En el cine le dicen plano americano, así que ese será el que usaremos. Donald Trump en plano americano. Diseñado para los westerns, las películas de cowboys, este plano se caracteriza por mostrar al sujeto desde la cabeza hasta la mitad de los muslos. Los americanos lo tuvieron que inventar para que en el cuadro cupiera el vaquero con todo y su pistola ajustada al cinto, con lo cual, en caso de tener que matar a alguien, en ese solo encuadre se podría ver al vaquero desenfundar, apuntar y disparar. Como ventaja adicional, el cuadro es lo suficientemente cerrado para observar las emociones del personaje al descargar su arma contra otro y lo pertinentemente abierto para saber qué acontece mientras tanto en el entorno. ¿Qué más se puede pedir? Un Donald Trump en plano americano disparando contra el mundo: aranceles para todos y 25 por ciento para México.
Un tiro en el pie, decía el secretario Ebrard que significaría para Trump tomar la decisión que había anunciado y que el sábado pasado cumplió. Supongo que Trump se quitó la bota vaquera, el calcetín y, cerrando un ojo para afinar la puntería, escogió el dedo más gordo de todos sus dedos gordos y se lo voló de un balazo mientras su sonrisa más sarcástica asomaba. “Es el mandato de las urnas”, debió haber dicho mientras enrollaba el dedo en un trapo y lo sujetaba con cinta adhesiva y grapas.
Trump es el vaquero bully del mundo. Prepotente, despectivo, pero antes que nada, un vaquero armado. Él tiene las armas, él tienen los empleos que México no le puede ofrecer a los mexicanos, él tiene los dólares que compran 84 por ciento de todo lo que exportamos y también los dólares que, traducidos en remesas, representan el negocio número uno de nuestro país. “Cabeza fría”, dijo con inteligencia nuestra Presidenta, a lo que Trump contestó señalando que “los cárteles de la droga tenían una alianza intolerable con el gobierno de México”, denuncia que pesó aún más que los aranceles y las cabezas se empezaron a calentar. Monreal se puso a cantar el himno nacional en la Cámara mientras que nuestra mandataria se sentó en la silla presidencial, rechazó la imputación, solicitó establecer una mesa de diálogo y anunció que hoy presentaría el “Plan B”. En tanto a lo lejos se escuchaba una frase que alguna vez se puso en los labios del presidente Lyndon B. Johnson: “No es personal, es solo política”, con lo cual la mayor esperanza que tenemos es que esta bomba que nos lanzó Trump, solo sea una forma de apretar para negociar mejor, siguiendo los lineamientos de su libro The Art of the Deal.
A pesar de todo, hay algo muy bueno que nos trajo la desgracia. Logramos por fin sacar de nuestra mirada a Morena. Se volvieron pequeños. Todo lo que Morena puede hacer con el poder absoluto que tiene se convirtió, por el momento, en algo menor. Su reforma judicial es sucia, fallida y vergonzosa, pero ahora nos importa menos. Su reforma al Infonavit aprobada este sábado y que pone en duda el destino y manejo correcto de los ahorros de los trabajadores, hoy se ha convertido en un problema al que atenderemos después. Terribles las leyes y terrible la forma de promulgarlas.
Ley de la vida y ley del oeste: La rueda del poder siempre da la vuelta. Todo ha tomado una nueva medida.