La risa sardónica del fantasma de Palenque se adivina y espeluzna. Como a su pupila y sucesora, el quebranto de la Suprema Corte lo hace feliz y en su jardín tropical disfruta el plato frío de la venganza, el inminente despido de miles de juzgadores de carrera y la elección de conscriptos de la 4T para conformar el nuevo Poder Judicial, sumiso, como el Legislativo, a los caprichos de la presidencia de la República, donde predominan su ejemplo y espectral voluntad.
Con su ominoso silencio, celebra también el exterminio de los órganos autónomosy la arrebatada pavimentación de un régimen despótico; parecía algo inimaginable después de setenta años de gobiernos priistas pero, luego de un breve paréntesis democrático, ahora es una realidad con tantos y alevosos cambios a la Constitución, la cual—escribe Enrique Serna en MILENIO— “es ya un rollo de papel higiénico donde Monreal y Fernández Noroña pueden borronear cualquier disparate, siempre y cuando lo haya palomeado el Jefe Máximo que maneja desde la sombra el teatro de marionetas”.
El Fantasma de Palenque, acostumbrado al chantaje y al chanchullo, protector de tramposas como Rosario Piedra, debe haber soltado una carcajada al conocer de las palabras del presidente Joe Biden admitiendo el triunfo de Donald Trump y llamando a los estadunidenses a la concordia. ¿A quién se le ocurre?, debe haber pensado, cuando es tan rentable victimizarse, ofrecer otros datos, reclutar pandilleros, renegados y cobardes, como él lo hizo durante tantos años —como opositor y como gobernante—y lo sigue haciendo desde las penumbras.
Biden dijo: “Aceptamos la elección que ha hecho el país. He dicho muchas veces que no puedes amar a tu país solo cuando ganas. No puedes amar a tu prójimo solo cuando estás de acuerdo. Algo que espero que podamos hacer, independientemente de a quién hayas votado, es vernos los unos a los otros, no como adversarios, sino como compatriotas”. Pero, claro, el iluso mandatario de Estados Unidos cree en los valores de la democracia, tan pasados de moda en el México actual, donde prevalecen el agandalle y la soberbia.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.