La cartita de García Luna

Ciudad de México /

Pensé que no había nada tan ridículo que la cartita a los Reyes vagos que escribió, de puño y letra, García Luna Productions, unas horas antes de que le dicten sentencia, luego de haber sido demostrada su relación con los cárteles de las drogas. El expresichente Calderón, al borde de un ataque de shots de tequila.

Ese mi Jelipillo que lanzó uno de esos tuits que acostumbra donde queda como héroe combativo de su narcoguerra, cuando la ex embajadora Jacobson asegura que él sí sabía de las tropelías de su compa Genaro.

Hay que reconocer que este show espistolar tiene de todo: melodrama ranchero, autocomplacencia, un yo yo mayestático, ánimo telenovelero, lágrimas de cocodrilo, Alzheimer selectivo, demagogia a go-gó, vistimismo y demás maravillas de folflor político en la conversión de don Genaro en pueblo fársico ambulante.

Afirma Ciro Gómez Leyva que fue un error de García Luna ir a Estados Unidos, un error que seguramente López Obrador nunca cometería porque de hacerlo le harían un operativo rápido y furioso. Risible, primero porque el propio gobierno de Estados Unidos ha declarado que no tiene nada contra Andrés Manuel y segundo porque quien realmente no ha vuelto a pisar los yunaites es Calderón, él que se la pasaba en el Super Bowl, la Fórmula 1 y cualquier jelengue donde pudiera ir de gorrón, por temor a que lo agarren los sheriffes al estilo americano.

Pero para ridis lo del Poder Perjudicial y sus muy segundones periodistas que ahora, sin gracia coreográfica, se han dedicado a atacar a Operación Mamut. La cuenta bots de la Tremenda Corte cuestiona que se haga este tipo de comedia (no calderonicolita, donde se cuestiona a la ministra Piña por lo que ha hecho, no por su género ni su figura) esté pagada con los impuestos de los mexicanos. Esto cuando el paro del Poder Perjudicial lo hicieron con goce de sueldo y costando varios cientos de millones de pesos de nuestros impuestos. O sea, con qué autoridad moral, sobre todo cuando la vocera de los perjudiciales asegura que nunca ha visto actos de corrupción (no se rían) y que el nepotismo que ahí se da es porque como se trabaja de sol a sol a los trabajadores del sector no les queda más remedio que meterse con la nómina. Ese chiste, aunque parece de Franco Escamilla, no lo es.

Se nos acusa de ser oficialistas porque en Operación Mamut no somos clasistas ni misóginos ni machistas y menos racistas.

Se los repito: no nos reímos de las víctimas sino de quienes se hacen las “vístimas”.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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