Kamala, atrapada en el empate

Ciudad de México /

Gilga encontró en el New York Times un editorial de David Brooks, analista canadiense-estadunidense, tratando de explicar por qué las encuestas muestran una contienda igualada entre Harris y Donald Trump...

Gil cerraba la semana envuelto en serias cavilaciones: dentro de casa, la delirante reforma judicial le ha puesto en la mesa a la presidenta Sheinbaum un enredo mayor. Gamés quiere suponer que el gobierno le pone suficiente atención a lo que ocurrirá con los vientos del norte en la elección estadounidense. En ésas estaba, Gilga cuando encontró en el New York Times un editorial de David Brooks, el analista canadiense-estadunidense tratando de explicar por qué las encuestas muestran un inamovible empate entre Kamala Harris y Donald Trump. Gil subraya.

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Hay dos grandes cosas que me desconciertan de estas elecciones. La primera es: ¿por qué las encuestas están inmóviles? A mediados de junio, la contienda entre el presidente Biden y Donald Trump iba a la par. Desde entonces, hemos tenido una avalancha de grandes acontecimientos, y aun así la contienda está básicamente donde estaba en junio. Empezó empatada y solo se ha puesto más reñida.

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La segunda cosa que me desconcierta es: ¿por qué la política ha estado 50-50 durante más de una década? Hemos tenido grandes cambios en el electorado, los votantes con estudios universitarios se han ido a la izquierda y los votantes sin estudios universitarios se han ido a la derecha. Pero aún así, los dos partidos están parejos.

Esto no es históricamente normal. Por lo general, tenemos un partido mayoritario que tiene una gran visión del país, y luego tenemos un partido minoritario que intenta encontrar errores en esa visión. (En los años 30, los demócratas dominaron con el New Deal, y los republicanos se quejaron. En los años 80 dominó la revolución de Reagan, y los demócratas intentaron adaptarse).

Pero hoy en día ningún partido ha sido capaz de ampliar su apoyo para crear ese tipo de coalición mayoritaria.

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Trump se ha pasado los últimos nueve años sin siquiera intentar ampliar su base, sino limitándose a jugar una y otra vez con los mismos agravios de MAGA (siglas en inglés del eslogan político “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo”). Kamala Harris se niega a romper con Biden en cualquier tema significativo y se presenta como una demócrata ortodoxa que se basa en números. Ninguno de los dos partidos tolera mucha diversidad ideológica. Ninguno de los dos partidos tiene una estrategia plausible para construir una coalición mayoritaria duradera.

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Creo que la razón de todo esto es que los partidos políticos ya no cumplen la función que tenían antes. En tiempos pasados, los partidos eran organizaciones políticas diseñadas para ganar elecciones y obtener el poder. Los líderes de los partidos ampliaban sus coaliciones con ese fin. Hoy, en cambio, en una época cada vez más secular, es mejor ver los partidos políticos como organizaciones religiosas que existen para proporcionar a los creyentes significado, afiliación y santificación moral.

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Examinemos al Partido Demócrata. Los demócratas tienen enormes ventajas en el Estados Unidos actual. A diferencia de sus oponentes, no son una amenaza para la democracia. Los votantes confían en ellos en cuestiones como la atención médica y se inclinan a su favor en temas como el aborto. Tienen una gran base desde la cual ampliar potencialmente su coalición y construir su mayoría.

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Los republicanos tienen exactamente la misma dinámica, salvo que su sacerdocio está dominado por locutores de radio y podcasts, hombres alfa de la tecnología y nacionalistas cristianos, algunos de los cuales son literalmente miembros del sacerdocio.

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Harris comprende claramente el problema. Ha intentado dirigir su campaña para demostrar que está en sintonía con las opiniones mayoritarias.

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El problema político para Harris es que hay muchos más estadunidenses sin título universitario que con uno. La clase social es cada vez más importante en la vida estadunidense, y los votantes hispanos y negros de clase trabajadora se están pasando cada vez más al partido de la clase trabajadora, el Partido Republicano.

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El problema para Trump es que incluso es mejor que los demócratas a la hora de repeler a posibles conversos. Ganaría arrolladoramente si hubiera intentado meter a los republicanos partidarios de MAGA en una coalición con los republicanos Bush-McCain, pero es incapaz de hacerlo.

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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la botella del vodka Grey Goose para preparar un “Ganso Salvaje” (vodka hasta que floten los hielos, un twist de limón y un acompañamiento de agua mineral), Gamés pondrá a circular por el mantel tan blanco las frases de Quevedo: “Nadie ofrece tanto como el que nada puede cumplir”.

Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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