechar la convocatoria para transformar aquello en una especie de cantina monumental.

Ahora, no. En el Cervantino, en este Cervantino, la cultura es un derecho para todas, todos y todes, y el tono es 100 por ciento familiar.

Sus organizadores han sido lo suficientemente sabios para concentrar sus esfuerzos en otra clase de asuntos como, por ejemplo, la creación de nuevas audiencias.

Es hermosísimo ver que donde antes había borrachos, hoy tenemos niñas y niños abarrotando las sedes y participando, con sus mamás y sus papás, en un montón de actividades que las ayudarán y que los ayudarán a enamorarse de la cultura.

Porque ésa es otra novedad. En el Cervantino, ahora, la cultura sigue partiendo de lo clásico, como el ballet y los entremeses de Miguel de Cervantes, pero hoy, también, convoca a nuestros pueblos originarios e incluye gastronomía, deportes, discapacidad, diversidad sexual y muchas cosas más.

Tan sencillo como esto: ¿Cuándo la bellísima ciudad de Guanajuato había recibido a la Guelaguetza llenando sus calles y callejones con el convite, con esa música tan especial, con ese espíritu y con ese ambiente?

Acaba de suceder. ¡Imagínese! Oaxaca es el éxito del año en el Cervantino. La gente hace filas larguísimas para entrar a la casa que ese gran estado montó este año donde, por supuesto, además de la información, hay comida, bebida, joyería, café, arte textil y muchas otras exquisiteces a unos precios increíblemente accesibles.

No puedo creer que un evento del nivel del Cervantino esté tan a la mano de las multitudes. Lo que no es gratis, cuesta muy poco. ¿Me creería si le dijera que usted puede ver muchos de los mejores espectáculos del mundo por menos de 170 pesos?

Si vive en otros estados, puede comprar sus entradas por internet y ni hablemos de la fabulosa oferta hotelera que tiene esta capital porque entonces sí no vamos a acabar nunca. En la ciudad de Guanajuato hay muchísimos hoteles para todos los gustos y de todos los precios.

Además de que, como está en el centro geográfico de la nación, está cerca de todo.

Perdón si utilizo mis experiencias personales para ilustrar esto pero en el par de días que conseguí escaparme al Cervantino fui tan feliz y me sentí tan seguro que yo tendría que ser el peor de los periodistas para no recomendarle esta experiencia.

Llegando a la ciudad de Guanajuato, solamente ese día, fui a ver una película, un concierto de piano de Estados Unidos, una obra de teatro de España, un masivo con Los Auténticos Decadentes de Argentina, una fiesta de música urbana con The Reminders y el increíble show de Filipe Catto de Brasil.

Todo lo caminé. De día, de noche. Siempre seguro. Siempre bien. Llegué a la habitación de mi hotel un par de horas después de la medianoche y contrariamente a lo que supuse, estaba tan cargado de energía, que al día siguiente no podía parar.

Me fui a todas las exposiciones que pude. De grabado, de fotografía, de carteles. Entré a la casa de Brasil. Me entregué a la casa de Oaxaca. Comí exquisito.

Y volví a ir al cine, y me aventé el ensamble de estrellas oaxaqueñas, y me fui al masivo de Monsieur Periné de Colombia, al concierto de música antigua de Italia, al pachangón de Juchirap y rematé con el jazz de Hazmat Modine.

Yo, que vivo en una suerte de multiverso, me sentí en casa. La gente, súper amable. Todos los caminos están llenos de cafés, de restaurantes, de puestos, de tiendas y las sedes son ideales.

Si tuviera que elegir dónde me la pasé mejor, sufriría muchísimo porque todos los espacios que visité me encantaron:

Las instalaciones de la Universidad de Guanajuato, la explanada de la Alóndiga de Granaditas, el Teatro Principal, el Teatro Juárez, Pastitos, el Templo de la Compañía de Jesús y la exhacienda de San Gabriel de Barrera donde fue El Trasnoche.

Y no fui a las conferencias, a los talleres, a los deportes, a los ensayos abiertos y a todo lo demás, nomás porque me la quise llevar leve. Pero para la próxima, amenazo con eso y más, con mucho más.

La felicidad existe. Está en la ciudad de Guanajuato. Se llama Festival Internacional Cervantino. Tiene hasta el 27 de octubre para lanzarse a vivir esta maravilla. Ni lo piense. Vaya. Consulte la App. Consulte la programación. ¡Felicidades!


  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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