El cine nació como una forma de registrar la realidad, tal cual, a través de imágenes en movimiento: un tren llegando, unos obreros saliendo de la fábrica. Como uno de los dos grandes géneros del cine, junto a la ficción, fue evolucionando hasta convertirse en un vehículo no solo de registro, sino de análisis, interpretación y reflexión sobre realidades y fenómenos específicos, integrando hechos y sucesos de la vida con perspectivas y puntos de vista subjetivos, tanto de quienes aparecen en los filmes como de los propios creadores: el documental no es neutro, sino una mirada que deposita luz, o sombra, sobre la vida y sus inabarcables vericuetos.
Esta semana se presentó la V Muestra Internacional de Cine Documental en León, muy valiosa iniciativa del grupo conocido como Docu Film León, cuya misión es, de acuerdo con su página de internet, la de “Difundir y promover, de manera inclusiva el cine documental en la ciudad de León, Guanajuato”; como visión, se plantean “Generar medios alternativos de exhibición documental, en colaboración con gestores, artistas y espacios culturales en la ciudad de León, Guanajuato.” Trabajan a través de la productora Retransmisión y su labor resulta fundamental para el desarrollo de la cultura fílmica en la ciudad.
En esta edición, dentro de la sección oficial, se pudieron ver documentos largos internacionales como Flotacija (Aiano y Tatić, Serbia, 2023), obra que navega entre la tradición y la fantasía, transitando de la caza de dragones a la lucha por los derechos laborales de los mineros, batallas también libradas en The Strike (Muñoz y Guilkey, EU, 2024), centrada en una histórica huelga de hambre en pleno confinamiento. We Want More in the Land of Unicorns (Mikosch y Polzer, Austria, 2023) reflexiona por medio de un recorrido por mercados donde se vende de todo, sobre esas prácticas comunes como las bodas, la formación de una familia, las mascotas y los cursos milagrosos.
La realizadora Julieta Lande explora la historia de sus abuelos, judíos polacos que huyeron a Argentina en la Segunda Guerra Mundial, y la de su padre, que parece guardar trozos del pasado que no han sido del todo develados: Hemshej (Argentina, 2023), nombre del hijo de aquellos migrantes y cuyo significado es el de continuidad, es un documento de indagación familiar y, de paso, sobre sí misma. Y sobre personas que han tenido que abandonar su país, Paulo Carneiro nos presenta Périphérique Nord (Portugal-Suiza-Uruguay, 2022), en el que tras un largo recorrido, un cineasta se reencuentra con algunos compatriotas para revivir su gusto común por los coches y repensar la condición de migrante.
Por lo que respecta a México, se presentaron el incisivo Nómadas de la 57 (2023), realizado por Arnaut Estrada y Castro Ibarra, en el que nos presentan la dura vida de los conductores de camiones a pie de carretera, en particular la de una chofer que huye de un matrimonio violento, en tanto Xun Sero, mexicano tsotsil, entregó Madre (2022), sentida reflexión sobre su relación con la Virgen de Guadalupe, la tierra misma y la mujer que lo parió en condiciones solitarias. La piel de las almas (García, 2019) es un mediometraje que se enfoca en cinco historias familiares en las que los objetos juegan un papel central para recordar a los fallecidos
Además se exhiben varios mediometrajes y cortos sobre realidades diversas; un par se desarrollan en el estado de Guanajuato: en primer término, El lugar de la memoria -Retorno a Salvatierra- (González Ibarra, 2024), en el que se acompaña a familias de este municipio en la búsqueda de sus seres queridos, con todas las implicaciones sociales y emocionales que implica esta dolorosa labor; por su parte, Ritmos de raíces (Castellanos y Negrete, 2022) retoma el caso de los Ézar, una comunidad indígena de Misiones de Chichimecas que ha tenido que migrar a las ciudades pero cuyas tradiciones se han intentado recuperar, incluyendo su lengua Úza, por parte de una familia y una asociación.