Gil caminaba sobre la duela de cedro blanco con las manos entrecruzadas en la espalda cuando se enteró de la noticia: una jueza de la Ciudad de México sentenció con una multa de 15 millones de pesos al ex rector de la UNAM Enrique Graue y al ex director de la FES Acatlán, Fernando Maceda, por investigar institucionalmente el probado plagio de la tesis con la que la ministra Yasmín Esquivel obtuvo el grado de licenciada. Gamés no puede creerlo, pero debe creerlo: las autoridades universitarias que cumplieron con su deber han sido castigadas mediante sabe dios que trapacerías, la primera de ellas, el abuso de poder. La ministra que se robó una tesis completa logra primero un amparo para que la UNAM no divulgue el resultado de la investigación del caso y luego la asesora de tesis, de hecho una microempresa productora de tesis universitarias, demanda a Graue y a Macedo y gana el caso. Así se consuma uno de los instrumentos que usa Morena cotidianamente: la venganza, sello de la casa.
Ominoso
Gilga considera que la respuesta de la UNAM, hasta ahora, ha sido tibia, más bien fría, pero una parte de la comunidad académica se ha manifestado ante este escándalo en una carta abierta. Gamés cita este párrafo de la carta que empezará a circular hoy: “La sentencia de la juez Flor de María Hernández Mijangos premia a la asesora de tesis ostensiblemente plagiadas y castiga a los funcionarios que, en representación de la UNAM, tuvieron que ocuparse de ese asunto. La justicia en este caso es deformada para favorecer una venganza política”.
Deme su voto
Gil lo leyó en un reportaje de Jannet López Ponce en su periódico MILENIO: “a una semana de que inicien las campañas para la elección judicial, los candidatos ya invadieron TikTok. Ante un proceso inédito con promoción exclusiva en redes sociales, los más de 4 mil aspirantes intentan simpatizar con la audiencia en unos segundos ya sea bailando, explicando si prefieren perros o gatos y ofreciendo un tour virtual por sus oficinas”.
Si no fuera una tragedia que encierra la muerte de la joven democracia mexicana, el asunto se prestaría para toda clase de vaciladas y chistes chocarreros. Un aspirante se hace llamar “el abogado bailarín”. Algunas juezas o magistradas se han dado a conocer antes los probables electores, escribe López Ponce, explicando por qué prefieren gatos o perros, el frío o el calor, bailar o cantar.
Lástima que Gil no haya estudiado derecho porque seguro ganaba un cargo como persona juzgadora (así se dice). Imaginen a Gil repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio roncando, de pronto despierta y dice Gil: deme su voto y le muevo la panza, y de inmediato se vuelve a dormir. ¿Apuestan a que votarían por Gilga? Mon Dieu. Sí, estamos perdidos.
La delirante elección
Para la delirante elección judicial, una persona tendrá entre ocho y hasta 11 boletas en sus manos para elegir cargos del Poder Judicial a nivel federal y estatal, con un abanico de cientos de candidaturas.
Las primeras estimaciones son que una persona tardaría alrededor de 10 minutos en emitir su voto, según la consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral, Guadalupe Taddei, sólo considerando los cargos a nivel federal, que son competencia del organismo.
En la Ciudad de México se recibirán nueve boletas, por lo que el instituto electoral local (IECM) informó que una persona tardaría hasta 13 minutos en votar, de acuerdo con los primeros ejercicios. Las consejerías electorales detallaron que los capitalinos demorarían nueve minutos para votar por los seis cargos federales y 4.5 minutos más para elegir a los jueces y magistrados de la Ciudad de México. Un promedio de un minuto y medio por boleta.
Debido al número de candidaturas, hasta 81 en el caso de ministros de la Suprema Corte, el INE diseñó un nuevo modelo de boleta para simplificar la votación, por lo que el reto también será familiarizar a los mexicanos con este mecanismo. Anjá. Familiarizar: padres, madres, hijos y hermanos.
Los candidatos estarán en forma de lista y numerados, separados por columnas de género femenino y masculino. En la parte superior habrá recuadros para escribir el número de la candidatura por la que se quiere votar, contrario a las boletas convencionales, donde se tacha el nombre acompañado por el logotipo de los partidos o coaliciones. Por si tiene usted dudas, toda esta información la encontró Gil en su periódico El Universal y en una nota de Otilia Carvajal.
Todo es muy raro caracho, como diría Gamés: “Sí, estamos perdidos”.
Gil s’en va