Arturo Ramírez Juárez vivió como en su poema “El suicida”: “Abusó de la realidad el muy canalla”. De su obra plástica se exhiben dibujos y acuarelas que espejean la sexopatía que vivió hasta su muerte.
Otro poema lo delata: “Ver caminar las piernas/Las nalgas/Los sexos/.../Cuyo secreto es Dios/ Disfrazado de sexo/ De Nalgas/ De piernas/”.
Poeta, pintor y traductor, nació en 1949 y falleció de vih/sida en 1987. Menos de 40 años. Dejó dos libros de poesía y un montón de obra plástica y dibujística de la que apenas vemos una pequeña muestra en la librería Somos voces.
Fundador del movimiento lésbico/gay, de los que orgullosos marcharon en la primera manifestación pública homosexual en 1978. Su primer libro, Puertas ocultas, allí donde las nalgas agitan el cerebro, es más emocionalmente entregado a la salida del clóset. Su siguiente obra, Rituales, es mesurada, inteligentemente pensada, con homenajes a sus maestros de lectura. Si hubiera vivido más tiempo seguro que su tercer texto sería fríamente intenso, sosegado, en el equilibrio de lo cálido con lo helado.
Con su obra plástica era descarnado, sin concesiones lingüísticas, donde los genitales son su materia perversa. La muestra Carnaval onírico —erótico sería lo más exacto— asoma sus virtudes y es un ejemplo de dibujo académico de primera línea, con rompimientos allí justo donde empieza el deseo.
Hay algunas piezas que recuerdan la política social con la que sobresalió Melecio Galván. Pero Ramírez Juárez apostó por la política sexual reichiana y con Klosowsky grabado en la memoria sensorial. Una curaduría limpia de Carlos Segoviano y Maai Ortiz.
Es la primera muestra digna de Ramírez Juárez después de su muerte.
No es justo su olvido ahora que otros gozan de espacios culturales en museos acreditados. Sobre todo porque en su tiempo Ramírez Juárez exponía en instituciones públicas, alejado de aquello considerado cultura gay. Esta pequeña muestra debería servir para salir del clóset en que nos metió el colectivo LGBT+ y entrar en la cultura sin adjetivos sexuales como sello de marca universal. José María Covarrubias con su Círculo de cultura gay sabía que el arte era arte, no propaganda. Parece que nadie aprendió la enseñanza.